jueves, 31 de marzo de 2011

Atrapado por su pasado (Carlito's way, 1993)

Carlito Brigante (Al Pacino) sale de la cárcel totalmente decidido a cambiar de vida. El narcotráfico le dio fama y dinero pero ahora decide mantener sus manos alejadas de la droga.
En El precio del poder (Scarface, 1982) Brian De Palma (El fantasma del Paraíso) adaptó con éxito el clásico del cine negro de los años 40 a los cánones del cine de gángsters de los 80. El violento guión de Oliver Stone narraba la ascensión de un narco desde la patera hasta la cima del mundo. En la inolvidable escena final, Tony Montana (Al Pacino) se enfrentaba solo a todo un ejército de mercenarios que asalta su mansión.
Rodada 10 años después, Carlito’s way podría haber sido una segunda parte de El precio del poder, incluso en algunos países sudamericanos se publicitó como tal. Es cierto que repiten director y actor protagonista, dando ambos lo mejor de sí mismos (quizás por última vez), pero no es una segunda parte. David Koepp adapta la novela Afterhours de Edwin Torres y elabora una magnífica historia de redención en un mundo implacable.
Nadie parece creer a Carlito Brigante, pero él tiene el firme propósito de cambiar de vida. Carlito es visto como una leyenda viva por los jóvenes del barrio, un ejemplo a seguir por los jóvenes delincuentes. Que ahora reniegue de su pasado no es fácil de aceptar para los que crecieron con los relatos de sus hazañas. Carlito sólo quiere huir con la mujer que ama, pero la adicción a la cocaína de su abogado y amigo (un genial Sean Penn) pondrá aún más en peligro los planes de nuestro protagonista. El letrado empezará a perder el control en los momentos menos oportunos, creando nuevos y letales enemigos.
A lo largo de la película asistimos a varias escenas inolvidables. La tensa escena del billar es de una planificación y una puesta en escena digna de estudio. Lo que parece una animada conversación entre colegas de pronto se convierte en una situación límite. De Palma controla perfectamente el tempo cinematográfico y estira la escena hasta límites insospechados hasta que la violencia estalla de forma brutal. El final de la escena con nuestro protagonista acorralado en un baño y sin balas es de una tensión inusitada. Sólo le queda su fama de cabrón para salir con vida.
En otra estupenda escena Carlito recibe la visita de un antiguo compañero de fechorías (Viggo Mortensen) al que le descubre un micrófono, no será el único que le traicionará. También su abogado irá complicándole la vida cada vez más. La línea que separa el bien del mal, la ley del delito, será cada vez más difusa y los enemigos surgirán de ambos lados de la ley. Como se dice en un momento dado “Si vives el tiempo suficiente, todo el mundo tiene un motivo para matarte”.
La mejor escena del film es la sobrecogedora persecución final por la terminal de Grand Central. Pocas veces he sentido tantos nervios viendo una película. DePalma usa todo su talento a favor de una persecución al límite. La creíble interpretación de Pacino logra que nos identifiquemos de tal manera con el protagonista que lo pasamos realmente mal y deseamos que finalmente se escape de sus perseguidores. DePalma parece homenajearse a sí mismo al repetir un final en una estación de trenes, como en Los intocables aunque en aquella ocasión homenajeó la escena de las escaleras de El Acorazado Potemkin.
De Palma no innova nada, este tipo de escenas ya las dominaban Coppola o Scorsese pero se postula como un artesano igualmente hábil y eficaz. Su trabajo desprende esta vez una perfección técnica apabullante. El manido recurso de la voz en off es aquí usado magistralmente, aumentando la tensión en el espectador.
Sin moderneces innecesarias ni imitaciones a Hitchcock (su pecado capital), DePalma elabora un gran film que te engancha desde el primer minuto y cuya tensión va en aumento hasta llegar a un clímax antológico de esos que no se olvidan y te dejan el corazón en un puño.
Una gran película de cine negro.
8'5

lunes, 28 de marzo de 2011

25 AÑOS DE PIXAR

Vídeo resumen de los 25 años del estudio de animación Pixar. 25 años de diversión y emociones.

sábado, 26 de marzo de 2011

Portero de noche (Il portiere di notte,1973)


Hay películas que en su día fueron todo un escándalo pero que el tiempo pone en su sitio. Con la suficiente perspectiva que nos dan los 37 años transcurridos desde su estreno, se puede decir sin ningún problema que no era para tanto.



La historia de una señora que reconoce en el portero de noche de un hotel al oficial nazi que la torturó hace años no es una mala premisa. Tras la repulsión inicial, entre ellos se establece una turbia relación sado maso que fue lo que realmente levantó ampollas en los años 70. Ella se ha convertido en una señora burguesa, esposa de un afamado director de orquesta, y él se esconde de como portero de un hotel mientras intenta eludir a la justicia con la ayuda de otros nazis reciclados.
Cuando el inevitable encuentro se produce ambos caen inmersos en una relación casi tan tortuosa como lo fue durante la Segunda Guerra Mundial. Pero ella no deja de ser un testigo de lo ocurrido, un posible peligro para su torturador. Aunque él no quiera reconocerlo, ella es un peligro potencial.
Es cierto que hay escenas escandalosas pero todo resulta bastante forzado y light, como buscando provocar pero sólo lo justo. Estas escenas más explícitas o morbosas no tienen hoy día ningún valor destacable, sólo resultan aburridas. Mi escena preferida es la de la canción, la imagen de Charlotte Rampling ataviada con unos pantalones, unos guantes negros, unos tirantes y una gorra fue usada para promocionar el film, todo un acierto publicitario pero un engaño para los espectadores, tal atuendo sólo parece en una escena de apenas 2 minutos. Supongo que los españolitos que en su día cruzaron a Perpiñán para ver esta película quedarían bastante decepcionados, el film no es erótico, sólo es aburrido.
Yo nunca me acabé de creer las motivaciones de los protagonistas, la verdad. Entiendo que en otras manos esta peculiar historia podría haberse hecho mucho más creíble. Cavani no profundiza en los personajes, su estilo es muy frío e impenetrable, casi tanto como el rostro de Charlotte Rampling.
Además, la película es un tostón de cuidado, lenta y aburrida hasta decir basta. Ese es su mayor fallo. Liliana Cavani se muestra como una directora osada (o que sólo buscaba el escándalo) al mostrar a una mujer que decide entrar una vez más en el juego de su torturador. Pero la osadía debe ir de la mano del talento para realizar una buena película. También fueron osados los que hicieron Holocausto Caníbal o A serbian film al ir más allá en lo explícito pero por ello no son mejores cineastas (palabra que quizás les venga muy grande). Hace años vi otra película de Liliana Cavani llamada La piel y me dejó muy impresionado, hay escenas que aún tengo grabadas en mi memoria. Pero de Portero de noche sólo recordaré el aburrimiento que me provocó su visionado y la gélida belleza de Charlotte Rampling.

