martes, 9 de febrero de 2016

La cortina de humo

Siguen las redes sociales incendiadas por una obra de teatro de unos titiriteros. Me lo cuentan y no lo creo. Enaltecimiento del terrorismo dice el juez que los ha metido entre rejas de forma preventiva. ¿Nos hemos vuelto locos? Me parece que estos titiriteros han caído en mitad de un fuego cruzado y les han llovido hostias como panes. 
La obrilla de Títeres desde Abajo es una desafortunada sátira pero la respuesta de la justicia me parece más propia del esperpento.
 Vayamos por partes. De siempre los cuentos populares han sido bastante macabros y sádicos si los analizamos con ojos actuales empapados en corrección política. No olvidemos que se rajaban estómagos y se sacaban corazones como si tal cosa. Los cuentos infantiles tenían la función de atemorizar a los niños contra los peligros del día a día usando personajes fantasiosos. Cualquiera que eche un vistazo a las versiones más antiguas de los cuentos clásicos se dará cuenta que son bastante cruentos. Pero llegó Disney y dulcificó en exceso las historias infantiles, su edulcorado rodillo biempensante aplastó todo atisbo de crueldad. No vayamos a traumatizar a nuestros hijos, mejor que crean que los golpes no duelen, que siempre ganan los buenos y que las princesas son tan guapas como nobles. Ya les frustrará la vida.
Tampoco olvidemos la parte de sátira que todo buen espectáculo callejero debe tener, al menos yo así lo entiendo. Lo de callejero no se refiere únicamente al lugar en el que se representa la obra sino también al lugar del que emana y del que nunca debe alejarse. El teatro callejero toma el pulso a la calle, al pueblo llano, y nos refleja temas de plena actualidad convertidos en sátira contra los poderosos. Como las chirigotas de Cádiz. Es por ello que el teatro satírico y el carnaval (por no hablar del día del orgullo gay) nunca ha gozado del beneplácito de cierto sector guardián de la moral, tan poco receptivo a las burlas. 

 Otra cosa es pasarse de la raya y caer en el mal gusto o las temáticas no adecuadas para los niños, aunque éste sea un tema espinoso y peliagudo. Siempre he creído que los Simpson no son para niños por mucho que los programadores de este país (o lo que sea) los emitan en horario infantil. No creo que sean nocivos para ellos, los niños no entienden la mayoría de los chistes ya que hacen referencia a cosas que se les escapan, pero les hacen gracia ya que los personajes son amarillos, gritan y se mueven mucho. Son dinámicos y eso les entretiene a los peques. Tampoco Sálvame es adecuado para niños y nadie ha detenido a sus responsables por enaltecimiento de la memez en horario infantil. Puestos a sacar las cosas de tiesto, nadie ha detenido a cierto presentador radiofónico que expresa su deseo de disparar a los miembros de un partido político concreto.

Volviendo a la obra en cuestión, no creo que todas esas atrocidades que ocurrían en la obrilla fueran adecuadas para los niños. Fue un error haber programado esa representación, sin duda. Pero de ahí a ser acusado de enaltecimiento del terrorismo por una pancarta de 10 cm que portaba un personaje en una manifestación va un mundo. Es como acusar a todas las películas que en las que se vea una esvástica de hacer propaganda del nazismo. Además, Alka-ETA no existe. Es un juego de palabras, una broma, puede que de mal gusto, todo es discutible, pero una broma al fin y al cabo. Y así debe ser entendida. Si no se respeta el sentido del humor podemos caer en la censura. Todo esto me recuerda a cuando Javer Krahe fue juzgado por aquella representación en la que explicaba cómo cocinar un Cristo, lo curioso es que fue juzgado dos décadas después de su supuesto delito. Krahe fue absuelto. No sé si estos titiriteros tendrán la misma suerte, pero espero que así sea.

Ocurre que hay gente sin ningún tipo de sentido del humor, sobre todo si todo vale para atacar a un ayuntamiento al que se le vigila con lupa y del que se usa la más mínima salida de tono (que demasiadas están teniendo) para hacer sangre. Todo vale. Ya sean lamentables twits de hace 4 años o desafortunadas obras de teatro. ¿Acaso se piensan ustedes que los concejales de cultura de cualquier ciudad de este país se ven previamente todo lo que programan? Inocentes.

 A mí todo esto me huele a cortina de humo con aire de levante.

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