sábado, 29 de junio de 2013

Behind the Candelabra


Dice Steven Soderbergh que se retira definitivamente de la dirección tras esta película para  la HBO. No sé si tal extremo será cierto, lo dudo mucho, pero hay que reconocer que este telefilm está francamente bien.

En Behind the candelabra  Soderbergh narra la relación de Liberace (un excéntrico divo del piano que existió realmente) y el que fuera su pareja sentimental durante varios años. El film destila ironía y auto crítica por los cuatro costados. No sólo parece atacar esos horteras espectáculos de Las Vegas (ciudad que es en sí todo un monumento al mal gusto) sino a toda la mentira que rodea a buena parte del showbusiness.
El personaje de Liberace (interpretado por un impagable Michael Douglas en su mejor papel de los últimos 20 años) es una buena muestra de la superficialidad de la sociedad moderna. A pesar de estar ambientada a finales de los años setenta y los primeros ochenta, esta película pone de manifiesto muchos males que nos afectan hoy día.

Sirva como ejemplo el intento de no envejecer y los ridículos extremos a los que se puede llegar. El personaje de Liberace es tremendamente jugoso: era gay pero lo negaba en público e incluso demandaba a quien osara publicar la verdad sobre su condición sexual. Liberace vivía alejado de la realidad, en un mundo de lujo y vanidad. Su narcisismo y su fastuosa mansión eran su terrible jaula de oro a la que sólo a unos pocos se les permitía entrar. Su vida privada poco tenía que ver con su vida pública, quizás el único punto de unión era que en ambas era muy hortera. No cuesta encontrar similitudes entre Liberace y otras estrellas como Michael Jackson, Elvis o Little Richard. El film es todo un acierto a la hora de retratar un mundo en el que la apariencia lo es todo. Detrás del candelabro y las plumas se esconde una terrible historia de soledad, negación y mentiras, muchas mentiras.
Tampoco el personaje de Scott (Matt Damon) está exento de interés. Su evolución física y vital me pareció muy bien llevada, por algo el film se basa en las memorias del Scott real. Me gustó el cambio de roles que se establece con la anterior pareja de Liberace y cómo acaban repitiendo los mismos actos. También la relación entre Scott y Liberace está muy bien llevada. Sorderbergh se maneja perfectamente para mostrarnos la evolución que va desde la inicial fascinación por el otro, los primeros síntomas molestos encontrados en el ser amado (los ronquidos) hasta llegar al hastío final. La relación de dependencia, dominación e identificación que se produce entre los dos protagonistas me gustó mucho.

Cierto que Soderberh no es Scorsese, ya le gustaría, quizás por ello el film no acaba de ser redondo, pero se deja ver y su mensaje es más que evidente. Sodrebergh no consigue mantener el ritmo durante todo el metraje y pierde el compás en su parte final, pero el resultado es positivo.
Los pilares del film (aparte de la horterísima dirección artística) es la pareja protagonista formada por Matt Damon y Michael Douglas, ambos sobresalientes. Por suerte, estas dos estrellas de Hollywood se han atrevido con estos personajes tan fuera de lo común. Yo prefiero a Mihael Douglas en este excéntrico personaje antes que seguir viéndolo en sus eternos papeles de ejecutivo vistiendo trajes. Es curioso que aceptara este papel, con el que guarda alguna similitud (su intento de retrasar los efectos de la edad). Cabe destacar la aparición del olvidadísimo (por suerte) Rob Lowe, ídolo de las adolescentes en los ochenta que, como todo ídolo de cara bonita y pies de barro, acabó cayendo en el olvido. Aquí Lowe interpreta a un cirujano paradigma de la obsesión por el físico y la juventud. Muy buen trabajo de maquillaje, por cierto.
 Lo dicho, un recomendable telefilm sobre una estrella que se negaba a apagarse por el paso del tiempo. Un cuento sobre el vacío que se esconde tras tanta obsesión por la belleza y la juventud. Como dice un amigo mío, Brokeback mountain con lentejuelas.

viernes, 28 de junio de 2013

NIN: Came back haunted


 Parece que Trent Reznor se ha olvidado, por el momento, de su proyecto How to destroy angels y vuelve a dar vida a Nine Inch Nails. Este es el vídeo que su amigo David Lynch ha realizado para el single adelanto del álbum que aparece en Septiembre. Lynch no tiene prisa por volver a dirigir una película y está más interesado en sus discos, spots publicitarios y vídeo clips de amigos. El resultado de esta fusión entre los talentos de Reznor y Lynch  seguro que no os dejará indiferentes. La canción es bastante menos arriesgada que el vídeo, todo hay que decirlo. Por cierto, debido a sus rápidos cambios de imágenes, el vídeo es potencialmente peligroso para las personas que sufran epilepsia fotosensitiva, avisados estáis.

