lunes, 27 de octubre de 2014

Sacrificio (Offret,1986)


 En 1984 Tarkovki se negó a volver a la URSS, estaba harto de la dictadura comunista que ponía constantemente trabas a su arte. Tarkovski creía en la libertad total del artista y la total independencia de éste frente a cualquier factor externo, ya sea el gobierno o el público. Para Tarkovski el cine era un arte tan personal y tan libre como la poesía. No importa si el público se aburre ni si ocurren pocas cosas en pantalla. Ahí radica, en mi opinión, el problema del cine de Tarkovski. Yo entiendo el cine como un arte de entretenimiento, como tal considero que el cine puede emocionarnos y hacernos reflexionar a la par que nos entretiene.

Tras su fuga de la URSS Tarkovski se trasladó a Suecia para rodar el que sería su último film: Sacrificio. Suecia era la tierra de su adorado Ingmar Bergman y allí pudo colaborar con el director de fotografía habitual de Bergman, Sven Nykvist.

 Voy a ser muy claro desde el principio: Sacrificio es una película aburrida hasta decir basta. Un compendio de escenas interminables que no llevan a ningún sitio. Será culpa mía que soy un inculto o un insensible pero este film me pareció una completa pérdida de tiempo. Si ya en películas anteriores como Stalker, el ruso ponía peligrosamente a prueba la paciencia del espectador, en Sacrificio es imposible no sucumbir al aburrimiento.
Sus 144 minutos me parecieron 144 lustros. Los eternos títulos de crédito, con música de Bach sobre el cuadro ‘La adoración de los reyes magos’, de Leonardo da Vinci, nos avisan que el ritmo del film va a ser pausado, muy pausado. Luego viene un plano secuencia de 9 minutos que puede acabar con la paciencia del espectador más experimentado en tochos cinéfilos. No creáis que la cosa mejora en ningún momento.

¿De qué va el film? Tarkovski nos muestra el drama de un hombre que afronta su propia destrucción y desesperado intentará cualquier cosa, por inverosímil que parezca, para salvar el mundo. Ante la inminente destrucción de la raza humana a causa de una guerra nuclear, sólo existe una posibilidad de salvación: nuestro protagonista debe acostarse con una criada, sólo ese acto puede evitar el holocausto nuclear inminente. La lógica nos dice que por mucho que riegues un árbol seco, éste nunca volverá a la vida. Sin embargo, Sacrificio nos habla de la fe en lo imposible. Para Tarkovski el ser humano es, o debería ser, algo mas que carne y huesos.


 Como viene siendo habitual el bueno de Tarkovski parte de una premisa más que interesante abierta a múltiples interpretaciones. Sin embargo, todo el lirismo y la poesía de su historia se convierten en una pesada losa conforme avanzan los minutos y el espectador empieza a darse cuenta que toda la cháchara de los personajes no lleva a ningún sitio.  Los pedantes personajes hablan constantemente en diálogos y soliloquios tan transcendentales que acaban por resultar vacíos y presuntuosos. Tampoco la poesía visual del film es suficiente para espantar al tedio. Por muy bella que sea la fotografía y todo el trabajo de ambientación y dirección artística, si la historia no se sostiene por sí sola, el film acaba naufragando.

 El problema es que no ocurre nada especialmente destacable en el film. No pasa nada. Los personajes hablan y divagan sobre lo humano y lo divino en chácharas insoportables que no llevan a ninguna parte. En su intento de retratar el alma humana a base de poesía, Tarkovski se sumerge en su propio mundo, un mundo hermético e insufrible para quien escribe estas líneas.
 Puede que Tarkovki fuera consciente que le quedaban pocos años de vida y decidió hacer un testamento en forma de película y dedicársela a su hijo. Puede que sus intenciones fueran buenas, parece innegable, pero se puede hablar del amor a los hijos y de la incertidumbre del mundo que les legamos de forma mucho más amena y directa. Vale que Tarkovski fue siempre un autor fiel a las constantes de su cine, pero pensar un poco en el espectador nunca le ha hecho mal a nadie.

 Por muy bellas que fueran las imágenes y por muy llenas de significado que éstas estuvieran, no conecté con el film en ningún momento. Reconozco que estuve tentado más de una vez en parar la reproducción de este indigesto ladrillo. Conseguí vencer a mis instintos y aguanté (no sin esfuerzo) como un campeón hasta el final.  Un final tan abierto y absurdo que no merece la pena. Entonces entendí el título del film, el sacrificio es el que tienen que hacer los espectadores que vean este tostón hasta el final. 

Para los fans de Tarkovski y su tediosa forma de entender el cine. Que les aproveche.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me quedo con la opinión de Ebert, y no la de este pseudocrítico.
https://www.rogerebert.com/reviews/the-sacrifice-1986