lunes, 29 de abril de 2013

Casual day (2007)


Nos guste o no, el trabajo es una parte fundamental de nuestras vidas. Excepto unos pocos afortunados, todos necesitamos un medio de ganarnos la vida. Es curioso que, en un país como el nuestro en el que la ausencia de trabajo es todo un problema (ya tragedia) nacional, se hayan hecho tan pocas películas sobre el paro. Los lunes al sol me parece una de las mejores aproximaciones patrias a este espinoso asunto. Quizás el cine social no haya tenido en nuestra filmografía el tratamiento que ha tenido en otras como la inglesa con el siempre incómodo Ken Loach. Pero aún me llama mas la atención que incluso se hayan hecho menos películas en nuestro país sobre el mundo laboral.

Como ser social que es, el ser humano tiende a relacionarse con sus iguales en cualquier situación y el mundo laboral no es una excepción. Una empresa es una gran familia que incluye a personas de muy distintos pelajes y en muy diversos roles. No todos podemos ser jefes, tampoco todos valdríamos para ello (aunque nos guste pensar que sí y que lo haríamos mucho mejor).


 Casual day es una práctica importada de Estados Unidos (de dónde iba a ser) en la que los empleados de una empresa dedican un día (generalmente un viernes) a ir de excursión al campo para realizar distintas actividades fuera del ámbito laboral y así estrechar lazos y reforzar su idea de equipo. Partiendo de esta idea Max Lemcke realizó una estupenda radiogafía del mundo laboral moderno. En sus personajes podremos reconocer a personas que son habituales en casi cualquier empresa: el pelota, el implicado, el tiburón, el enchufado, el trepa, el resentido, el pringado, etc. Casual day no es una comedia al uso, tiene un trasfondo agridulce y las risas que provoca no están exentas de cierta amargura. A mí me vinieron algunas preguntas a la cabeza: ¿Realmente sirven para algo estas prácticas? ¿Se olvidan los roles laborales fuera de la empresa? ¿O sirven para extender los roles laborales al ámbito personal?
 Tengo que reconocer que el film no empieza bien, la larga escena con Marta Etura me pareció un inicio muy poco acertado. Etura me parece una ctriz estupenda pero su escena me pareció que no está bien hilvanada con el resto de la historia. A partir de ahí, creo que pocas objeciones se pueden poner a la película. Este tipo de películas creo que son necesarias ya que hacen la función de reflejar una realidad de la que quizás muchos no seamos conscientes. Si además lo hace desde un punto de vista irónico, pues mucho mejor.


Con una idea interesante y un buen guión ya tienes mucho camino recorrido, sólo hace falta un buen plantel de actores. Por suerte, en Casual Day están todos perfectos en sus personajes. Yo me quedo con el maestro Juan Diego y su excelente reconstrucción del típico jefe que te está jodiendo y te lo vende como si te estuviera haciendo un favor. Se nota que en la elaboración de los personajes ha habido mucha observación. Impagable la escena entre Juan Diego y Malena Alterio. También Luis Tósar borda su personaje de tiburón de los negocios. Todo el elenco está francamente bien, incluso Arturo Valls consigue no pasarse en su eterno personaje de caradura (otro ser que siempre pulula por el mundo laboral).

Lo dicho, recomendable para todos aquellos que tienen (o alguna vez tuvieron) un trabajo.

domingo, 28 de abril de 2013

El Último Desafío (The last stand)


El último desafío no deja de ser el típico western de toda la vida, ya sabes: un pueblo fronterizo, un sheriff, un villano que quiere escapar a México. Lo único atractivo, a priori, de este regreso de Arnold Schwarzenegger era la elección del coreano Kim Ji-woon (2 hermanas, I saw the devil, El bueno, el malo y el raro) como director del proyecto.

¿Quien echaba de menos a Arnold Schwarzenegger? Yo no. La verdad es que en estos 10 años de ausencia como protagonista, desde la penosa Terminator 3, yo no le he extrañado. Casi le prefiero como gobernador de California que como actor. Para su regreso a la gran pantalla como protagonista Schwarzenegger ha elegido esta historia.

