lunes, 28 de octubre de 2013

Lou Reed: Sweet Jane

Adiós a Lou Reed, el poeta neoyorkino que plasmó en sus canciones la cara menos amable de su ciudad: por sus versos habitaban drogadictos, prostitutas y travestis.

 Lou Reed inició su carrera en el grupo pionero de la distorsión The velvet underground, un grupo de rock que no bebía de las raíces clásicas del blues o el rock de décadas anteriores. En The velvet underground Lou Reed y su amigo (por aquella epoca) John Cale buscaban no sonar a nadie, un sonido nuevo que no recordara a nada anterior, siendo los pioneros en experimentar con el ruido y la distorsión. También fueron los primeros en hablar claramente sobre drogas en sus canciones.


La verdad es que a mitad de los sesenta no podía haber nada más cool que tener como mánager a Andy Warhol (quien era mucho mejor publicista que artista, todo sea dicho de paso). Warhol era el rey del pop art, tenía los contactos necesarios decidió proteger bajo su ala a estos jóvenes músicos. Incluso diseñó la mítica portada del su álbum de debut (la del plátano).  Por cierto, el disco fue un fracaso en su día, las emisoras se negaban a radiarlo debido a lo oscuro de su sonido y unas letras que hablaban de abuso de drogas, prostitución y desviaciones sexuales. En él se incluyen temas considerados hoy clásicos como Heroin, Femme fatale o I'm waiting for the man.

Sin embargo, Reed pronto descubrió que las técnicas propagandísticas de Warhol eran un arma de doble filo. Valga como ejemplo su idea de incluir en el grupo a su protegida la bella modelo alemana Nico y rebautizar al grupo como The velvet undertgound & Nico. Nico era una belleza pero no cantaba bien y no sabía tocar ningún instrumento.
 Finalmente Lou se deshizo de Warhol y en 1970 sus diferencias con John Cale le llevaron a abandonar la formación.

Mi disco favorito de la carrera de Lou Reed en solitario es Transformer de 1972, para cuya elaboración contó con la producción de David Bowie y su guitarrista Mick Ronson. En el disco hay grandes clásicos como Walk on the wild side (quizás su canción más famosa) o Perfect day. Sin embargo prefiero dejaros con la versión que U2 hacían a modo de homenaje de Satellite of love hace ya 20 años.

viernes, 25 de octubre de 2013

Manolo Escobar : Mujeres y vino


Ya sé que a más de uno le sorprenderá ver a Manolo Escobar por estos lares, pero todo tiene una explicación. Ni el pasodoble ni la copla se encuentran dentro de mis géneros musicales favoritos, pero a Manolo Escobar le tengo cariño desde hace muchos años por motivos extra musicales.

Yo no crecí escuchando a Bowie, Led Zeppelin ni The Cure, todo eso vendría mucho después. Yo crecí escuchando a mi padre cantar canciones de Manolo Escobar. No teníamos radiocasette en aquel Seat 1500 del año 1970, eso de la radio en los coches era una modernez en aquella época (ya no hablemos de los elevalunas o del aire acondicionado). Uno de los recuerdos más frescos que tengo de mi infancia son los viajes familiares mientras mi padre nos cantaba jotas, rancheras y canciones de Manolo Escobar. De todo el repertorio paterno había una canción que me gustaba especialmente (os recuerdo nuevamente que yo debía tener unos 4 ó 5 años por entonces) que venía a decir que las mujeres y el vino son regalos del Señor. Yo no entendía bien la letra pero me encantaba oírsela cantar a mi padre.


 Años después volví a oír la canción y descubrí que se trataba de Mujeres y vino, perteneciente a la película Pero… en qué país vivimos (José Luis Sáez de Heredia, 1967). Seguro que la has visto en Cine de Barrio, es esa película en la que Manolo Escobar y Conchita Velasco se enfrentan en un concurso para adivinar qué cantaba la España de finales de los sesenta. Manolo Escobar representaba a la canción española de toda la vida mientras la canción moderna o yeyé estaba representada por Conchita Velasco (la chica yeyé por excelencia). Ni que decir que la película era la típica producción de los sesenta para mayor gloria de una estrella patria de la canción. Era tan mala y casposa como las de Raphael o Marisol, no nos engañemos. Lo único realmente salvable de este tipo de películas eran los momentos musicales, oscilando el resto del film entre lo bochornoso y lo ridículo. Pero hay que reconocer que este cine tiene cierto encanto. Al menos en Pero… en qué país vivimos había bastante química entre la Velasco y Manolo sin olvidar que contaba con estupendos secundarios como el gran Alfredo Landa y la inolvidable Gracita Morales.