De Dirk Bogarde sólo puedo decir que sus películas me parecen casi todas un aburrimiento supino y que no me gusta nada como actor. Su aire de aristócrata venido a menos le quedaba muy bien a este personaje pero hacia el final naufraga con todo el film.

No sé si es una enferma historia de amor demasiado compleja para mí o sólo una pérdida de tiempo, pero me inclino por lo segundo.
4

miércoles, 23 de marzo de 2011

The Wall



Este viernes estoy en Madrid para asistir al concierto de Roger Waters en el que pone en escena su espectáculo The wall live. Nunca está de más recordar a The Wall, el disco que Pink Floyd publicaron en 1979, y la posterior película de Alan parker .




Cuenta Roger Waters que durante un concierto de Pink Floyd a mediados de los setenta un fan de la primera fila le estaba incordiando y sintió el impulso de golpear al sujeto y la necesidad de aislarse del público mediante un muro. Waters estaba experimentando la extraña sensación de odiar a su público. De ahí surgió la idea del disco conceptual The Wall en el que Waters vertió muchas experiencias personales.
En mi humilde opinión, el control de Waters sobre el disco es excesivo, anula al resto de sus compañeros configurando un disco demasiado largo y depresivo. Opino que las aportaciones del resto del grupo se echan de menos en muchos momentos. Pink Floyd funcionaba mejor cuando todos sus miembros aportaban ideas. Además, los discos conceptuales tienen sus detractores y sus partidarios (a mí me suelen gustar) pero creo que The wall se hubiera beneficiado bastante de un recorte en el número de canciones. Hay temas magníficos (Goodbye blue sky, Hey You, Confortably numb, Another brick in the wall, Mother, The trial etc) pero creo que algunos del segundo disco sobran dándole al disco un toque demasiado disperso (Vera, Bring the boys back home, The show must go on).


The Wall trata de un niño que no conoce a su padre, fallecido en la Segunda guerra mundial como el padre de Waters. La madre sobreprotectora llena la frágil mente de su hijo de inseguridades y miedos. La brutal educación en los colegios ingleses (con constantes humillaciones y castigos corporales) y el miedo a la guerra son otros ladrillos con los que se forma un muro en la frágil mente del niño para aislarse del mundo exterior. Algo muy parecido a lo que le ocurrió a Syd Barrett, primer líder de Pink Floyd. Con el tiempo el niño crece y se convierte en una estrella de rock llamado Pink (interpretado en el film por Bob Geldof) con serios problemas con las drogas y las relaciones afectivas. Pink se siente vacío y odia todo lo relacionado con el negocio musical: fans, groupies, agentes, etc. Pink vive dentro del muro que se creó en su mente cuando era niño. En su mente Pink se convierte en un dictador, el líder de un movimiento autoritario y racista.


La temática del disco no es muy alegre, la verdad, pero gracias a temas como Another brick on the wall o Confortably numb el disco fue todo un éxito, siendo el tercer disco más vendido de la historia y el más vendido en la década de los 70. A pesar del éxito, las relaciones entre Waters y el resto del grupo eran cada vez más tensas, The wall es más un proyecto en solitario de Waters que un disco de Pink Floyd. Los reclados de Rick Wright casi no se oyen e incluso fue expulsado del grupo por Waters, convertido en un déspota como el personaje de Pink. Incluso David Gilmour ve muy reducido su papel compositor, limitado a sólo unas pocas canciones.

Pink Floyd hizo una gira para presentar el disco en 1980 y 1981, pero la idea de Waters de ir creando en escena un muro que les separara del público y otros elementos escénicos (como proyeccionbes o hinchables gigantes) hicieron que la gira fuera realmente costosa y el grupo perdió dinero. Sólo Rick Wright ganó dinero con la gira, ya no era miembro oficial del grupo sino un contratado con un salario.

En 1982 el director Alan Parker (Birdie, El corazón del Angel, Fama, The commitments, Evita) adapta al cine la complicada y amarga trama del disco. Parker prescindió de los diálogos y se centró en el guión de Waters, plasmando magistralmente las obsesiones allí relatadas. Las imágenes de Parker complementan perfectamente a la música, de hecho, hay momentos bastante impactantes. Muchas canciones cobran un sentido nuevo al estar acompañadas de imágenes, dando a la obra un sentido mucho más rico en matices. En Another brick in the wall, vemos las imaginaciones del niño en las que ve a los estudiantes como seres sin cara que alimentan una máquina trituradora de carne. Como si fueran educados desde niños para ir directos al matadero, para morir en una guerra como en la que murió su padre, son seres sin personalidad ni rostro para un estado opresor que nunca los ha tratado con dignidad. Igualmente vemos en imágenes el deseo de Pink de rebelarse contra tesa situación y destrozar violentamente la escuela.