A lío, The last stand es puro divertimento sin pretensiones, una peli para no pensar demasiado y pasar un rato entretenido. Los estereotipados personajes y su trama de western crepuscular no aportan nada nuevo al cine de acción pero a los fans de Schwarzenegger les gustará. Realmente la mano de Kim Ji-woon apenas se nota, otorga al film de un ritmo más que correcto y entrega escenas de acción muy bien rodadas como la pelea final, la escena del autobús y la del campo de maíz. Pero con un guión así de simplón no se puede hacer mucho más. Obviamente, el guión es una mera excusa para el lucimiento de Schwarzenegger y no faltan ciertos chistes a costa de su edad. Por suerte, todo en esta película viene rodeado de una sana ironía que parece heredada de la de Los Mercenarios. No es un film para tomarse en serio, sólo pretende hacernos pasar un rato ameno a base de tiros, explosiones y chicas guapas.

No hay quien se crea que un narco se intente escapar de esta manera ni tampoco hay quien se crea a Eduardo Noriega en este papel. Noriega es, en mi opinión, un lastre para el film, el tipo está tan inexpresivo como de costumbre y no tiene el carisma que requiere todo villano que se precie. Ni que decir que el enfrentamiento cuerpo a cuerpo entre Noriega y Schwarzenegger resulta desigual (a pesar de que a Schwarzenegger le pesan bastante los años). Por suerte el guión deja algo de hueco para secundarios interesantes como el del granjero interpretado por el gran Harry Dean Stanton en la que creo debió de ser su última participación en un rodaje antes de morir.

Por cierto, el film está plagado de bellas modelos que interpretan a agentes del FBI, camareras, ayudantes del sheriff, pilotos de helicóptero, etc. Parece que en este moderno western sólo existen las chicas guapas (y alguna viejecita con mala leche). Me chirrió bastante el personaje de Johnny Knoxville, me pareció totalmente fuera de lugar, es un contrapunto humorístico a la coreana que no me acabó de cuajar en ningún momento, una caricatura del típico friki americano loco por las armas. Supongo que es ahí donde más se nota el toque de Kim Ji-woon, que a veces se le va la mano con estos personajes tan excesivos.

Lo dicho, una peli de acción para pasar el y olvidar acto seguido.

4,5

jueves, 25 de abril de 2013

Efectos secundarios (Side effects)


 Efectos secundarios se inicia con el plano general de un edificio, poco a poco la cámara se va centrando en una ventana hasta que nos muestra lo que ocurre en su interior. El film acaba a la inversa, la cámara sale de una habitación para ir abriendo campo dejando ver el resto de ventanas del edificio. Tal forma de iniciar y acabar el film nos lleva a pesar que esta historia nos puede pasar a cualquiera, que detrás de cada ventana hay una historia.

 Steven Soderbergh es un tipo listo, no me gusta su cine pero lleva un par de títulos bastante acertados, tras Contagio, vuelve a dar en la diana con Efectos secundarios. Ahora dice que se retira del cine, no me lo creo pero tampoco le echaré de menos si tal cosa ocurre finalmente. Sordrebergh no ha conseguido crear un estilo propio ni ha demostrado ser un gran director, supongo que tal cosa debe ser altamente dolorosa para su ego y prefiere dejar el negocio con un  par de buenas películas como colofón.

Efectos secundarios empieza siendo en apariencia una película sobre el negocio de la industria farmacéutica y su manera indiscriminada de medicar a la población. Asistimos al negocio de las grandes farmacéuticas, las primas a los médicos, la salida al mercado de productos no del todo testados, etc. Luego el film muta de la crítica a la industria farmacéutica hacia el thriller psicológico centrándose en los problemas mentales de la protagonista y en la relación con su psiquiatra (Jude Law) que parece más interesado en medicar a su paciente que en escucharla. Pero luego vuelve a dar otro giro argumental y de estilo dejando al espectador algo descolocado, nada es lo que parece en este film que, si no es perfecto, sí logra mantener la atención del espectador en todo momento. Por cierto, la sombra de Hitchcock asomó en más de un momento, no sólo el inicio recuerda a La ventana indiscreta sino que el desarrollo de la trama nos hace pensar en Recuerda. 