 Escuchada la canción con algo más de criterio descubrí que la canción tenía un mensaje machista que me pasó desapercibido de crío. A mí y a toda la sociedad, hay qué ver cuánto hemos cambiado. La letra de esta canción define perfectamente una época y a un régimen que se abría hacia el exterior pero que era incapaz de reprimir ciertos impulsos. No sé si Manolo Escobar era machista, pero sí es cierto que las letras de muchas de sus canciones pueden sonar hoy totalmente fuera de lugar. También recuerdo haber oído de niño una jota que viene a decir “Si tu marido te pega, es porque te quiere, porque te quiere pegar”, una letra impensable hoy día. La sociedad, por suerte, se ha vuelto más sensible hacia ciertos temas.


Volviendo al tema en cuestión, puede que fuera una pura propaganda del régimen franquista o una afirmación del innegable poderío hispánico (como otras muchas canciones de la época) pero no puedo negar que forma parte de mi infancia y le tenía un aprecio especial a Manolo Escobar (a pesar del tufo propagandístico de muchas de sus canciones). Un aprecio que emana del profundo cariño y respeto que siento por mi padre. Así pues, sirva este pasodoble de homenaje al gran Manolo Escobar y a mi padre.


P.D.: Mi padre nunca ha grabado esta canción, así que no puedo poneros su particular versión a capela, pero os aseguro que no está exenta de encanto.

jueves, 24 de octubre de 2013

Trailer del remake de ROBOCOP


Otro remake innecesario que nos van a intentar vender  para el 2014. Esta vez se atreven con una vaca sagrada del cine de ciencia ficción de los años 80 : Robocop.

  Soy fan incondicional del film original (que vi en el cine con 12 años y me dejó alucinado). Era un film de acción y ciencia ficción lleno de ironía y violencia. Los tiempos han cambiado mucho en estos 25 años que nos separan del estreno del film original y pero dudo mucho, visto lo visto en el trailer, que el remake a cargo de José Padilha (Tropa de élite) tenga la misma mala leche que el original.
Además, a mí me mola mucho más el traje original.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Nina Simone: Sinnerman


Siempre es buen momento para recordar la voz y el piano de la sacerdotisa del soul: con ustedes la gran Nina Simone (1933 - 2003) y su inmortal Sinnerman.



lunes, 14 de octubre de 2013

GRAVITY



 Alfonso Cuarón es todo un valor a tener en cuenta. Tras unos inicios un tanto dubitativos, el film Y tú mamá también fue una agradable sorpresa que nos indicaba que bajo su dirección había un diamante en bruto. Con Harry Potter y El prisionero de Azkaban dio el salto a las grandes producciones y nos entregó una de las mejores películas de la saga del joven mago. Luego se embarcó en un proyecto personal como Hijos de los hombres cuyos resultados fueron más que satisfactorios, dando una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos años. Cada proyecto de Cuarón es totalmente distinto del anterior y nada parece presagiar cuál será su próximo paso.



Gravity es una cinta sobre unos astronautas en el espacio, se puede decir que es una de las mejores películas del espacio gracias a la sensación de verosimilitud. No hay grandes fantasmadas ni cosas inverosímiles, quizás sea una de las visiones del espacio más realistas nunca vistas en el cine. Quizás junto con Apollo XIII me parece una de las más veraces aproximaciones al espacio. Alfonso Cuarón (acompañado en el guión por su hermano) nos propone una gran aventura acompañada de un gran espectáculo visual. No le hace falta irse al género de la ciencia ficción, en las manos adecuadas el espacio ya es en sí mismo una gran aventura y un gran espectáculo.

