lunes, 26 de enero de 2015

La isla mínima


1980 fue un año bastante tenso. España era todavía un país de caciques y señoritos, sobre todo en el sur. La transición estaba tomando un rumbo imparable y muchos poderes fácticos empezaban a preguntarse si el país iba en buena dirección. No es de extrañar que 1981 empezara con un intento de golpe de estado. A todo ello hay que sumar una galopante crisis económica y un desempleo desorbitado. Todas estas tensiones sociales se ven reflejadas en La isla mínima.


 Alberto Rodríguez (7 vírgenes, After, Grupo 7) es ya todo un valor seguro del cine español. El tipo se niega a establecerse en Madrid y sigue afincado en su Andalucía natal. Si nos fijamos en los resultados, hace bien.  Ya desde los primeros y bellísimos planos de las Marismas del Guadalquivir nos damos cuenta que estamos ante otro tipo de cine español. Un guión lleno de matices como una soberbia dirección hacen que estemos ante un film excepcional.

 Los arrozales y las marismas son personajes más de la trama, un secundario de lujo que inunda cada plano. El paisaje es a su vez una metáfora del país. Las aguas revueltas de la transición intentan hacerse hueco entre el estancamiento político de una sociedad y los aires de renovación. Rodríguez retrata una Andalucía dividida. Por un lado la Andalucía caciquil que se resiste al cambio y por otro la que pide a gritos una renovación.
 Pero el paisaje no es la única metáfora. Otra atractiva metáfora de esas dos Españas es la pareja de 2 policías ideológicamente opuestos: El personaje de Raúl Arévalo apuesta por la renovación política y social. Ha molestado a sus superiores y ha sido castigado por ello. Va a tener un hijo y representa al futuro.
Por otra parte su compañero, interpretado por Javier Gutierrez, es un policía reciclado del antiguo régimen que no tiene las manos del todo limpias. Está enfermo y simboliza a esa España que agoniza. Estas metáforas de las dos Españas me parecen muy acertadas, no puedo decir lo mismo de la que la trazó Alex De La Iglesia en aquel bochorno llamado Balada triste de trompeta.

 La isla mínima comienza con unas unas impactantes imágenes aéreas de las marismas que recuerdan a las de Yann Arthus-Bertrand (Home) por su gran belleza. Cabe destacar la gran fotografía de Alex Catalán basada en el trabajo del fotógrafo Atín Aya (1955-2007) sobre las marismas del Guadalquivir. Estamos ante un film de una gran factura técnica y una ambientación sobresaliente.

  Ya sé que muchos dicen que La isla Mínima se parece a True detective, pero esta serie se emitió cuando La isla mínima ya estaba rodándose. Creo que sus parientes más cercanas podrían ser las excelentes (cada una a su manera) Memories of murder y El secreto de sus ojos. Ambas son excelentes películas de género realizadas fuera del mercado anglosajón. Películas que poco o nada tiene que envidiar al cine norteamericano y que han logrado adaptar el genero a su propia cultura con resultados más que satisfactorios. Ya hemos dicho mas de una vez que Memories of murder ha sido un film muy influyente y aquí se nota. La forma de enfocar el caso y la importancia del entorno son influencias decisivas del film coreano.

 También la influencia de El secreto de sus ojos se puede apreciar en la sensación de impunidad que ambos films transmiten. Tanto en la transición argentina como en la española se pasaron por alto ciertos delitos en busca de una paz social. Muchos verdugos de la dictadura salieron inmunes y muchas costumbres caciquiles se perpetuaron en las incipientes democracias. La isla mínima viene a decirnos que quizás la transición española se quedaron en el tintero usos y costumbres del antiguo régimen que perduran hasta hoy. Quizás la corrupción fue un mal que heredamos de la dictadura y nunca fue atajado del todo.