Parker decidió incorporar la animaciones de Gerald Scarfe para representar las alucinaciones que ocurren dentro de la mente de Pink. Las oníricas escenas de los escolares sin cara tirados a una máquina trituradora, las cruces sangrantes, los martillos, los bombarderos, las flores copulando violentamente o el juicio son de una fuerza inusitada, quedando para siempre en la mente del espectador.

Al igual que en el disco, la película es cada vez más confusa llegando a momentos de verdadera locura en los que es imposible distinguir las alucinaciones de la realidad. Parker crea una pesadilla bastante indigesta para los no iniciados, pudiendo resultar un film bastante críptico y duro para los amantes de High school musical.
The Wall no es un musical como los de décadas anteriores, nada que ver con Siete novias para siete hermanos o Sonrisas y lágrimas. Tampoco es un film agradable ni fácil de ver, no era ése el objetivo. Es una pesimista radiografía del mundo en el que vivimos según Roger Waters: depresión, aislamiento, capitalismo salvaje, drogas, guerras por intereses económicos, etc. A mí me gustó cuando lo vi y aún retengo sus impactantes imágenes frescas en la memoria.



No es The Wall una película apta para todos los públicos, tiene ciertos fallos heredados del disco: es demasiado pesimista y confusa, pero sigue siendo una experiencia única.

8

In memoriam: Elizabeth Taylor


Nos ha dejado Elizabeth Taylor. Poseedora de una perturbadora belleza y una frágil salud de hierro, Taylor representó como nadie a esa mujer débil que debe crecerse ante la adversidad. Ya fuera como una esposa que debe ganarse el respeto de la familia de su esposo o como una faraona que debe luchar por el trono de Egipto con su hermano o como una mujer ignorada por su marido, la Taylor siempre dio la talla.
Su vida privada fue casi más agitada que cualquiera de sus películas: casada ocho veces (dos de ellas con Richard Burton) y con múltiples problemas de salud. Con ella se nos va otra estrella del cine clásico (ya sólo nos queda Kirk Douglas).


martes, 22 de marzo de 2011

Following (1998)


Christopher Nolan empezó su carrera con esta curiosa película sobre un tipo que se dedica a seguir a personas anónimas sin ningún motivo. Un aburrido escritor decide salir a la calle para seguir a personas anónimas en busca de ideas para sus libros. La cosa se complicará bastante cuando uno de sus objetivos se da cuenta de que le siguen.

Si Aronofsky dejó claras en Pi las claves de su cine posterior, Nolan hizo lo mismo con su ópera prima. Following sólo tiene 4 actores con frase y está rodada con muy pocos medios y en blanco y negro, pero aún así Nolan logra que el film se vea con el suficiente interés. El guión tiene una compleja estructura narrativa formada por continuos saltos en el tiempo, adelante y atrás. Algo que su autor desarrollaría hasta sus últimas consecuencias en films posteriores, pero que aquí ya nos mantiene clavados a la silla durante los escasos 70 minutos que dura el film.

Nolan logra que sepamos en todo momento en qué punto de la historia estamos gracias a precisos detalles. Un corte de pelo, un traje o una cara apaleada nos indican en qué momento de la historia estamos, detalles que nos obligan a estar atentos para no perdernos. Los amantes de las historias lineales están avisados. Veremos alternativamente al protagonista con distinta apariencia pero no sabemos qué ha provocado el cambio. Le veremos rebuscar en un cajón en busca de algo que aún no nos han mostrado, le vemos robar una caja fuerte sin saber qué busca y le vemos apaleado pero no sabemos por quién ni el porqué. Toda esta información nos la va dando un elaborado guión en el que nada es lo que parece. Los continuos saltos en el tiempo (el film es en sí un flashback) hacen al espectador desear saber qué está provocando los cambios entre uno y otro momento, algo que Nolan perfeccionó en Memento o El truco final.

Al resultado final le restan bastantes enteros el escaso presupuesto (poco más de 6.000 euros), la poca experiencia de los actores y el estilo amateur/independiente heredado de todo lo anterior. Nolan rodó la película con amigos de universidad como actores y rodando los fines de semana de un año entero. Nada que ver con los rodajes con decenas de millones de dólares y estrellas de primer nivel de El caballero oscuro o Inception.

Desde luego, Following no es su mejor obra, pero es el interesante inicio de la carrera de uno de los mejores directores del momento.

6,5

lunes, 21 de marzo de 2011

Pi, fe en el caos (π ,1998)


Todo el universo está regido por unas leyes matemáticas. Desde el más ínfimo átomo a la órbita de los planetas, todo lo rigen las matemáticas. Ocultas leyes y proporciones que el hombre sólo puede vislumbrar. Nuestra existencia está llena de números que regulan nuestras vidas sin nosotros saberlo, las espirales, el crecimiento del pelo, las proporciones áureas, todo son matemáticas. ¿Existe acaso un plan maestro? ¿Un orden dentro de todo este caos que es la vida?¿Se puede llegar a entender sin volverte loco?



El film es una compleja trama en la que las matemáticas se mezclan con la bolsa de Wall Street y la religión judía. Para la religión judía el nombre de Dios es impronunciable, su nombre real es una sucesión de 216 cifras divididas en 4 columnas, si a cada cifra le asignas una letra obtienes el Tetragrammaton. Las cuatro primeras letras son YHVH, lo que dio origen a las palabras Jehova y Yahvé para referirse a Dios. Así pues, el Dios hebreo no es un señor con barba o un ojo en el cielo, es un número. Interesante. La cábala es el estudio de los designios divinos a través de los números, incluso hay programas de ordenador que buscan significados ocultos en la Torá. En la festividad del Yom Kipur el rabino entra en el templo y enumera tres veces todas las cifras que forman el nombre de Dios.