Por suerte, Cuarón no ha intentado hacer su particular 2001. No ha sido tan pretencioso pero sí que no se ha limitado sólo a ofrecernos un film de aventuras. Cuarón evita triunfalismos y patrioterismos vacuos (no hay planos aplastantes de la bandera norteamericana) demostrando que se puede hacer una historia universal partiendo de un país concreto sin que el resto del mundo se sienta ridículo. A ver si aprenden de una vez estos gringos, ha tenido que venir un mejicano a darles una lección. Tampoco hay aquí ni un solo efecto especial que sea superfluo ni gratuito, cada efecto tiene un sentido y está al servicio de la historia (no como ocurre habitualmente en el cine actual). 


 Ocurre que Gravity tiene mucha más miga de la que puede parecer en principio. Más allá de los soberbios efectos visuales y un 3D realmente asombroso, el film tiene su punto fuerte en el personaje de Sandra Bullock. Ella es el verdadero motor de la historia. Un personaje que no es sólo un ser humano intentando sobrevivir en un medio tan hostil como el espacio. Más allá de ser una versión moderna de la teniente Ripley de Alien, su heroína se podría ver como una parábola del ser humano moderno. No tiene creencias religiosas, es una científica que arrastra un enorme dolor. Ha perdido toda la fe y las ganas de vivir. En su periplo en busca de la supervivencia deberá encontrar las fuerzas para querer vivir de nuevo, el enfrentarse a la muerte le hace volver a sentirse vida y encontrarle sentido a su existencia. Es destacable el hecho de que las imágenes del santo y del buda que están en las estaciones espaciales sirven para indicar cómo el ser humano busca respuestas en las distintas religiones incluso en un ambiente tan tecnológico como el espacio. Al final, todos necesitamos creer en algo, aunque sea en nosotros mismos.

 Hay quien acusa al guión de simple, yo no puedo decir tal cosa ya que acabé emocionado y con los ojos arrasados. No puedo pedirle más a una película que me lo ha hecho pasar francamente bien y encima ha logrado tocarme la fibra sensible. ¿Acaso no es simple y efectiva la historia de cualquier película de Indiana Jones? ¿Alguien se ha parado a pensar en la tontería de guiones de Transformers o decenas de ridículos blockbusters para lelos que nos asaltan cada año? Sinceramente, no procede decir que Gravity es simple. 

 George Clonney está correcto en su habitual personaje de simpático bravucón pero Sandra Bullock le roba la función. Tengo que reconocer, por mucho que me duela, que Sandra Bullock me gustó. Si le regalaron el Oscar hace unos años, creo que ahora sí se lo merece. A mí me emocionaron las ingrávidas lágrimas de la Bullock (¿Quién me lo iba a decir a mí que esta chica y yo acabaríamos compartiendo lágrimas en una sala de cine). Bullock está en el mejor papel de toda su carrera (realmente no era tan difícil), a mucha distancia de todo lo que había hecho hasta ahora.
Gravity es una auténtica montaña rusa de la cual este espectador que os escribe bajó emocionado. No es sólo una cinta de aventuras, es toda una experiencia (sobre todo en 3D). No os la perdáis.

8


viernes, 11 de octubre de 2013

Blue Velvet, 1986



 Tras el fiasco de Dune y una buena cantidad de dinero perdido, el productor Dino De Laurentiis decidió financiar a David Lynch su siguiente proyecto tras leer el guión que el mismo Lynch había elaborado. Tan entusiasmado estaba DeLaurentiis que decidió darle total libertad creativa y sólo puso un par de condiciones: el film debía ser barato y no sobrepasar las 2 horas de duración. Así nació Blue Velvet.

 Blue Velvet era un proyecto que David Lynch tenía en mente desde hacía años. Era sólo una fantasía sobre colarse en la habitación de una chica para espiarla en secreto y, casualmente, verse envuelto en un asesinato. También la canción Blue Velvet de Bobby Vinton y la idílica imagen formada por una valla blanca, unas rosas rojas y un cielo azul rondaban en la mente del director. Lynch nació en 1946 por lo que tenía 17 años cuando Vinton llegó al nº1 con esa canción en 1963 y en la mente de Lynch estaba asociada a su juventud.