Crítica del concierto de Smashing Pumpkins en Barcelona, sala Razzmatazz, 27-06-2013

El tiempo es un ser cruel. Su paso deja huella en todos nosotros, incluso en las estrella del rock. No todos podemos hacer pactos con el diablo en un cruce de caminos al más puro estilo Robert Johnson ni podemos mover las caderas con 70 años como si tuviéramos 20. La inmensa mayoría de los mortales de sexo masculino nos limitamos a ver cómo cada vez tenemos menos pelo y más barriga. Billy Corgan, líder indiscutible de Smashing pumpkins, parece que es humano al fin y al cabo, el tiempo ha transformado a la joven estrella de principios de los noventa en toda una estrella decadente cercana a su adorado Robert Smith. Parece que nadie le ha dicho a Billy que las camisetas ajustadas hace tiempo que ya no le quedan bien o a éste no le importa. Dicen que "quien tuvo, retuvo" y Billy sigue teniendo esa irritante voz de niño enfadado aunque ninguno seamos como en los noventa, ni Billy ni nosotros.

 Tras un parón de 7 años, Billy Corgan se dio cuenta que sus proyectos fuera de Smashing Pumpkins no tenían la repercusión esperada y decidió resucitar al gigante que él mismo había dado muerte. La resurrección no fue tan exitosa como se esperaba y sus 2 discos de esta segunda etapa han pasado con más pena que gloria, a pesar de ser más que recomendables. Su tiempo pasó, probablemente Smashng pumpkins ya no vuelvan nunca a copar las listas de ventas ni ningún disco suyo vuelva a vender 10 millones de discos (ni ellos ni nadie parece ser capaz hoy en día de semejante proeza, viva la era digital).

¿Qué tenía que ofrecer un concierto de estos totalmente renovados Smashing pumpkins? ¿Qué esperar de un concierto suyo? Realmente, suelo ir a los conciertos sin esperar nada excepto pasar un buen rato. El hecho de que Smashing Pumpkins tocaran en una sala como Razzmatazz al increíblemente asequible precio de 28 Euros era suficientemente atractivo como para resistirse. Reconozco que no me gustaron cuando los vi en el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza en el año 2.000, Billy Corgan había anunciado el final de la banda y aquella noche la furia de los Smashing apenas brilló (deslumbró, más bien) en 3 canciones. Ni siquiera la estimulante presencia al bajo de Melissa Auf der Maur logró evitar que la noche supiera a poco. Pero aún así decidí darles una oportunidad y hasta Barcelona que nos desplazamos esperando resarcirnos de la mala impresión causada por Billy y sus secuaces hace 13 años.

 El día de antes se nos anuncia vía e-mail que se adelantaba la hora del concierto 45 minutos, parece que Bily quiere acabar rápido para salir pitando hacia Vitoria para actuar en el Azkena rock el día siguiente. Sea como fuere, a las 20:45 salieron a escena estos renovados Smashing Pumpkins: como era de esperar, abrieron con la potente Quasar , un tema típicamente Smashing, un sonido cavernoso con mucha distorsión que solapaba completamente la voz de Billy, por suerte la cosa fue mejorando con el transcurso del concierto y el sonido llegó a ser francamente bueno. Las guitarras sonaron nítidas mientras Billy y los suyos nos ofrecieron, esta vez sí, lo mejor de su repertorio. No faltaron trallazos como Zero, Tonight, Tonight, Today, Bullet with butterfly wings, Disarm, o Ava Adore. Himnos generacionales que formaron parte de la banda sonora de nuestra juventud. Por suerte sonaron potentes y directas, casi perfectas. La sala Razzmatazz, llena hasta la bandera de cuerpos sudorosos, vibró y saltó en una celebración que parecía querer demostrar que eso del paso del tiempo es una puñetera ilusión.  Tampoco fallaron los nuevos Smashing con las canciones más experimentales del último disco de la banda, tanto Oceania como Pale horse sonaron francamente bien. Sólo puedo de calificar de gratas sorpresas las versiones de Space Oddity de David Bowie y el Inmigrant song de Led Zeppelin (con la que cerraron el concierto ante un público totalmente entregado). El bueno de Billy acabó emocionado y aplaudiendo al público por su entrega, incluso firmó algunos discos en el mismo escenario antes de retirarse tras dos horas y cuarto de show.