En Pi Darren Aronosky (El cisne negro, Réquiem por un sueño, The Wrestler, La fuente de la vida) bucea en los misterios de los números y su importancia desde el punto de vista religioso. A través de un personaje que intenta llenar los huecos de su mísera existencia con la lógica nos sumerge en una pesadilla en la que religión y ciencia se confunden con la locura. Una película extraña e insoportable por momentos en la que se ven claros los cimientos del futuro cine de su autor. La obsesión y la enfermedad mental que han marcado toda su carrera ya están aquí presentes. El conocimiento no lleva a la felicidad sino al más absoluto caos mental. La esquizofrenia acabará apoderándose del protagonista, quien decidirá terminar con la pesadilla de una forma bastante drástica. En la escena final, el protagonista aparece en un parque, tranquilo al fin, su paranoia y su ansiedad han desaparecido, pero el desasosiego del espectador continuará hasta unos días después de ver el film.

La radical propuesta de Aronofsky resulta especialmente indigesta y cruda en esta su primera película. A la lógica falta de medios hemos de sumar una premeditada estética desagradable y fea. Si encima le sumamos una trama confusa sin ninguna concesión a la comercialidad, obtenemos una propuesta tan original como minoritaria. Pi es la primera obra de culto de Aronofsky y su film menos comercial. Aronofsky inició su carrera en 1998 con esta barata y original cinta en la que se puede adivinar germen de toda su filmografía posterior.

Dios existe y es un número.

6


sábado, 19 de marzo de 2011

Ispansi


Carlos Iglesias demostró con su primera película Un franco, catorce pesetas que era bastante más que el cómico que salía haciendo de hijo de Pepe Navarro en Esta noche cruzamos el Mississipi. Su papel de Pepelu lo catapultó a la fama y él se dejó querer por la televisión en aquella flojita y repetitiva serie que era Manos a la obra.Yo prefiero que siga con su etapa de director antes de que se estanque en papeles de graciosete cascarrabias. Lo prefiero ya que opino que este tipo tiene talento como actor y es un director comprometido.


No es que Un franco, catorce pesetas fuera una obra maestra pero era un film honesto que destilaba un aire de merecido homenaje a toda una generación de españoles que tuvieron que emigran en busca de un trabajo. Muchas vivencias personales y familiares estaban reflejadas en esa película. Iglesias salió airoso del envite entregando un film ameno y didáctico que conseguía evitar la moralina barata y el panfleto político.
Ahora repite aventura con una historia aún más arriesgada, Ispansi, una historia sobre los niños españoles que emigraron a La Unión Soviética huyendo de la guerra civil. Iglesias esta vez no consigue unos resultados tan satisfactorios como con su opera prima, esta historia es bastante más compleja técnicamente y necesitaba mucho más presupuesto. En el film se notan demasiado las limitaciones de un presupuesto demasiado ajustado pero el film fracasa no por la falta de dinero sino por el exceso de ambición.

En su intento de homenajear a toda una generación de españoles que no pudieron volver tras la guerra civil, Iglesias ha intentado abarcar demasiado y la cosa no cuaja. Los actores están bien pero no resultan creíbles debido a una mala presentación de personajes, el guión flojea mucho en ese aspecto, no logra que simpaticemos con los personajes y así no es posible emocionarse con sus aventuras y desventuras. Carlos Iglesias trata por todos los medios de emocionarnos pero apenas lo logra, el guión no da líneas de diálogo suficientes como para que los secundarios cobren la necesaria importancia. Ni siquiera llegamos a identificar a los niños, algún personaje muere demasiado pronto y sin una sola línea de diálogo, por lo que no sentimos nada por la tragedia. Cuando en un posterior flashback (no muy bien introducido) se nos narra la historia del personaje ya es demasiado tarde, se ha perdido el efecto. Quizás una narración lineal hubiera sido mucho más efectiva.

El film se ve con agrado y no aburre nunca pero se le ven las cartas demasiadas veces. Además cae en el pecado de cargar las tintas sólo contra uno de los bandos de la contienda, sin narrar apenas las miserias del estado soviético. Se ven largas colas en las tiendas pero poco más se critica de la URSS de Stalin. El montaje es en general demasiado rápido, sin dejar tiempo para que las situaciones narradas calen en el espectador. Intenta narrar demasiadas cosas en demasiado poco tiempo. Quizás esta historia necesitaba media hora más o un director más experto capaz de sacar todo el partido a la historia.


Con un guión más trabajado y más presupuesto hubiéramos estado ante una película realmente notable. Un muy buen intento, pero esta vez no ha salido bien.
4'5

miércoles, 16 de marzo de 2011

Cine de catástrofes: terremotos, tsunamis y centrales nucleares



Hechos tan trágicos como los que están ocurriendo actualmente en Japón han servido de fuente de inspiración para un buen montón de películas. El género de las catástrofes se ha nutrido de terremotos, epidemias, naufragios, meteoritos, erupciones volcánicas, tsunamis, crisis nucleares, incendios, trenes imparables y accidentes de todo tipo.



En El coloso en llamas (de 1974 y mi peli de catástrofes favorita) un rascacielos se incendia el día de su inauguración (algo que recuerda vagamente al caso del Titanic, que naufragó en su viaje inaugural). En La aventura del Poseidón (1972) un transatlántico es barrido por una ola gigante y se queda bocabajo. En Aeropuerto (1970) es un avión de pasajeros el que sufre serios problemas para acabar su viaje y en Terremoto (1974) te puedes imaginar lo que ocurre.