 La melodramática música de Angelo Badalamenti (en su primera banda sonora) acompaña los títulos de crédito iniciales con las letras sobre un fondo de terciopelo azul, el espectador aún no lo sabe pero ese terciopelo tendrá un significado fundamental (y fetichista) durante la película. El vestido de uno de los personajes principales es de ese tejido, pero lo que vemos al inicio del film más parece una cortina movida por el viento. Quizás Lynch nos introduzca ya desde el inicio en el origen de la pesadilla.

 Luego, sin previo aviso, al acabar los títulos de crédito, Lynch nos presenta una idílica escena en Lumberton, un tranquilo pueblo maderero americano. Suena la canción Blue velvet de Bobby Vinton (realmente una versión del tema de Tonny Bennet). Es un día soleado y todo parece transcurrir sin problema alguno, un bombero nos saluda al pasar en su camión, los niños van a la escuela y un hombre riega apaciblemente su jardín mientras su mujer ve la televisión en el confortable salón familiar. Todo parece perfecto: hace sol y los pájaros cantan. Lynch despliega ante nuestros ojos la idílica América rural de los años 50 y 60. Pero la imagen de un arma en la televisión nos presagia que algo horrible va a ocurrir. La manguera con la que riega el hombre se estrangula y poco después éste cae al suelo, fulminado, supuestamente, por un ataque al corazón. Idea que parece reforzada por el estrangulamiento de la manguera, estableciéndose un paralelismo entre la manguera y las arterias del hombre. El hombre cae boca arriba y su perro bebe el agua que sigue fluyendo de la manguera. Lynch se centra en el césped del jardín y penetra en él, dejando ver lo que se esconde bajo la superficie: escarabajos y lombrices.
 Así empieza Blue Velvet de David Lynch, un perfecto resumen de la obra de su autor. Lynch muestra que debajo de una aparente tranquilidad y perfección se esconde siempre lo feo y lo desagradable. Nos negamos a verlo, pero la maldad y la muerte están siempre ahí. Es un mundo extraño dirá el personaje de Sandy, tiene razón.



Blue Velvet es el nacimiento a la edad adulta de dos adolescentes. Un viaje iniciático desde la inocencia a la aceptación (quizás resignación) de la edad adulta. El encuentro casual de una oreja humana arrancada brutalmente desencadenará toda una serie de acontecimientos que hará que nuestros jóvenes protagonistas conozcan la verdadera naturaleza del mundo.

Jeffrey (Kyle MacLachlan) es el hijo adolescente del hombre que ha sufrido un ataque y permanece en el hospital. Jeffrey está aburrido, ha dejado la universidad debido a la enfermedad de su padre y al regresar a su pueblo ya no queda ninguno de sus amigos. Tampoco el trabajo en la ferretería familiar parece muy excitante. Jeffrey descubre casualmente una oreja humana en el campo. Por cierto, las hormigas que recorren la oreja abandonada me recordaron a Un perro andaluz de Buñuel y Dalí. Jeffrey es un adolescente con ciertos rasgos infantiles, así lo demuestra el pueril juego de tirar piedras por el camino. Pero Jeffrey es curioso por encima de todo. Pero es casi tan ingenio como curioso. Llevará su descubrimiento a la policía, siendo el detective Williams el encargado del caso. Ante el mutismo de Williams, será su hija, Sandy (Laura Dern), la que informará a Jeffrey de algunos detalles que podrían estar relacionados con la oreja cortada. Así Jeffrey descubrirá la existencia de la cantante Dorothy Vallens (Isabella Rosellini) y urdirá un plan para colarse en su apartamento en busca de respuestas. La curiosidad que mueve a Jeffrey es la misma que siente el espectador, sus ojos dentro del armario mirando por las rendijas de la puerta son los nuestros. Jeffrey es un voyeur, como los propios espectadores.
A partir de ese punto, el mundo de Jeffrey y Sandy se irá desmoronando a pasos agigantados mientras descubrirán otra realidad que desconocían. Una realidad llena de violencia y locura. Además, Jeffrey se verá envuelto en un singular y peligroso triángulo amoroso: mientras su relación con Sandy no puede ser más convencional, su relación con Dorothy no puede ser más bizarra. Ambas mujeres se complementan perfectamente, una es la novia ideal que todo buen muchacho querría y la otra es ese oscuro e inconfesable objeto de deseo. Al entablar una relación con Dorothy, Jeffrey madurará dejando de ser un adolescente y descubriendo que algunos deseos es mejor que no se hagan realidad (valga como ejemplo su primer contacto sexual con Dorothy).