 Puede Razzmatazz sea un local un tanto cochambroso (todo hay que decirlo) pero el sonido estuvo a la altura. Yo no eché de menos a ninguno de los miembros originales que ya no acompañan a Corgan, ni D’Arcy, ni Jimmy Chamberlain ni James Iha creo que lo hubieran hecho mejor o hubieran estado más entregados que estos nuevos integrantes. Corgan sigue apostando por bajistas femeninas, imaginen ustedes el motivo, nada que objetar por mi parte. No sé si será cierta esa leyenda que corre sobre que la nueva bajista Nicole Fiorentino es la niña que aparecía en la portada del Siamese dreams (de 1993, chavales, han pasado 20 años) pero bien podría ser cierto.

Una gran noche de rock. ¿Nostalgia? No, hombre, no.


domingo, 23 de junio de 2013

The Hire: Beat the devil


Siempre pensé que la publicidad era lo que mejor le salía a Tony Scott. Lo de desarrollar personajes nunca fue lo suyo y el formato publicitario se ajustaba más a su forma de narrar. Sirva como ejemplo este spot que la marca de automóviles BMW realizó en el año 2002 como parte de una serie de 8 cortos de 10 minutos. Para dirigir cada uno de los cortos se contó con directores de prestigio como John Woo, Ang Lee, John Frankenheimer, Guy Ritchie o el mismo Tony Scott. Todos los cortos se debían descargar de la página web de BMWFilms y versaban sobre las aventuras de un conductor (interpretado por Clive Owen) que era alquilado para diferentes misiones. La campaña tuvo tal éxito (se dice que las ventas de BMW aumentaron un 12%) que acabó inspirando la serie de películas Transporter,  pero esta vez con el inexpresivo Jason Statham al volante de un BMW. A mí las películas me gustaron mucho menos que los cortos, todo sea dicho de paso.

 El corto que nos ocupa es uno de mis favoritos, Beat the devil. No sólo es un claro ejemplo del cine de Tony Scott  (montaje rápido, planos supercortos, estilo de video-clip) sino que además tiene un reparto de lo más atractivo. Nada más y nada menos que James Brown, Danny Trejo, Gary Oldman y Marilyn Manson juntos en esta trepidante historia. ¿Y de qué va? James Brown contrata al conductor para que lo lleve a ver a un viejo amigo para renegociar un contrato.

miércoles, 19 de junio de 2013

Hierro 3 (Bin-jip, 2004)




 Seguimos recomendando películas orientales, ya sé que a este paso voy a perder los pocos lectores que aún me leen, pero no puedo evitarlo. Para hablar del último remake o secuela venido de Hollywood ya hay muchos otros sitios en la red.

El coreano Kim ki-Duk (Primavera, verano, otoño, invierno y... primavera) es un director especializado en romper los tabús de la sociedad. Sus historias no siempre resultan fáciles, el espectador occidental debe hacer el esfuerzo de meterse en la historia y aceptar como creíbles las premisas de su cine. Una vez que este paso se ha logrado, nadie ha dicho que sea fácil, podemos disfrutar de un estimable ejercicio de buen cine. En Hierro 3 nos narra la peculiar historia de un joven que entra en las casas mientras los dueños están fuera y se dedica a vivir en ellas durante unos días.