 Al igual que hacía el mago del suspense Sorderbergh se sirve de la soledad, la tristeza, la depresión para realizar su propio thriller pero no profundiza en ellas ni muestra posibles alternativas, son sólo herramientas. Quizás yo me hubiera centrado más en la ansiedad y la angustia con la que convivimos todos los días y me hubiera gustado que se centrara menos en ciertos aspectos judiciales, pero el film consigue nadar entre dos aguas sin hundirse. Sorderbergh lleva la historia de un lado para otro (incluso hay atisbos de thriller erótico y crítica al sistema financiero) sin perder el control en ningún momento ni dar pasos en falso. Puede que el resultado resulte algo tramposo y previsible (sé que suena contradictorio) pero tiene los suficientes méritos. Al no optar por ningún género y oscilar entre uno y otro, Sorderbergh entrega un film extraño y de indudable atractivo para los amantes de las historias no convencionales (aunque al final no resulte tan innovadora como pretende su autor) .
En cuanto a los actores, me gustó Rooney Mara pero esta chica corre el serio peligro de encasillarse en papeles de rarita. Su escuálida y pálida presencia pueden jugar en su contra si sigue aceptando este tipo de personajes tan al límite. Por su parte, Jude Law y Catherine Zeta-Jones están correctitos, sin más. Yo, personalmente, hubiera también profundizado mucho más en la relación entre los personajes de Rooney Mara y la Zeta-Jones (cuando veáis la peli entenderéis de lo que hablo).

 Quizás el pecado de Sorderbergh haya sido una vez más la pretenciosidad y haya querido abarcar demasiado, pero no puedo decir que su película me decepcionara o desagradara. Todo lo contrario.



Sound city

Dave Grohl (Nirvana, Foo fighters) dirige este documental sobre los míticos estudios Sound City. De Neil Young a Rage against the machine pasando por Tom Petty o Fleetwood Mac, decenas de artistas imprescindibles de la historia del rock grabaron en estos estudios.

 Me encantan los documentales sobre el mundo del rock. No puedo negarlo. Todas esas anécdotas sobre drogas, ritos satánicos, muerte, groupies y excesos de todo tipo me tienen fascinado. Pero el rock es mucho más, no hemos de olvidarnos de la música. De eso va este documental de Dave Grohl.
Cuando algo se hace con amor, se acaba notando en el resultado. Y a Dave Grohl se le nota su amor y cariño hacia los estudios Sound City, allí grabó con Nirvana Nevermind, el disco que cambió la historia del rock a principios de los años 90.Tanta es su devoción por el rock y por el sonido que se lograba en la consola Neve de Sound City que incluso decidió comprarla cuando los estudios cerraron y la instaló en su casa. No sólo eso, la historia de esa consola y los discos que en ella se grabaron bien merecía ser contada. Así pues, Grohl se metió a director y buscó imágenes de archivo y testimonios de las personas que formaron parte de Sound city para elaborar este documental que rezuma cariño y pasión por el rock.

 Ya puestos en materia, el documental es todo un festín para cualquier aficionado al rock. La historia de Sound City es apasionante en sí misma y el documental atrapa sin remedio en su primera parte. Sin embargo, Dave Grohl es un excelente batería pero como director no está al mismo nivel. Su film es un sentido homenaje a un pedazo de historia del rock pero en su segunda mitad el interés decae bastante. A pesar de contar con la participación de personajes tan interesantes como mi adorado Trent Reznor (NIN, How to destroy angels) o el mismísimo Paul McCartney, la grabación del disco tributo a la consola de Sound city no puede competir en interés. Grohl comete el error de darse demasiado protagonismo en la segunda parte y de promocionar el disco que estaban grabando. Un fallo perdonable pero que hace que el conjunto se resienta y pierda bastante interés en su segunda mitad.