 Todo macabro cuento infantil necesita un villano, y el Frank Booth encarnado magistralmente por Dennis Hooper es de los mejores de la historia del cine. Hooper incorporó a su personaje algunos elementos como la mascarilla de gas y cierta tendencia a decir compulsivamente fuck. Frank es un ser brutal lleno de obsesiones y traumas que parecen condicionar todo su comportamiento. Primeramente, es incapaz de excitarse sexualmente si no es a través de la violencia. Frank necesita golpear y dominar a su víctima, sólo así consigue la excitación necesaria. Frank no permite que su víctima le mire a los ojos y exige ser llamado "Señor". Frank arrastra casi con toda seguridad (ya que no se afirma en el film pero lo podemos deducir) un trauma infantil, probablemente sufriera de abusos en la infancia.
Frank tiene una fijación fetichista con  el terciopelo azul para seguir con su excitación. Aquí se podría decir que quizás Frank sufrió los abusos mientras sonaba la canción del título o el terciopelo azul está relacionado de alguna manera con ese hecho, puede que las cortinas en la que ocurrieron los hechos fueran de ese tejido (se podría pensar si recordamos los títulos de crédito iniciales).

 Frank es un monstruo originado (supuestamente) por los abusos sufridos siendo niño. A su vez Frank está generando también otro monstruo al abusar del personaje de Dorothy Vallens, ella es chantajeada por Frank ya que éste tiene secuestrado a su marido y al hijo de ambos. Frank obliga a Dorothy a satisfacer sus deseos sexuales bajo la amenaza de matar a su familia. En Dorothy podemos descubrir rasgos que emanan directamente del comportamiento abusivo de Frank. Cuando Dorothy (una peculiar femme fatale) encuentra a una víctima (Jeffrey) repite casi los mismos ritos sexuales que Frank. Dorothy es un ser desvalido, una madre a la que le han arrebatado lo más valioso, al que están convirtiendo en un ser horrible. Si Frank está controlando a Dorothy, no es de extrañar que la obligue a vestirse de terciopelo azul y a cantar esa canción. Nada parece casual en el oscuro universo de David Lynch. Tampoco parece casual el nombre de Dorothy ni los zapatos rojos que lleva el personaje, como sucedería posteriormente en Corazón Salvaje, Lynch realiza su peculiar homenaje al film El mago de OZ, sólo que en esta ocasión el viaje de Dorothy es a un mundo de pesadilla.
Lynch nos sumerge en este mundo de pesadilla gracias a un objeto encontrado al azar y enfatiza tal hecho haciendo que, posteriormente, la cámara entre a través de esa oreja en uno de esos planos surrealistas que tan bien domina. Cuando la pesadilla acabe, Lynch hará que salgamos de ese mundo a través de otra oreja, en este caso la de un Jeffrey más adulto que ha aceptado su rol en el mundo y la complejidad de éste.
Blue velvet es su primera película en color (si exceptuamos Dune, a la que Lynch nunca parece haber considerado como suya) y como tal utiliza los colores como símbolos. Cada color significa algo, el azul puede ser el origen del mal y su representación, el amarillo (el traje de un detective es de es color) puede significar traición y el color rojo (el color de los zapatos de Dorothy y no olvidemos que Frank se pinta los labios de rojo en un momento dado) indica que algo malo va a pasar, peligro.

 Otros muchos símbolos están presentes en el film, como en toda la obra de su autor. Yo me quedo con la llama de una vela azotada por el viento indicando (a mi entender) la agitación interior de los personajes y con las bombillas que se apagan estruendosamente tras la muerte de Frank. También el jilguero que lleva un insecto en el pico se puede ver como un símbolo, representa a lo bello y lo terrible en un solo plano. Por cierto, el pájaro es un artilugio mecánico (en 1986 no había efectos digitales) bastante chapucero que Lynch resuelve dejándolo pocos instantes en pantalla para que no se note mucho. Aun así, se nota poca naturalidad en sus escasos movimientos. Hay quien dice que fue deliberada la elección de un pájaro mecánico y que es otro símbolo más de Lynch, representando que en el idílico final del film hay algo que no va bien pero que los personajes no quieren darse cuenta de ello. Sinceramente, no lo creo, pero podría ser.