En todas estas películas de catástrofes de los años setenta se observan los elementos básicos del género: Una amenaza incontrolable, escenas espectaculares, un héroe que intenta salvar al mayor número de personas posible, muchos secundarios que sabemos que van a ir cayendo uno tras otro, una oda al esfuerzo y al sacrificio, estrellas de relumbrón venidas a menos y un final feliz no exento de cierta amargura por las numerosas víctimas. Por muy grave que fuera la tragedia, siempre quedaba hueco para la esperanza. Al fin y al cabo, era cine de entretenimiento, un cine de palomitas para ver y disfrutar sin mayores pretensiones.

También hubo otras películas más serias, más adultas, menos destinadas a un público adolescente. Un par de interesantes ejemplos serían La amenaza de Andrómeda (1971) y El síndrome de China (1979). En La amenaza de Andrómeda una mortal epidemia arrasa un pueblo y amenaza con extenderse por todo el planeta, del pueblo sólo han sobrevivido un bebé y un borracho. En El síndrome de China nos encontramos con un apasionante relato sobre un accidente en una central nuclear. Algo muy parecido a lo ocurrido en Fukushima. Por cierto, el film recibe su nombre de la improbable teoría que dice que el núcleo fundido del reactor nuclear podría atravesar la corteza terrestre y llegar hasta las antípodas (China en el caso de Estados unidos). Doce días después del estreno del film ocurrió el incidente en la central nuclear de Three Mile Island en Harrisburg, Pennsilvania, lo que supuso una impagable publicidad para el film. Eran visiones más realistas de este tipo de catástrofes y, por lo tanto, mucho más aterradoras.

Si de aterrar se trata, incluso podemos considerar cine de catástrofes films como Los pájaros si consideramos a los pájaros como una fuerza de la naturaleza descontrolada. Igualmente Tiburón puede ser vista como un film de catástrofes o del hombre contra la naturaleza. Apurando aún más, yo siempre he pensado que La jungla de cristal no deja de ser una peli de catástrofes que cambia una amenaza natural por un grupo terrorista. Incluso Stallone se sumó a la moda en los años 90 con Pánico en el túnel. Pero indudablemente, Titanic de James Cameron es la película definitiva sobre catástrofes aunque (en mi opinión) demasiado edulcorada por una historia de amor bastante previsible.

Los japoneses tuvieron su propio cine de catástrofes con Godzilla, ese dinosaurio despertado de su letargo y mutado por la radiación de las bombas atómicas que los norteamericanos tiraron en Hirosima y Nagasaki en 1945. Hubo un total de 28 películas sobre el personaje (sin contar el ridículo remake de Emmerich). Los títulos de las pelis de este personaje y sus argumentos son de lo más delirante. En una de ellas una nube de polución se convierte en un monstruo contra el que Godzilla debe acabar. Una metáfora un tanto zafia de los problemas medioambientales. Con el tiempo Godzilla fue evolucionando de ser una amenaza para el Japón a ser su protector frente a otros monstruos aún más bizarros. Como dato curioso cabe destacar que el Godzilla del remake norteamericano se origina por las pruebas nucleares francesas en la polinesia y no por las bombas atómicas norteamericanas, siempre echando la culpa a otros.

Este subgénero tuvo su apogeo en los años setenta aunque recientemente hemos sufrido un tsunami de remakes innecesarios. Ya hemos citado a Roland Emmerich, quien ha actualizado el cine de catástrofes a base de efectos digitales y malas películas. Tampoco Shyamalan tuvo mucha suerte con su intento de hacer una película de catástrofes sin amenaza alguna en su lamentable El incidente.

Es muy posible que los acontecimientos que estamos viviendo actualmente generen alguna película, esperemos que esta vez la realidad no supere a la ficción.

martes, 15 de marzo de 2011

La duda (Doubt, 2008)


1964, en un colegio católico del Bronx surge la duda sobre la integridad de un sacerdote.



Aunque la trama de la película parezca una anécdota algo simple, la realidad es que da bastante que pensar (o por lo menos a mí me hizo pensar). El guión de John Patrick Shanley (que adapta su propia obra con la que ganó el Pulitzer) tiene una precisión milimétrica, ni sobra ni falta una sola coma. Se apuntan muchos y muy interesantes temas de debate: la intolerancia, la injuria, la homosexuallidad, los abusos, el racismo, etc.

Algunos detalles del guión nos situan en la convulsa sociedad norteamericana de los años 60 y en los cambios que en ella se estaban gestando (la foto del Papa Pío XII, los bolígrafos, etc). Los sermones del padre Flynn me parecieron geniales y esclarecedores de la nueva corriente católica del Concilio Vaticano Segundo (1962-1965) de Juan XXIII. La confrontación entre 2 formas de pensar, de vivir y de educar está servida. Mientras el mundo gira y cambia inexorablemente, algunos se empeñan en negar el movimiento.


La caracterización de Meryl Streep (hay que ver lo mal que me caen siempre los personajes de esta señora) es brillante aunque su personaje sea genialmente gris y severo. Philip Seymour Hoffman nos regala otra interpretación tan contenida como genial. Amy Adams (Encantada) nos llega a hacer dudar de si realmente es tan inocente como su personaje. Viola Davis sólo sale en una escena pero realmente lo borda. Pocas veces he visto una película con tan pocos actores con diálogo y que todos estén tan bien.


Si a un guión excelente (aunque claustrofóbico y lastrado por su origen teatral) le sumas unas interpretaciones perfectas sólo nos puede dar como resultado un buen film. Para mí este film es CASI perfecto pero no es una obra maestra ya que no atrapa lo que debiera. El agobiante ambiente teatral que planea sobre el film y la falta de toques de humor pueden provocar aburrimiento en muchos espectadores. El director John Patrick Shanley (autor de la controvertida Joe contra el volcán) hace un trabajo notable de dirección de actores, pero no olvidemos que los conflictos entre monjas y sacerdotes no son lo más apropiado para ver con los amigos.