En resumen, una primera mitad apasionante y una segunda parte un tanto prescindible que dan como resultado un documental recomendable para todo buen aficionado al rock.

viernes, 19 de abril de 2013

El arte de Storm Thorgerson


Recientemente ha fallecido a la edad de 69 años uno de mis diseñadores gráficos favoritos, el británico Storm Thorgerson (1943-2013). Vamos a analizar brevemente su obra.



 Hubo un tiempo en el que un disco no era sólo música. Era un objeto. Y como tal objeto debía de ser entendido no sólo por su finalidad (la música) sino también por su apariencia. Hubo un tiempo en el que la imagen de un disco era algo realmente inseparable de la música que contenía. Contingente y contenido estaba íntimamente relacionados y eran inseparables.



Descubrí a Storm Thorgerson cuando era niño en la cautivadora portada de un disco en la que un cerdo sobrevolaba una fábrica. El disco en cuestión era Animals de Pink Floyd (1977) y esa foto me tuvo fascinado durante años. Con el tiempo fui descubriendo la música de Pink Floyd y descubrí que buena parte del magnetismo del grupo se debía a las sugerentes imágenes de Thorgerson.



 Ya fuera dentro del grupo de diseño Hipnosis o en solitario, Throgerson no se limitaba a fotografiar a los miembros de un grupo musical (algo muy fácil y muy común incluso hoy en día), Thorgerson creaba unas imágenes que complementaban a los discos a los que acompañaban e incluso aumentaban el magnetismo de los mismos. Thorgerson elevó las portadas de discos a obras de arte.
 Los paisajes desérticos con personajes desnudos ante objetos extraños siempre me han recordado a los primeros cuadros del Dalí surrealista. Un objeto fuera de contexo, una imagen congelada o una paradoja visual (normalmente a base de perspectivas aparentemente imposibles) servían a Thorgerson para hallar lo surrealista y lo subliminal. También los cuatro elementos (agua, tierra, aire y fuego) son habituales en sus diseños.
No olvidemos que Thorgerson empezó a hacer portadas a finales de los años sesenta y no existían los retoques digitales, muchos de sus diseños necesitaron de elaborados y costosos montajes visuales. Para la famosa foto del cerdo sobrevolando la central termoeléctrica de Battersea (Londres) se usó realmente un globo de nueve metros de largo con forma de cerdo. El primer día se había contratado un tirador para que pinchara el globo de un balazo si se levantaba el viento y arrastraba el globo. Sin embargo, un segundo día fue necesario para realizar la instantánea con la salvedad de que esta vez no se contrató al tirador y el globo se soltó al romperse la cuerda a causa de un viento que ese día sí sopló. El cerdo apareció en una granja a varias millas. Para la elaboración de la foto de A momentary lapse of reason (1987), se usaron 700 camas que se distribuyeron a lo largo de una playa. Obviamente, llovió y hubo que repetirlo todo al día siguiente. Con el tiempo las técnicas digitales facilitaron mucho el trabajo de hacer realidad sus diseños.

Su diseño más famoso, sin duda, es el prisma de The dark side of the moon de Pink Floyd. Un diseño tan simple como efectivo que realmente no era suyo, se limitó a copiarlo de la realidad. Pero si nos fijamos bien veremos que algo no está bien, la luz blanca se descompone en 6 colores en el diseño de Thorgerson, no en siete como hace realmente. La ausencia de un color o un elemento es otra de las constantes de su obra. 
 Thorgerson elaboró portadas para otros artistas como Muse, Scorpions, Alan Parsons, Biffy Clyro, Audioslave, The Cranberries, Dream Theater, The mars volta, etc. La música de estos grupos está irremediablemente unida a la obra de este diseñador. Algo que quizás se esté perdiendo ahora con la era de las descargas digitales, quizás el leve auge  del vinilo (aunque sea sólo para coleccionistas) sirva para evitar que estas imágenes caigan en el olvido.












































Para ver la influencia de Dalí en la obra de Thorgerson, basta con observar un par de ejemplos.
Salvador Dalí: Niño geopolítico contemplando el nacimiento del hombre nuevo.
Salvador Dalí: El gran masturbador