Obviamente, Lynch le confiere a su film una estructura circular, el inicio y el final son muy parecidos, pero el espectador y los personajes ya no son iguales. Ambos saben que el mundo no es tan bonito como nos pensábamos. Incluso Lynch deja múltiples preguntas en el aire que Jeffrey parece querer obviar deliberadamente, como el hecho de que el detective Williams está claramente implicado en el caso. Jeffrey prefiere dejar de ser curioso y vivir una vida tranquila.

La elección del actor  Kyle MacLachlan me parece de lo más acertada a pesar de que no es un actor que me guste, me parece muy inexpresivo. Parece que hubo buena química con Lynch durante el rodaje de Dune y Lynch lo volvió a usar como prototipo de joven héroe inexperto. Incluso volvió a contar con él para el papel de agente Cooper en Twin peaks. La inexpresividad del actor parece ser un factor que Lynch busca deliberadamente, así nunca sabemos que piensa realmente su personaje y el espectador está aún más perdido. También se podría pensar que Lynch encontró en MacLachlan su alter ego.
 Por su parte, Isabella Rossellini escenificó perfectamente la ambigua fragilidad de Dorothy. La hija de Ingrid Bergman y el director Roberto Rossellini era famosa a mediados de los años ochenta sobre todo por sus campañas publicitarias para marcas de cosméticos y esta película supuso un drástico revés a su imagen pública. Cabe destacar que Rosellini y Lynch estuvieron casados de 1986 a 1990.
Blue velvet es un film extraño y desconcertante, con momentos ciertamente incómodos para el espectador. Valgan como ejemplo la inolvidable escena del armario en el apartamento de Dorothy o la escena de Frank amenazando a Jeffrey sobre la letra de la canción In dreams de Roy Orbison. Momentos sublimes de buen cine de esos que no se olvidan jamás.

Blue velvet, la primera obra maestra de David Lynch y el film que marcó los pasos a seguir en su posterior filmografía.

jueves, 10 de octubre de 2013

Crítica del concierto de Sinèad O'Connor en Zaragoza


 “Quiero cambiar el mundo pero soy incapaz de cambiarme de ropa interior”. Con esta frase inició ayer su concierto Sinéad O’connor en Zaragoza. La frase pertenece  la canción Queen of Denmark de John Grant de la cual la O’Connor realiza una estupenda versión en su último álbum de estudio How about I be me (and you be you) de 2012. A pesar de ser una canción ajena, la letra se ajusta como un guante a la cantante irlandesa, eso mismo debió de pensar la O'Connor cuando decidió grabarla e iniciar sus conciertos con ella.

 Sinèad O’connor nunca fue fácil de manejar para las compañías de discos ni fue una máquina de hacer dinero. Sinèad siempre fue un personaje difícil y contradictorio. Provista de una voz maravillosa el éxito internacional le llegó pronto, con apenas 23 años. Su versión del Nothing compares 2 U (un tema perdido que Prince había compuesto y grabado para uno de sus múltiples proyectos ocultos: The family) la catapultó hacia un éxito que quizás ella nunca deseó.

 Sinèad no es la típica estrella femenina que usa sus armas de mujer para encandilar al público masculino ni es ejemplo de cómo seducir moviendo las caderas. Sinèad siempre ha huido como de la peste de la imagen estereotipada (y tremendamente machista) que se proyecta de la mujer en los medios de comunicación. Sinèad nunca fue una marioneta en manos de la industria, era demasiado incontrolable.
 En pleno apogeo de su fama a la cantante irlandesa no se le ocurrió otra cosa que romper una foto del Papa Juan Pablo II en el Saturday Night Live. Devota creyente pero en eterno conflicto con la Iglesia Católica, Sinèad expresó en ese airado gesto su odio contra una institución en la que, según ella, urgía un cambio. Obviamente, el gesto no fue bien entendido por miles de seguidores y las reacciones de los sectores más conservadores no se hicieron esperar. El escándalo sexual da fama y dinero (que le pregunten a Madonna, Rhianna o muchas otras), el escándalo religioso da problemas. Sus discos se retiraron de algunas cadenas comerciales norteamericanas e incluso se quemaron públicamente. La aparentemente frágil chica calva con voz de ángel se había convertido en el diablo. Desde el incidente de las declaraciones de John Lennon sobre que los Beatles eran más famosos que Jesucristo, la puritana Norteamérica no se había convulsionado así. Sinèad fue abucheada en el concierto conmemorativo de los 30 años de carrera de Bob Dylan y ni siquiera pudo actuar, sólo el gran Kris Kristofferson la apoyó en el escenario. 