Un film que gustará mucho a los amantes de los dramas (clericales o no) en los que aparentemente no pasa nada, a los profesores y a los académicos de Hollywood pero que quizás al resto del público le dejará algo frío en espera de alguna conclusión obvia a la que aferrarse. El film no da respuestas, ni propone soluciones, sólo genera dudas.


7


sábado, 12 de marzo de 2011

Nunca me abandones (Never let me go)


Muchos dirán que esta película es un tostón o una pastelada insufrible. Otros la tildarán de peli pretenciosa y sobre valorada, sólo apta para gafapastas. Es su opinión y es totalmente respetable e incluso puede que no les falte razón. Pero el cine está hecho (o debería estarlo) de emociones y éstas son muy subjetivas. Concretamente, yo acabé la película con un nudo en la garganta y las lágrimas a punto de escaparse.



Los momentos finales del film con Carey Mulligan (An education) observando el paisaje a través de una alambrada en la que ondean al viento unos plásticos me pareció toda una metáfora de nuestra existencia. Somos como esos trozos de plástico o trapo atrapados en los alambres, nos movemos mecidos por el viento pero no nos desplazamos, permanecemos anclados en un punto sin movernos, fijos, esperando que llegue el final. Suena a horterada así escrito, pero así lo sentí.


Never let me go no es un film fácil de ver, está lleno de enfermos y hospitales. También hay niños en un colegio y un triángulo amoroso, pero nada es como debiera en este universo alternativo en el que la ciencia ha vencido a la moral y a la piedad. Un mundo en el que hay humanos de segunda clase. Como si de Fahrenheit 451 se tratara, la sociedad ha sido vencida por el miedo. Curiosamente, no hay en la peli ninguna referencia directa a la religión o la moral, es el espectador quien debe sacar sus propias conclusiones.
En el film la sociedad parece instalada en una confortable pasividad. Sólo unos pocos sufren las consecuencias del cruel sistema, todos los demás salen beneficiados, la mayoría manda. El film plantea un problema moral que quizás no esté tan lejos de nuestra sociedad actual.

Puede que el mensaje sea demasiado moralista o el envoltorio sea demasiado emplalagoso pero yo acabé metido de lleno en la trama. Incluso lo pasé bastante mal en alguna escena, debo estar sensible. Puede haber pasado que la maravillosa fragilidad de Carey Mulligan me arrastró dentro de la historia o que Keira Knightley me haya sorprendido por una vez como actriz o que la cara de empanao de Andrew Garfield me haya conmovido. Quizás se debió a la exquisita combinación de fotografía y música (no en vano el director es Mark Romanek, famoso director de videos musicales) o al mensaje final del film: aprovecha el tiempo que te queda de vida, sé feliz, nunca es suficiente.
Si estás harto de ñoñerías de amores adolescentes o te gusta pasarlo mal viendo una peli, no te la pierdas. Los duros de corazón pueden ver Torrente 4, allá ellos.

7


viernes, 11 de marzo de 2011

El gran Vázquez


Hay vidas que bien merecen una película. Me refiero a estas personas reales que por su peculiar forma de entender y vivir la vida son dignas de merecer un biopic. Mientras los norteamericanos hacen biopics sobre rockeros o cantantes, era lógico que en España se hiciera lo propio sobre vividores y pícaros.


Manuel Vázquez Gallego fue un dibujante de cómics creador de personajes como Anacleto, Agente secreto, La familia cebolleta o Las hermanas Gilda, incluso creó un personaje sobre sí mismo y sus aventuras para evitar a los cobradores. Vázquez formó parte de la época dorada del cómic en España, coetáneo de Ibañez y otros muchos de la mítica Editorial Bruguera, incluso su vida parece sacada de uno de sus tebeos.
Tanto los que busquen un nuevo Torrente como los que busquen la típica película española sobre la postguerra se equivocarán totalmente. El director Óscar Aibar fue escritor de historietas en revistas como Totem o El Víbora antes de estrenarse como director en 1995 con Atolladero, e incluso llegó a colaborar con Vázquez. Aibar narra la peculiar forma de vivir de Vázquez como si de una historieta se tratara, siempre con un tono desenfadado muy propio del mismo Vázquez. La verdad es que la peli destila admiración por un personaje tan caradura y canalla que hasta resulta simpático (aún más en la piel de Santiago Segura). Hacia el final la trama se pone algo más seria pero Aibar mantiene el ritmo y consigue quitarle mucho hierro al asunto evitando caer en el drama propiamente dicho.

El estilo narrativo y visual es todo un homenaje a esos tebeos con los que creció más de una generación de este país. Con esta historia se podría haber hecho un drama en toda regla o una comedia alocada pero el director consigue quedarse en un gratificante equilibrio entre la parodia y el homenaje. Parece un cruce entre Atrápame si puedes de Spielberg con las comedias de Alfredo Landa. Es cierto que muchas situaciones parecen irreales y forzadas pero la vida de Vázquez fue así. Si no te explican que está basada en hechos reales, no te la creerías. Ya sabemos que a veces la realidad supera a la ficción. La historia de Vázquez sólo era posible en la España de los años 60, no sería posible hoy día, la gente ya no es tan ingenua y tanta tecnología nos tiene totalmente controlados.

Los actores están bien, Santiago Segura cumple en su papel de canalla (los que mejor le salen) aunque a veces parece que estamos viendo a Torrente y en los momentos más serios no transmite demasiado. No es un gran actor pero estos canallas le salen bordados. De los secundarios (todos cercanos a la sobreactuación que el film requiere), me quedo con Alex Angulo. También aparecen dos de los actores de Muchachada Nui: Ernesto Sevilla y un casi irreconocible Carlos Areces.