 Este arriesgado modo de vida nómada se verá alterado cuando el okupa se encuentra con su alma gemela (o más bien ella le encuentra a él). Ambos descubren que están hechos el uno para el otro, se respetan mutuamente y no le pertenecen a nadie. Son almas heridas que ansían libertad. Ellos eligen libremente llevar esta vida, sin hogar fijo y sin palabras de por medio. Son libres a su manera, nada les ata a ningún lugar ni a ninguna persona. Me gustó cómo ellos ordenan la realidad de otra manera, hecho que se plasma en las modificaciones que realizan de las fotos. Obviamente, la sociedad intentará acabar con su forma de vivir, imponiendo sus estrictas normas. Nuestra pareja protagonista deberá agudizar el ingenio y sus habilidades para burlar el férreo control de la sociedad para ser felices.

  Por medio de esta curiosa historia, Kim ki-Duk ataca lo que él considera defectos de la sociedad actual:    la propiedad privada (tanto de bienes como de personas) y la palabrería que muchas veces se interpone entre las personas. La pareja protagonista no necesita un hogar fijo ni hablar entre ellos. Kim ki-Duk se sirve de miradas y gestos para plasmar esta peculiar historia de amor. Igualmente Kim ki-Duk ataca el maltrato a las mujeres y la brutalidad policial (por poner sólo dos ejemplos), que se pueden considerar como consecuencias de la propiedad privada. Ki-Duk parece una vez más a favor de salirse de las férreas normas de una sociedad represora y vivir al margen, creando un microcosmos muy particular. ya he dicho que puede no ser fácil sintonizar con el cine de este autor, pero creo fervientemente que vale la pena darle una oportunidad.


Con pocas líneas de diálogo y mucha sensibilidad Kim ki-Duk nos ofrece otro estupendo film. Dale una oportunidad.

P.D. A pesar del título internacional, Hierro 3 no es una secuela. Se llama así por un palo de golf que raramente se usa. El título en coreano significa Hogares vacíos.



lunes, 17 de junio de 2013

Ruby Sparks



 ¿Quién no ha soñado nunca con encontrar al chico o chica perfectos? Todos tenemos un ideal de persona que se adaptaría como un guante a nuestras necesidades y nuestros gustos. Esa pareja ideal para conversar y con intereses comunes. Una persona atenta, fiel, divertida, sensible y quién sabe qué más cualidades. Pero las personas perfectas no existen en la realidad, quizás por eso el protagonista de esta película decide inventársela, cosa no tan extraña, lo que sí es extraño es que su fantasía cobre vida.

 Ruby Sparks es  una interesante película sobre las relaciones de pareja, puede que su premisa parezca propia de una comedia de Woody Allen (el protagonista interpretado por Paul Dano es un escritor en crisis) pero el film tiene personalidad propia. Aquí el elemento fantástico está perfectamente integrado en la triste realidad de nuestro protagonista. Puede que todos busquemos a la pareja perfecta, pero nosotros mismos no somos perfectos, esa improbable pareja ideal se acabaría cansando de nosotros o nosotros de ella. Ya sabemos que el amor es un ser vivo que va mutando desde su eufórico estado inicial dando paso a la apatía y el aburrimiento.

Pero Ruby Sparks va más allá, ¿Qué pasaría si tuviéramos el poder de cambiar a la persona amada? Tal poder nos podría convertir en unos tiranos y nos podría llevar a convertir a la otra persona en un títere sin personalidad. Una compleja cuestión la de la dependencia del ser amado. El guión de Zoe Kazan (quien interpreta además a la chica de los sueños del protagonista) es una pequeña joya que no deja de evolucionar, pasando de la comedia al drama pero con un exquisito toque personal. Ruby Sparks  resulta casi tan ácida como 500 días juntos, tan compleja como Olvídate de mí y casi tan amarga como Blue Valentine (todos ellos excelentes retratos de las relaciones de pareja).
 Jonathan Dayton y Valerie Faris, autores de aquella maravilla llamada Little miss Sunshine, dirigen con pulso firme esta historia, logrando un ritmo y un retrato de personajes más que notables.


 ¿Qué os puedo contar de los actores? Pues que están todos muy bien. Paul Dano sigue dando una réplica perfecta a estos personajes inadaptados, mientras Zoe Kazan queda muy bien como chica ideal del protagonista.  Incluso me gustó Antonio Banderas en su breve papel, supongo que al compartir escenas con Annette Benning algo se le habrá pegado.


