miércoles, 28 de enero de 2015

La entrega (The drop)


 Las novelas de Dennis Lehane han sido adaptadas al cine con resultados tan notables como Mystic river, Adios, pequeña, adiós o Shutter Island. en los últimos años he realizado guiones para episodios de series tan prestigiosas como The wire o Boardwalk empire, siendo The drop su primera película como guionista.

 Las constantes de los relatos de Lehane están en The drop: barrios obreros, mafiosos, ambiente católico y personajes poco recomendables. Lehane parece centrarse aquí en personajes aparentemente anodinos pero con un gran trasfondo detrás de ellos. Tanto la pareja de primos interpretada por los magistrales Tom Hardy y James Gandolfini como el resto de personajes son perdedores que una vez aspiraron a ser alguien pero parece que la vida les ha vencido definitivamente.  Ahí radica la mayor virtud, en mi opinión de la obra de Lehane: sus historias giran en torno a personas y a sus sentimientos, sus personajes sufren y anhelan una vida mejor.

 En La entrega estamos ante un guión mucho más trabajado de lo habitual en este tipo de género. Sus personajes destilan veracidad gracias a unos excelentes diálogos. Los personajes son contradictorios y llenos de matices. Nada de tópicos retratos de mafiosos. Estamos ante un cine negro moderno: tenemos un antihéroe (Tom Hardy), un villano (Mathias Schoenaerts), una peculiar femme fatal (Noomi Rapace) y un amigo del héroe que se meterá irremediablemente en problemas (James Gandolfini). Todos ellos tienen un pasado, todos tienen algo que ocultar e irán evolucionando conforme avance la trama. En especial el camarero con pocas interpretado por Tom Hardy me resultó totalmente verosímil, quizás por lo bien escrito que está su personaje y por la actuación de un Tom Hardy excelente. ¿Seguro que este tipo es el mismo actor que salía en la última de Batman o Locke? La capacidad de transformación de este actor me parece digna de elogio.


 Con un buen guión una película ya tiene mucho terreno ganado, aunque siempre una pésima dirección puede echar por tierra una buena historia. No es el caso. El director Michael R. Roskam consigue plasmar el ambiente de la historia de Lehane. Nada de estridencias ni moderneces innecesarias. Se dedica a plasmar en imágenes un buen guión apoyado en unos actores en estado de gracia. Tampoco se dedica a imitar el manido estilo narrativo de Scorsese, le da tiempo a los personajes a desarrollarse a base de escenas de diálogos que, lejos de aburrir, sirven para construir una tensión que va creciendo gradualmente hasta hacerse insostenible y explotar en un final casi antológico.

 Sólo le puedo poner un pero a la película, la primera escena entre Tom Hardy y Noomi Rapace no me resultó creíble. Puede que sean manías mías pero no me creo que una mujer sola reaccione así al ver un tipo dentro de su propiedad.


El último film que rodó James Gandolfini es un estupendo broche a su carrera.


7

lunes, 26 de enero de 2015

La isla mínima


1980 fue un año bastante tenso. España era todavía un país de caciques y señoritos, sobre todo en el sur. La transición estaba tomando un rumbo imparable y muchos poderes fácticos empezaban a preguntarse si el país iba en buena dirección. No es de extrañar que 1981 empezara con un intento de golpe de estado. A todo ello hay que sumar una galopante crisis económica y un desempleo desorbitado. Todas estas tensiones sociales se ven reflejadas en La isla mínima.


 Alberto Rodríguez (7 vírgenes, After, Grupo 7) es ya todo un valor seguro del cine español. El tipo se niega a establecerse en Madrid y sigue afincado en su Andalucía natal. Si nos fijamos en los resultados, hace bien.  Ya desde los primeros y bellísimos planos de las Marismas del Guadalquivir nos damos cuenta que estamos ante otro tipo de cine español. Un guión lleno de matices como una soberbia dirección hacen que estemos ante un film excepcional.