A partir de ahí la O’Connor siguió sacando discos, algunos realmente memorables como aquel Universal mother de 1994 y múltiples colaboraciones con artistas como Peter Gabriel, Massive attack, Asian Dub Foundation o U2. Pero su carácter inestable y sus problemas personales fueron el mayor enemigo de su carrera. En los últimos años se ha hablado más de sus intentos de suicidio, de sus fugaces matrimonios o sus salidas de tono en las redes sociales (buscando novio, psiquiatra o aconsejando a Miley Cyrus) que de su música.  Diagnosticada de trastorno bipolar y fatiga crónica, la O’Connor parece haber reconducido su vida personal y su carrera en los últimos tiempos. Veremos lo que dura.

El concierto ofrecido ayer en Zaragoza ante un escaso público (256 entradas vendidas y 201 invitaciones) fue una dura demostración de que la sutileza no es para las masas. Vestida con unos sencillos pantalones y camisa vaqueros, descalza y con su perenne cabeza rapada. La O’Connor parece recuperada y desprende aún buena parte de la magia que nos fascinó hace 2 décadas. Menuda sobre ese escenario, franqueada por una banda más que solvente y un escenario espartano, Sinèad sigue teniendo esa aura de persona frágil. Sin embargo se transforma en el escenario en todo un torrente. Por momentos, parecía que no habían pasado los años. La O’Connor estuvo entregada y por momentos parecía estar pasándoselo realmente bien a pesar de estar continuamente luchando contra problemas de sonido que sólo ella parecía percibir. Sonaron excelentes temas de su último disco (4th and vine, The Wolf is getting married, Reason with me o la citada Queen of Denmark) junto con piezas de toda su carrera, conformando un sólido ramillete de canciones que subían varios enteros gracias a la interpretación vocal de la irlandesa. No faltaron temas de su repertorio como Jackie, Thank you for hearing me, Fire on Babylon, The last day of our acquaintance y un Nothing compares 2 U que sonó sorpresivamente pronto (nada de dejarla para el final, hubiera sido demasiado obvio y con Sinèad no hay nada obvio).

Un recital hermoso, lleno de emoción y sentimiento a cargo de una de las voces más personales y emocionante del panorama internacional de las últimas décadas. Un plato delicado que sólo unos pocos nos acercamos a saborear.

P.d.: Lo de por qué hubo tan poca gente y por qué había casi tantos invitados por el ayuntamiento como personas que pagamos religiosamente la entrada es un tema en el cual no voy a entrar.

viernes, 4 de octubre de 2013

Memento



 Leonard Shelby (Guy Pearce) es un agente de seguros incapaz de generar nuevos recuerdos a partir del trauma generado por el asesinato de su esposa.

 Nuestra personalidad (nuestra relación con los demás) se basa principalmente en la capacidad de actuar frente a estímulos externos, capacidad que depende directamente de lo que hemos aprendido del mundo exterior. Pero si fuéramos incapaces de crear nuevos recuerdos, viviríamos anclados en el pasado y sin información ante los nuevos estímulos. La existencia de nuestro protagonista es una completa tortura ya que no sabe cómo ha llegado hasta ahí o cómo ha conseguido la información que él mismo se tatúa en su cuerpo para tenerla siempre presente. Un curioso truco para tener a mano ciertos conceptos, aunque no sepa si realmente son ciertos, sólo sabe que una vez fueron considerados por sí mismo como certezas (aunque realmente algunos no lo sean). Cuestiones ya de por sí complicadas como en quién confiar o qué es verdad y qué es mentira se tornarán en verdaderos dilemas imposibles de resolver.
Todo ello confiere un carácter de total dependencia y fragilidad a nuestro protagonista, un hombre sin memoria pero con un objetivo claro: vengar la muerte de su esposa. Una tarea titánica en su permanente estado de confusión.