 Bajo la apariencia de una ñoña e inofensiva comedia de aire independiente se esconde una fiera de  largos colmillos que no duda en despedazar las relaciones de pareja. Recomendable.

7,5


lunes, 10 de junio de 2013

Las flores de la guerra (Jin Ling Shi San Chai, The Flowers of War)


El maestro Zhang Yimou abandona una vez más sus historia intimistas y nos ofrece un drama bélico ambientado en la conquista de la ciudad de Nanjing por parte de los japoneses en 1937. Dicho episodio ya sirvió de contexto histórico para el estupendo film Ciudad de vida y muerte. Parece que los chinos que quieren que olvidemos la humillaciones sufridas a manos de sus vecinos japoneses.

 La flores de la guerra no parece un proyecto personal, más parece un encargo destinado a ser un éxito comercial a nivel mundial. China es una gran potencia económica y parece ser que está dispuesta a demostrar que pueden ser también una potencia en cine. Si La maldición de la flor dorada (decepcionante film de Yimou) fue el film más taquillero del cine chino, parece ser que ahora querían dar el salto a la taquilla internacional sin reparar en gastos y con un reparto internacional. Yimou pretende ofrecer un espectáculo completo que abarque el mayor número posible de espectadores. Sin embargo, y a pesar de tener elementos más que de sobra para ser un blockbuster, Las flores de la guerra pasó por la taquilla occidental con más pena que gloria. Sin ser de lo mejor de su autor, creo que el film merecía mejor suerte (bodrios mucho peores triunfan cada año).

  La interesante historia de un vividor que se hace pasar por cura para salvar a unas jóvenes de un convento (en el que, para más inri, se esconden unas prostitutas) podía haber dado bastante más juego. En su afán de dar un gran espectáculo, Yimou combina hábilmente grandes decorados, travellings, cámaras al hombro y cualquier otra cosa que le sirva para agradar al ojo del espectador. Yimou se enredó con los aspectos técnicos (estupenda fotografía) y descuidó la principal baza de su cine: el tratamiento de personajes. Los secundarios quedan desdibujados, en las dos horas y media que dura el film Yimou no consigue que el espectador se aprenda el nombre o reconozca a casi ninguna joven estudiante ni a casi ninguna prostituta.
Tampoco los protagonistas están bien definidos, la presentación del personaje de Christian Bale no es muy acertada y su interpretación tampoco me resultó convincente. No me suele gustar este actor, lo reconozco, pero Bale no es capaz de mostrar las contradicciones de un personaje que me recordó a esas películas de aventuras clásicas de los años 40 y 50. Lamentablemente, no hay aquí un Robert Mitchum o un Humphery Bogart que hubieran dotado de la ternura necesaria a este canalla. Ya sabemos que el hábito no hace al monje, y un borrachín no se convierte en santo sólo por ponerse una sotana. Pero esta interesante historia podría haber sido mucho más satisfactoria si las motivaciones, las dudas y los miedos de los personajes hubieran estado algo mejor desarrollados. Yimou no profundiza en la psique de sus personajes tanto como nos tiene acostumbrados. Ya hemos dicho que el objetivo era hacer un gran film comercial, lástima que el film nade entre dos aguas y no consiga llegar a ninguna orilla. Los amantes de los blockbusters la encontrarán demasiado rara y los amantes del cine de autor la encontrarán demasiado comercial. No es una mala película pero su indefinición juega en su contra.
 Yimou demuestra sus tablas, sabe narrar y llevar la historia sin que el ritmo decaiga ni un momento. La occidentalización de su cine no ha conseguido ocultar todo su talento y algo de éste se vislumbra no sólo en la excelente factura técnica. Me gustó el contraste entre las chicas del convento y las prostitutas (su forma de vestirse y moverse son totalmente opuestas). Quizás al contraste entre ambos tipos de mujeres se le podría haber sacado más partido, pero  aquí no funciona como motor de la historia. Tampoco me pareció del todo logrado el contraste entre la cultura china y la occidental.

Las flores de la guerra no es el gran film épico y de aventuras con historia de amor que pretendía ser. Aun siendo un film menor dentro de la filmografía de Zhang Yimou, puede ser disfrutable por el gran público.