Yo pasé un rato entretenido y la peli me gustó, sin ser ninguna maravilla.
6


miércoles, 9 de marzo de 2011

Winter’s bone


Una chica de 17 años que debe encontrar a su padre antes de perder lo poco que le queda. Con una madre incapacitada y dos hermanos pequeños a su cargo, la tarea no será nada fácil.



Basado en la novela homónima de Daniel Woodrell, Winter’s bone es un film independiente enmarcado en la América rural más deprimida. Que quede claro, Winter’s bone no es un film divertido ni ameno, más bien todo lo contrario. Es un duro drama familiar con estructura de película policíaca. Un retrato poco edificante de la sociedad rural norteamericana: drogas, hampa, miseria. Esa América rural de casas destartaladas, gallineros vacíos y vallas hechas con parachoques, lo que se suele llamar white trash.

El guión nos sumerge en un mundo rural en el que la familia tradicional se resquebraja por momentos ante los ojos de la protagonista. Al padre desaparecido y a la madre ausente hemos de sumar la precariedad económica y el ambiente de miedo y silencio que reina en el condado. Una olla a presión que lleva demasiado tiempo a punto de explotar. Las preguntas de la sufrida protagonista en busca de su padre pueden hacer que muchos secretos a voces salgan a la luz. La familia es una vez más mostrada como la base de la sociedad, pero cuando varios miembros de una misma familia están implicados en asuntos turbios la familia puede ser toda una maldición.
La peli es interesante y se deja ver, sobre todo por la estimable labor de Jennifer Lawrence, sólo por su mirada vale la pena ver esta película. Ojito con esta chica, acordaros de su nombre que seguro que dará mucho que hablar. Lawrence es la particular heroína que luchará por resolver un misterio y salvar a su familia. Los adultos se nos presentan como inútiles, seres incapaces de sacar a flote a una familia o llevar una vida normal alejados de las drogas. Incluso el personaje del sheriff está lleno de matices. Me resultó curioso que casi todos los personajes femeninos parezcan ser esclavas sometidas a algún personaje masculino. En su periplo, la joven va visitando a todos aquellos que tuvieron relación con su padre, como si de una tragedia griega se tratara, en cada visita es recibida por una mujer que le advierte del peligro que corre. Sólo ella parece dispuesta a romper el círculo vicioso de sometimiento. Ingresar en el ejército parece ser su única oportunidad de lograr la ansiada estabilidad económica y familiar.

Todo este desolador panorama está perfectamente plasmado en imágenes por Debra Granik quien dota al film de una gélida atmósfera. La fotografía y la dirección de actores son más que correctas pero Granik fracasa a la hora de hacernos suficientemente interesante la trama. A veces el ritmo decae y la peli se hace algo pesada. Demasiados puntos muertos hacia el final. Por cierto, la escena en el bote me resultó bastante indigesta, supongo que ése era el propósito.

A mí el film se me hizo algo pesado, la verdad. La trama y las interpretaciones están muy bien pero la peli me dejó frío.

6


lunes, 7 de marzo de 2011

Enredados(Tangled)


Me agrada que Disney esté remontando el vuelo. Tras la interesante Tiana y el sapo, Disney vuelve a acertar con Enredados, su película de animación nº 50. Esta historia de princesas, brujas y encantamientos no es que sea muy novedosa pero tiene suficientes puntos de interés como para convertirse en todo un clásico.



Primeramente, el apartado visual es sobresaliente, hay alguna escena realmente preciosa, de esas que te dejan con la boca abierta. La escena de la los farolillos en el lago es simplemente antológica. Igualmente hay persecuciones y peleas perfectamente planificadas y coreografiadas. Las escenas de la taberna o la mina son todo un prodigio de animación.
Además se han trabajado bastante algunos secundarios realmente memorables como el camaleón Pascal, el caballo Maximus o el anciano de la taberna (cuyo nombre desconozco). Son unos secundarios más dirigidos a un público adulto que al infantil. ¿Y qué decir de la villana de la función? una Madre Gothel realmente  perversa y maravillosa, una villana inolvidable, como el resto del film.



Supongo que algo habrá tenido que ver la mano de John Lasseter (fundador y antiguo jefe de Pixar) para que este film mejore notablemente respecto a los últimos estrenos de la factoría Disney.También el ritmo de la película es muy acertado, la acción no tiene parones innecesarios ni las inevitables canciones llegan a aburrir, más bien todo lo contrario. ¿Cómo iban a hacerlo si son de Alan Menken? Menken me pareció especialmente inspirado, sus canciones para esta peli son de lo mejor que ha hecho en bastantes años.

 El film cumple sobradamente con los cánones que Disney lleva elaborando toda la vida: canciones, elogio de la familia y un final previsible desde el minuto 1. Aún con todo, la peli vale la pena, divierte y emociona a partes iguales.

Yo pasé un rato muy ameno la primera vez que la vi, que es de lo que se trata ¿no?. Además os aseguro que el film gana con los sucesivos visionados, cosa que no es habitual que me ocurra con el cine de animación destinado al público infantil. La he visto decenas de veces gracias a mis hijos y reconozco que yo también he acabado enganchado a este maravilloso film.

7,5



jueves, 3 de marzo de 2011

Pan negro (Pa negre)



Hace años, de niño, vi una película de Agustín Villaronga. Era una película claustrofóbica y enfermiza sobre un pederasta nazi encerrado en un pulmón de acero, se llamaba Tras el cristal (1987). Durante años ha sido una de mis películas españolas favoritas. Al menos era valiente y arriesgada. No es de extrañar que Villaronga haya pensado seriamente en dejar el cine debido a la dificultad para lograr financiación para sus particulares películas. Tras años aceptando encargos, ahora parece que ha regresado por la puerta grande con Pan negro.