  Christopher Nolan  (tras su debut con Following) decidió llevar a cabo este complejo proyecto en la que mezcla el cine negro con el trhiller psicológico. Nolan se sirve de un elaborado guión (como sería habitual en él) y de un montaje enrevesado (una constante sucesión de avances y retrocesos  en el tiempo) que obligan al espectador a estar atento a cada detalle mientras se ve sumergido en una terrible pesadilla. A través de esta singular estructura narrativa, Nolan sitúa siempre al espectador en un punto de la narración en el que se encuentra tan desorientado como el propio protagonista.
 He aquí el mayor logro del film: conseguir que la sensación de desamparo del protagonista sea compartida por el espectador. Nolan demuestra que en el cine la forma de narrar una historia es tan importante como la historia misma.

 Si te gusta que te lo den todo mascado, no te gustará este film, te parecerá excesivamente complicado y puede que no le veas el sentido. Pero si te gusta que te hagan pensar, Memento te puede resultar fascinante mientras intentas juntar todas las piezas de este enrevesado rompecabezas contado en sentido inverso.

 Una arriesgada pirueta narrativa difícilmente superable.

jueves, 3 de octubre de 2013

After earth


Will Smith es un género en sí mismo, como el bueno de Tom Cruise. Ambos son las mayores estrellas del panorama actual. Son las estrellas que arrastran a más millones de espectadores a las salas de cine. Triste pero cierto.

 La nueva película de Will Smith (es suya ya que la idea fue suya, la ha producido él y la interpreta junto a su hijo) es una cinta de ciencia ficción dirigida (dicen) por M. Night Shyamalan (el tipo que lo petó con El sexto sentido y nos entregó tonterías como El incidente). After earth no deja de ser una más de aventuras, con un tono muy militar y mucha exaltación de la familia (no sé qué pesa más en la película el deber militar o el deber familiar, aquí parecen fundirse en una misma cosa).

El film se hace ameno, siendo una decente película de aventuras que se deja ver a pesar de que es incapaz de explorar nuevos territorios. Pero no pasa de ahí y acaba decepcionando tanto al aficionado a la ciencia ficción como al espectador ávido de aventuras. Digo yo que un poco de originalidad o sorpresa en el guión no hubiera estado mal. Con un presupuesto tan holgado no hubiera costado mucho trabajarse un buen guión o unos efectos revolucionarios. Nada de todo ello ha ocurrido.
Will Smith está bien en su papel de severo padre que sabe que su supervivencia depende de cómo guíe a su hijo a través de un planeta (la tierra ni más ni menos) lleno de peligros. Su personaje es un líder nato, todo un héroe para la humanidad gracias a su falta de miedo que le hace indetectable para los enemigos. Pero su hijo (interpretado por el insufrible Jaden Smith, quien casualmente es hijo de Will Smith!!) es sólo un cadete que no ha logrado pasar los exámenes. Vamos, el típico joven héroe que empezará su viaje iniciático para encontrarse a sí mismo y demostrar a su padre de lo que es capaz. Nada nuevo bajo el sol. Todos sabemos lo que va a pasar, aunque a mí me sorprendió negativamente el forzado final. El film es sólo un mero vehículo para que Will Smith pase el testigo a su hijo, lástima que el muchacho no tenga ni la décima parte del carisma de su padre.

 ¿Y la mano de Shyamalan? Apenas se nota, mejor así. After earth es una peli de encargo para lucimiento de la familia Smith y no hay hueco para las obsesiones y los temas habituales del afamado director. Sí hay algún plano subjetivo y algún elemento familiar que recuerda a films como Señales. Pero el estilo Shyamalan está totalmente ausente, podría haber sido dirigida por cualquier otro director a sueldo o por un piloto automático. Al menos Shyamalan cumple y el film está correctamente rodado (no como en aquel horror de Airbender).

 Decepcionante cinta de aventuras que gustará a los adolescentes pero que a los más mayores nos sabrá a poco.

4,5