5,5

jueves, 6 de junio de 2013

Stoker



El día en el que India Stoker cumple 18 años fallece su padre con el que estaba muy unida. En el funeral recibe la visita de un hermano de su padre cuya existencia era desconocida por India.


Hablemos claro. El coreano Park Chan-wook (Oldboy, Sympathy for lady vengeance, Thrist) nos ofrece una vez más un film insano y perverso. Quizás su historia no sea novedosa, pero sí lo es (y mucho) la forma de contarla. Park Chan-wook ofrece un espectáculo visual fascinante y aterrador. Su exquisita forma de rodar convierte a Stoker en un disfrute para el paladar cinéfilo de quien os escribe.

Park Chan-wook  despliega un manierismo visual, dando más importancia al cómo que al qué. Puede que a muchos el film no les acabe de llegar o la historia no les parezca demasiado interesante, pero a mí me gustó mucho la forma de narrar de Park Chan-wook . Ya poco se puede innovar en cuanto a historias de iniciación y secretos de familia (algo que ya exploraron los clásicos griegos hace 29 siglos). Pero Park consigue que esta historia de telefilme de segunda se transforme en un colosal trabajo de perversión y auto-consciencia.
  Park Chan-wook elabora un complejo simbolismo muy presente en todo el metraje. Cada objeto, cada color, cada leve sonido tiene su significado. En especial, los objetos no son sólo objetos, son símbolos. Sólo voy a citar unos pocos. El cinturón representaría el instinto cazador, el paraguas sería la necesidad de protección y los zapatos simbolizan el paso del tiempo. Todo este complejo simbolismo le da al film una inusitada riqueza de matices
 Chan-wook transforma momentos intrascendentes en auténticas pesadillas (la bajada al sótano es aterradora). Para todo ello se vale de una impecable fotografía, un innovador montaje y la música de Clint Mansell.  Me fascinó la escena del piano a cuatro manos entre India y su tío Charlie interpretando el Dueto de Philip Glass. Hemos visto muchas escenas de este tipo pero aquí se le da un giro más de tuerca, Chan-wook va más allá y nos ofrece una escena llena de emotividad y sensualidad rodada de forma intachable, inolvidable.

 Dentro de la filmografía de su autor, Stoker emparenta más con Thrist que con Lady Vengeance u  Oldboy, el tratamiento de la violencia es mucho más sosegado, no se recrea en lo desagradable físicamente sino en lo moralmente reprobable. Me gusta el giro en el cine de este autor. Stoker me recordó también a 2 hermanas de su compatriota Kim Ji-woon en cuanto a la enrarecida atmósfera familiar y las tensas relaciones entre los miembros de la misma. 
 Es en el apartado interpretativo donde se encontraba a priori el punto más flojo del film. La joven Mia Wasikowska  está francamente bien, a mí me conquistó desde el primer momento. Su complejo personaje lleno de matices y secretos está muy bien desarrollado. No sé si decir lo mismo de la madre interpretada por Nicole Kidman. La Kidman ha echado por la borda su carrera con tanto bótox y tanta silicona, ha perdido credibilidad y expresividad. A pesar de su cara de plástico, se esfuerza por dar una interpretación digna y creo que consigue salvar los muebles. El tercer pilar del film es Mathew Goode, un actor que no me gusta, me parece excesivamente blandito. Ya era el peor en Watchmen y aquí, sorprendentemente, está correcto. Su falta de expresividad y su porte hierático quedan bastante bien a su ambiguo personaje. Quien nos lo iba a decir.

En resumen, Stoker es un cuento macabro sobre el descubrimiento y aceptación de nuestra propia naturaleza, todo ello envuelto en un impecable ejercicio de estilo. Un film destinado a ser de culto. 




martes, 4 de junio de 2013

La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, 1956)


 Ya he hablado otras veces de algunas películas que me impresionaron cuando las vi de niño. De El fantasma del Paraíso y El hombre con rayos X en los ojos ya dimos buena cuenta, hoy toca recordar la profunda sensación de miedo que me provocó el visionado de La invasión de los ladrones de cuerpos.