 Los arrozales y las marismas son personajes más de la trama, un secundario de lujo que inunda cada plano. El paisaje es a su vez una metáfora del país. Las aguas revueltas de la transición intentan hacerse hueco entre el estancamiento político de una sociedad y los aires de renovación. Rodríguez retrata una Andalucía dividida. Por un lado la Andalucía caciquil que se resiste al cambio y por otro la que pide a gritos una renovación.
 Pero el paisaje no es la única metáfora. Otra atractiva metáfora de esas dos Españas es la pareja de 2 policías ideológicamente opuestos: El personaje de Raúl Arévalo apuesta por la renovación política y social. Ha molestado a sus superiores y ha sido castigado por ello. Va a tener un hijo y representa al futuro.
Por otra parte su compañero, interpretado por Javier Gutierrez, es un policía reciclado del antiguo régimen que no tiene las manos del todo limpias. Está enfermo y simboliza a esa España que agoniza. Estas metáforas de las dos Españas me parecen muy acertadas, no puedo decir lo mismo de la que la trazó Alex De La Iglesia en aquel bochorno llamado Balada triste de trompeta.

 La isla mínima comienza con unas unas impactantes imágenes aéreas de las marismas que recuerdan a las de Yann Arthus-Bertrand (Home) por su gran belleza. Cabe destacar la gran fotografía de Alex Catalán basada en el trabajo del fotógrafo Atín Aya (1955-2007) sobre las marismas del Guadalquivir. Estamos ante un film de una gran factura técnica y una ambientación sobresaliente.

  Ya sé que muchos dicen que La isla Mínima se parece a True detective, pero esta serie se emitió cuando La isla mínima ya estaba rodándose. Creo que sus parientes más cercanas podrían ser las excelentes (cada una a su manera) Memories of murder y El secreto de sus ojos. Ambas son excelentes películas de género realizadas fuera del mercado anglosajón. Películas que poco o nada tiene que envidiar al cine norteamericano y que han logrado adaptar el genero a su propia cultura con resultados más que satisfactorios. Ya hemos dicho mas de una vez que Memories of murder ha sido un film muy influyente y aquí se nota. La forma de enfocar el caso y la importancia del entorno son influencias decisivas del film coreano.

 También la influencia de El secreto de sus ojos se puede apreciar en la sensación de impunidad que ambos films transmiten. Tanto en la transición argentina como en la española se pasaron por alto ciertos delitos en busca de una paz social. Muchos verdugos de la dictadura salieron inmunes y muchas costumbres caciquiles se perpetuaron en las incipientes democracias. La isla mínima viene a decirnos que quizás la transición española se quedaron en el tintero usos y costumbres del antiguo régimen que perduran hasta hoy. Quizás la corrupción fue un mal que heredamos de la dictadura y nunca fue atajado del todo.

  También pueden intuirse reminiscencias de el tristemente célebre caso de las niñas de Alcácer, desaparecidas en 1992. Existen cierta similitudes y la sensación que algo turbio no llegó a salir a la luz. En el imaginario colectivo de este país existe la idea de que no todo salió a la luz y que los culpables nunca fueron castigados. Puede que todo ello haya servido también de inspiración para esta película. Rodriguez se ha sumergido en la psique de este país y ha buscado sus más oscuros fantasmas para configurar un film tenso e incómodo pero yo diría que necesario.

  En cuanto al reparto, están impecables Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez como la pareja de policías con caracteres opuestos. También me gustó mucho el siempre eficiente Antonio De La Torre quien dota a su personaje de una asombrosa riqueza de matices. Por contra, no me gustó nada Jesús Castro (el chico será muy guapo pero es un actor totalmente inexpresivo) como tampoco me creí a Nerea Barros como madre de las niñas desaparecidas (no me la creí en ningún momento). Por suerte, ambos salen poco y no interfieren en el excelente resultado final del film.
 Respecto al controvertido final, entiendo que a muchos espectadores no les gustara pero creo que es la mejor opción. Un final en mi opinión valiente y consecuente, me explico:

