domingo, 31 de octubre de 2010
The Cure: Siamese twins
miércoles, 27 de octubre de 2010
Al servicio secreto de su majestad (On her Majesty's secret service, 1969)
El tiempo demostró que ni los cambios de actor, ni la caída del telón de acero pueden con esta saga. James Bond es todo un superviviente pero su saga es incluso más difícil de matar, quizás sólo la crisis ecenómica actual pueda con el espía más famoso de la historia. Pero eso lo sabemos ahora, en 1969 nada de esto se sabía.
Tras muchas cavilaciones el elegido fue una opción muy arriesgada, un desconocido actor australiano (algo feo diría yo) llamado George Lazenby. Muchos se rasgaron las vestiduras de igual forma que hicieron 35 años después cuando el elegido fue Daniel Craig, pero en ambos casos creo que se equivocaron. Obviamente, Lazenby no tenía el carisma de Connery (sus posteriores carreras así lo confirman) pero para ser James Bond no hace falta ser un grandísimo actor, basta con tener buena planta y poner cara de póker (que le pregunten a Roger Moore).
Ya desde la primera escena, el guión es consciente del cambio de actor e ironiza sobre ello. Mientras Bond está enzarzado en una pelea contra unos matones que iban a secuestrar a una chica, ésta se escapa sin ni siquiera dar las gracias. Bond mira a la cámara y declara “Esto no le pasaba al otro Bond”. El cambio de actor implicaba algo más que un simple cambio de rostro. Para la primera película sin Connery, los productores decidieron dar un giro hacia una mayor espectacularidad y a la vez aumentar la ironía de la saga.
El personaje de Bond aparece algo más humano, no es sólo una máquina de matar. James Bond evoluciona, se enamora e incluso se casa. Es más, en este film está dispuesto a dejarlo todo por una mujer, interpretada por Diana Rigg conocida por la serie de televisión Los vengadores. Desde luego, Blofeld y su organización terrorista Spectra (¿la inspiración de Al Qaeda?) siguen haciendo de las suyas. Blofeld aparece esta vez interpretado por Telly Savalas, en mi opinión la mejor encarnación del archienemigo de 007. Su enemistad se convierte aquí en algo personal.
La dirección de Peter Hunt es más que eficiente a la vez que psicodélica, de acorde con la época: mucho movimiento de cámara, planos cortos, zooms y demás efectos que en 1969 eran muy modernos pero que han envejecido bastante mal. Algunas escenas de peleas son especialmente confusas y mareantes. En general, la peli adolece de los males propios del cine de finales de los sesenta pero esos mismos males la hacen única dentro de la saga.
A mí me parece que esta película tiene algunas de las mejores escenas de toda la franquicia, la escena de la persecución en skis (la primera de toda la saga) o la lucha final con Blofeld me parecen geniales. Pero lo mejor es la música de un John Barry especialmente inspirado. Su música se funde perfectamente con las escenas de acción creando momentos de auténtico cine de aventuras. La canción We have all the time in the world interpretada por Louis Armstrong es también memorable.
A pesar de sus innegables cualidades, los fans rechazaron el film. Se dice que fue un fracaso de taquilla, pero ese año sólo fue superada en recaudación por Dos hombres y un destino. Lazenby nunca volvió a encarnar al personaje, participó en las últimas películas de Bruce Lee y acabó en la saga Emmanuelle.
Sean Connery sí volvió a encarnar una vez más a 007 (gracias a un desorbitado cheque de un millón de dólares de la época) en 1972 con Diamantes para la eternidad, pero este film no continua los sucesos narrados en Al servicio secreto de su majestad. Durante unos años parecía que ni la propia franquicia quería saber nada de una de sus mejores entregas. Hasta el prólogo de Sólo para sus ojos (ya en1981 con un acartonado Roger Moore) no se asumen y se atan ciertos cabos sueltos dejados por el film que nos ocupa. Ello supuso la aceptación de Al servicio secreto de su majestad como miembro de pleno derecho de la franquicia. Nunca es tarde si la dicha es buena.
sábado, 23 de octubre de 2010
La red social (The social network)
jueves, 21 de octubre de 2010
martes, 19 de octubre de 2010
Buried (Enterrado)
sábado, 16 de octubre de 2010
Network, Un mundo implacable (1976)
miércoles, 13 de octubre de 2010
Resident Evil: Ultratumba o El decálogo de qué hace mala a una película
Que no se curren mínimamente una historia y se crean que el espectador tiene encefalograma plano me cabrea soberanamente.
Es decir, que usen la cámara lenta para que veamos la pasta que se han gastado en tales efectos. Peor me lo pones si tales efectos digitales son una mala copia de los que ya nos dejaron asombrados en Matrix hace más de 10 años. Pero ahora lo hacen en 3D, vaya qué bien. La peli es igual de mala pero la entrada es más cara.
Vale que los zombis no suelen ser muy listos, pero cuando son rematadamente tontos y lentos la cosa ya empieza a oler a chamusquina. Cuando la heroína de turno está rodeada por una miríada de zombis no veo lógico que éstos le hagan un pasillo para que se escape. Tampoco me creo que casualmente siempre haya uno que esté a punto de atraparla pero se le nota que se está reteniendo para dejarla escapar.
Nada de lindezas a lo Russ Meyer. Sólo lo justo para que no se note, de tapadillo. Siempre chicas jóvenes, guapas, delgadas, perfectamente peinadas y maquilladas aunque haga 6 años que todos los trabajadores de L’Oreal se convirtieron en zombis. Por supuesto, visten moderna ropa ajustada, y, mira por donde, siempre acaban mojadas. Nada de erotismo ni escenas de cama, ojo, que eso es muy subjetivo, complicado y nos puede llevar a problemas de calificación por edades. Que ahora los cines se llenan de adolescentes. Violencia sí, pero sexo no.
En todo film de aventuras el villano es una pieza clave, tanto o más que el héroe. Eso lo saben bien cualquier aficionado al cine. El villano es quien saca lo mejor (y lo peor) del héroe. Un héroe necesita un villano de su altura. Cuanto más complejo, contradictorio o interesante es el villano, mejor es el film.
Cuando la película ha sido muy mala y encima en el último minuto intentan dar continuación a una historia que no tiene por donde cogerla… da la impresión de improvisación y chapuza. El escritor-zombi va fumado hasta las cejas. Paul W. S. Anderson es probablemente uno de los peores directores que nunca se ha puesto tras una cámara. Así de claro.
Son medios de expresión y entretenimiento totalmente distintos, por mucho que cada vez se parezcan más. Un juego puede tener una buena historia para meter al jugador (parte activa) dentro del mismo, pero una película debe tener una historia detrás para que el espectador (parte pasiva aunque piense) se involucre. Confundir jugador con espectador es un error.
Estaba muy de moda en décadas pasadas pero ya aburre hasta a los fans de Metallica. En vez de currarse una buena banda sonora, me las apaño para meter con calzador cuatro canciones en las escenas de acción y ya está. Pueden ser buenas canciones pero realmente no importa, tan apenas se van a oír y sólo irritan.
Cuando se ve a los actores desganados, diciendo las frases del guión sin ninguna convicción, sin ganas de aportar a sus estereotipados papeles ni un ápice de personalidad. Quizás no sea suya toda la culpa si estamos ante la típica película en la que sabes qué personajes van a ir cayendo y casi en qué orden. Así no hay manera de creerse la trama.