 Pongámonos en situación: Tras la Segunda Guerra Mundial el mundo quedó dividido en dos bloques separados por el telón de acero: el comunista (liderado por la URSS) y el capitalista (liderado por los EEUU). Ambas potencias nunca llegaron a enfrentarse directamente, las batallas se libraban en países satélites cuyos bandos eran financiados (e incluso ayudados directamente) por estas dos grandes potencias. Era lo que se llamó La guerra fría. No había un enfrentamiento directo entre ambos bloques, pero el riesgo era real. El desarrollo de las armas nucleares y la posibilidad de enviarlas a largas distancias no hizo más que aumentar el temor a una guerra nuclear.
 En ambos bandos se creó una paranoica búsqueda de espías y colaboradores del otro bando. No sólo hubo purgas en el bando comunista, en Estados Unidos (supuesta tierra de la libertad) se inició una caza de brujas contra todo simpatizante o colaborador con el comunismo. Se creó la famosa Comisión de actividades anti americanas (promovida por el Senador por Wisconsin Joseph McCarthy) y cientos de personas fueron investigadas y acusadas de espiar y colaborar con los comunistas. El caso fue especialmente sangrante en Hollywood, decenas de profesionales del cine fueron perseguidos y apartados de sus trabajos, entrando en las famosas listas negras. Cualquiera era susceptible de ser denunciado y cualquiera podía denunciarte, incluso tu propia familia.

En este entorno es en el que se publicó la novela Los ladrones de cuerpos de Jack Finney. Un años después aparecía la primera versión cinematográfica de la novela: La invasión de los ladrones de cuerpos, todo un clásico del cine de ciencia ficción dirigido por el siempre excelente Don Siegel (quien posteriormente se haría famoso por su Harry, El sucio protagonizado por Clint Eastwood, quien reconoce que casi todo lo que sabe de dirigir lo aprendió de Siegel).


 El film nos sitúa en la América rural años 50: grandes casas con porches, jardines y amplios coches. Todo parece perfecto en un idílico pueblo americano. Pero poco a poco empiezan a ocurrir extraños sucesos: Enfermos impacientes por ver a un doctor que días después dicen estar bien, personas que afirman que parientes suyos han cambiado, negocios que cierran por falta de clientes, etc. Parece una cosa de psiquiatría. Algo sólo explicable por una histeria colectiva  o una plaga de neurosis quizás provocada por el miedo a una guerra nuclear. La amenaza del film no tiene forma propiamente dicha, sino que adopta la forma de los vecinos del pueblo. Poco a poco los habitantes del pueblo irán cayendo uno a uno bajo las redes de la amenaza. Mientras duermen son sustituidos por otros seres idénticos a los originales, pero sin sentimientos, que salen de unas extrañas vainas gigantes.

 Casualmente, los invasores se parecen mucho a los comunistas: no consumen y parecen no tener sentimientos ni anhelos. Son muertos en vida. El film explota sabiamente esa teoría de que el miedo es mucho más terrorífico cuando no se ve o cuando lo provoca algo cercano. Cuando nuestra familia y nuestros vecinos son la amenaza da mucho más miedo que cuando son marcianos verdes. Quizás el origen de la amenaza sea extraterrestre pero el espectador la siente muy real, ya que los propios parientes forman parte de ella. El film crea perfectamente esa sensación de paranoia que se apodera de los personajes principales. ¿Existe algo más aterrador que ser traicionado por tus seres queridos? A mí me sobrecogió la escena en la que la pareja protagonista intenta huir andando entre sus vecinos disimulando sus emociones. Me gustó mucho cómo está resuelta la escena, el simple hecho de un perro que se escapa de su dueña da al traste con su intento de fuga.

En apenas 80 minutos Siegel narra con ritmo perfecto esta historia de ciencia ficción y terror en la que no sobra ninguna escena ni echamos de menos nada. El paulatino aislamiento del protagonista y la sensación de persecución están muy logrados, haciendo de este film un clásico imprescindible de la ciencia ficción. No debemos olvidar que estamos ante un film de serie B de los años 50, pero sigue siendo totalmente vigente como lo demuestran los 3 remakes/secuelas (hasta la fecha) que ha generado. De todos ellos el único destacable el de los años 70 con Donald Sutherland y dirigido por Philip Kaufman.

 Una gran película de ciencia ficción y terror.