  También pueden intuirse reminiscencias de el tristemente célebre caso de las niñas de Alcácer, desaparecidas en 1992. Existen cierta similitudes y la sensación que algo turbio no llegó a salir a la luz. En el imaginario colectivo de este país existe la idea de que no todo salió a la luz y que los culpables nunca fueron castigados. Puede que todo ello haya servido también de inspiración para esta película. Rodriguez se ha sumergido en la psique de este país y ha buscado sus más oscuros fantasmas para configurar un film tenso e incómodo pero yo diría que necesario.

  En cuanto al reparto, están impecables Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez como la pareja de policías con caracteres opuestos. También me gustó mucho el siempre eficiente Antonio De La Torre quien dota a su personaje de una asombrosa riqueza de matices. Por contra, no me gustó nada Jesús Castro (el chico será muy guapo pero es un actor totalmente inexpresivo) como tampoco me creí a Nerea Barros como madre de las niñas desaparecidas (no me la creí en ningún momento). Por suerte, ambos salen poco y no interfieren en el excelente resultado final del film.
 Respecto al controvertido final, entiendo que a muchos espectadores no les gustara pero creo que es la mejor opción. Un final en mi opinión valiente y consecuente, me explico:

**SPOILER**

 Si el personaje de Raúl Arévalo se hubiera enfrentado con el poder una vez más probablemente no hubiera conseguido nada excepto volver a ser humillado y degradado. Como el resto del país, decide seguir viviendo y no remover el pasado, más por impotencia y pragmatismo que por convencimiento. La fotografía rota demuestra su voluntad de convencerse a sí mismo que debe olvidar el pasado para construir un futuro mejor. Todavía quedan muchas cosas por cambiar y no es el momento de ponerse a molestar a los poderosos. Decide la opción más fácil y la más lógica. Ello le convierte no en un héroe de película sino en un personaje de carne y hueso que debe tragarse sus ideales para seguir viviendo siendo consciente que no va a lograr nada enfrentándose al poder. Un final que no contentará a muchos espectadores pero creo que concuerda perfectamente con lo planteado durante la película. Ya he dicho que me parece un final muy valiente. El espectador quiere resolver el caso totalmente, sin dejar ningún cabo suelto ni ninguna pista por seguir, mejor todavía si el villano de turno recibe un justo y violento merecido a modo de catarsis para el espectador. Pero hubiera sido hacer trampa y caer en los errores del cine comercial más burdo.

**FIN SPOILER**

 La isla mínima es un estupendo thriller a la española que poco o nada tiene que envidiar a cualquiera que nos viene del otro lado del charco.

7

4 comentarios:

Mamen dijo...

Hola

Uno de los mejores post que he leído sobre esta película. A mí la verdad es que me dejó descolocada completamente. Como bien dices por ese final, que te hace plantearte preguntas.

Coincido completamente en lo de Jesús Castro. Que sí, es guapo, pero carece mucho de interpretación. Como bien apuntas, carece de expresión. A mí desde luego no me transmitió nada el muchacho. Nerea Barros, no lo hizo mal, pero tampoco me transmitio su dolor e impotencia por lo ocurrido. Antonio de la Torre, es un actor muy grande y este film desde luego está impecable.

Saludos!

Anónimo dijo...

Muy buena, las conexiones con los films que citas son claras, todos valen la pena.

beldin dijo...

post sobresaliente como casi todos los del blog. En lo unico q no coincido es con el final. Quizas en vez de verlo como imagen de las dos españas, se puede ver como a un policia al que le acaba de salvar la vida. La evolucion del personaje de raul arevalo, volviendose mas oscuro y violento a medida q descubre mas sobre el caso hace posible que, si bien no comparta lo que hizo su compañero, si quizas llega a entenderlo, y en respeto hacia el, decide romper la foto y dejar las cosas como estan

Anónimo dijo...

a mi el final me supo a poco, ahora lo entiendo algo mejor pero el sabor agridulce no ha desaparecido