Muchos opinan que ya basta de cine español sobre la guerra civil y la postguerra, puede ser. Pero, cuando los temas están bien tratados creo que son inacabables. Pan negro nos devuelve una vez más a esa España rural de los años 40, esa España de vencedores y vencidos. Quizás tampoco la idea de un muchacho que descubre el mundo de los adultos sea nueva. Pero Villaronga logra algo que pensábamos que ya no era posible: hacer interesante esta historia a ojos del espectador.
Con un pulso narrativo impecable y una prodigiosa puesta en escena, la película es toda una delicia. Ya desde la impactante escena inicial sabemos que no estamos ante un film corriente, del montón, uno más sobre las consecuencias de la guerra civil. La peculiar mirada de su autor (a veces tierna y a veces cruel) se nota en cada uno de los planos. Villaronga logra atraer al espectador tanto en los momentos más mundanos y cotidianos como en los pasajes más duros. Yo retengo aún en mi memoria algunos momentos de gran cine: el paso del tiempo con el sonido del reloj sonando en habitaciones vacías, los alimentos sobre una mesa ante la mirada de un niño hambriento, las cortinas que el viento mece despreocupadamente, un niño tumbado sobre un tejado, etc.
Esta historia de descubrimiento es también una historia de misterio e intriga, casi de terror. Algunos elementos ya presentes en Tras el cristal vuelven a aparecer en Pan negro aunque bastante suavizados: los abusos, el sexo, el aprendizaje, la crueldad. El joven protagonista irá descubriendo poco a poco el mundo de envidias, resentimientos y mentiras de los adultos. Una iniciación que nunca es fácil ni agradable (siempre es mejor vivir en la ignorancia o la fantasía que descubrir la verdad del mundo) pero es aún más terrible en un ambiente tan opresivo como el de la España rural de los años 40. Los caciquismos y represalias estaban al orden del día, no era un buen lugar para crecer.
La historia puede tener paralelismos con películas como La lengua de las mariposas o Secretos del corazón, pero aporta un punto de vista distinto más cercano a películas como La cinta blanca o Terciopelo azul de Lynch. El guión elabora una ingeniosa red de personajes (en la mayoría femeninos) totalmente creíbles y reconocibles. Los diálogos obligan al espectador a estar atentos en busca de la solución a un misterio del cual vamos recibiendo incesante información a cuentagotas. A destacar el genial trabajo de todos los actores, me es difícil destacar a unos sobre otros, sólo diré que Laia Marull y Nora Navas demuestran que con un buen papel son capaces de emocionar a base de gestos y sentimientos reprimidos. Algo nada fácil. Los niños también bordan sus papeles, tanto Francesc Colomer como Marina Comas están excelentes. No son los típicos personajes de niños inocentes. Actores ya consagrados como Sergi López o Eduard Fernández están bien.

El hecho de estar rodada en catalán puede que le haya restado espectadores, yo mismo la he visto doblada al castellano, pero la historia vale la pena.

A mí el film me ha gustado y opino que es la justa ganadora de los Goya de este año.
7,5

martes, 1 de marzo de 2011

Valor de ley (True grit)


Puede que los hermanos Coen sean los únicos directores realmente libres de Hollywood: se mantienen independientes, ruedan lo que quieren, los actores se pegan por trabajar con ellos y sus pelis reciben un buen montón de premios y candidaturas. Hasta 10 nominaciones al Oscar ha tenido True grit, aunque no ganó ninguna de ellas.


Los Coen se saben inclasificables y ahora se descuelgan con una adaptación del libro de Charles Portis que ya tuvo una versión cinematográfica en 1969 protagonizada por John Wayne. Por el personaje de Rooster Cogburn Wayne ganó su único Oscar, ahora Jeff Brigdes también ha sido nominado interpretando el mismo personaje. ¿A qué viene hacer un remake? No sé, los Coen hacen lo que quieren.

Puede que no se diferencie demasiado del primer film o que sea un remake innecesario pero los Coen impregnan el film de su particular universo: venganza, anti héroes, personajes extravagantes, elipsis narrativas (no mostrar acontecimientos importantes), religión y momentos absurdos. El film es Coen 100%, para lo bueno y para lo malo. Lo bueno es una impecable factura técnica y un ritmo perfecto, lo malo es que puede dejar algo frío a más de uno (algo ya habitual en su cine). Si buscas un western al uso como los de los años 50 y 60, Valor de ley es algo que se le parece bastante. Yo destacaría alguna escena realmente memorable como el encuentro con el dentista, el ahorcado o el precioso plano final de las tumbas en el cementerio. Puro cine intemporal. Uno de los mejores westerns de los últimos 20 años, si olvidamos su pecado original: es un remake.

El problema es que los Coen se quedan en la corrección formal y no aportan realmente nada nuevo a la historia. La peli está perfectamente rodada e interpretada pero poco más. Si tienes reciente en tu memoria el original, puede que te parezca una copia innecesaria. Pero yo opino que está mejor hecha y es mejor película. Puede que sea una de las escasas ocasiones en las que el remake me parece mejor que el original. La música de Carter Burewll me parece soberbia, también la fotografía y toda la puesta en escena es asombrosa. El personaje de Cogburn que hace Bridges me ha gustado más que en la original, Bridges borda su papel de viejo marshall cascarrabias y borracho. Sus diálogos con Damon son tremendos.
Igualmente el personaje de la joven con sed de venganza me parece mucho más rico y lleno de matices. La joven Hailee Steinfield dota a su personaje de una determinación impagable. Su fuerza de voluntad es el verdadero motor de la trama. Ya su imagen con esas coletas y ese sombrero (que despiden fuertes convicciones religiosas y morales) es inolvidable.

Por su parte, Matt Damon sorprende gratamente. También aparecen brevemente Barry Pepper y Josh Brolin como unos villanos bastante peculiares.

Recomendable, sólo se puede decir en su contra que es un remake.

7