**SPOILER**

 Si el personaje de Raúl Arévalo se hubiera enfrentado con el poder una vez más probablemente no hubiera conseguido nada excepto volver a ser humillado y degradado. Como el resto del país, decide seguir viviendo y no remover el pasado, más por impotencia y pragmatismo que por convencimiento. La fotografía rota demuestra su voluntad de convencerse a sí mismo que debe olvidar el pasado para construir un futuro mejor. Todavía quedan muchas cosas por cambiar y no es el momento de ponerse a molestar a los poderosos. Decide la opción más fácil y la más lógica. Ello le convierte no en un héroe de película sino en un personaje de carne y hueso que debe tragarse sus ideales para seguir viviendo siendo consciente que no va a lograr nada enfrentándose al poder. Un final que no contentará a muchos espectadores pero creo que concuerda perfectamente con lo planteado durante la película. Ya he dicho que me parece un final muy valiente. El espectador quiere resolver el caso totalmente, sin dejar ningún cabo suelto ni ninguna pista por seguir, mejor todavía si el villano de turno recibe un justo y violento merecido a modo de catarsis para el espectador. Pero hubiera sido hacer trampa y caer en los errores del cine comercial más burdo.

**FIN SPOILER**

 La isla mínima es un estupendo thriller a la española que poco o nada tiene que envidiar a cualquiera que nos viene del otro lado del charco.

7

domingo, 25 de enero de 2015

The Imitation Game (Descifrando Enigma)


Amigo lector, si ahora mismo estás leyendo estas palabras en cualquier formato digital es gracias a (entre muchos otros) un matemático británico llamado Alan Turing. Turing es considerado el precursor de la computación y fue quien descifró el código Enigma que los nazis usaban en La Segunda Guerra mundial. Te aviso que si no conoces su historia puede que si sigues leyendo te revele cosas que quizás no quieras saber antes de ver la película. Sí te diré que es un buen film.

 Alan Turing es uno de esos personajes reales cuya historia merecía ser contada. Ya inspiró la película Enigna hace unos años, pero Enigma era básicamente un entretenido film de espías que se tomaba demasiadas libertades respecto a la historia real. Me molestan bastante esas falsas biografías que conscientemente omiten o modifican aspectos molestos del personaje retratado. Por ejemplo, en Una mente maravillosa se omite la bisexualidad del matemático John Forbes Nash. Parece que la enfermedad mental del protagonista no es problema para el gran público siendo parte fundamental en la trama, pero parece que su condición sexual sí era considerada por los responsables del film como un problema. Viendo Una mente maravillosa uno podría pensar que Nash acabó sus días junto a su amada esposa, nada más lejos de la realidad. Se edulcoró bastante la historia real en busca de un idílico final feliz que satisficiera al público. Para eso no digas que se basa en hechos reales ni uses el nombre real del personaje. Lo mismo ocurrió con Enigma donde el protagonista era abiertamente heterosexual e incluso tenía una aventura amorosa con una mujer, al menos en Enigma le cambiaron el nombre al personaje.

 Parece que por fin Alan Turing ha tenido con The imitation game una película que le hace justicia. Se estima que Alan Turing consiguió con su trabajo acortar la Segunda Guerra Mundial unos dos años y así salvar miles de vidas. No sólo eso, gran parte de los avances de programación y computadoras actuales se deben a Turing.

 El film narra la apasionante tarea que realizaron unos hombre para descifrar un código que parecía imposible bajo la presión de saber que cada día costaba miles de vida. Pero una vez descifrado el código Enigma no se acabaron los problemas, la inteligencia militar y el contra espionaje también tuvieron mucho que ver para ganar la guerra, siendo necesario muchas veces sacrificar miles de vidas para conseguir un objetivo mayor.
Se da la interesante paradoja de que los que ganaron la guerra en pos de la libertad acabaron condenando a Turing por perversión y homosexualidad.  El film retrata cómo se puede pasar de ser un héroe que salvó miles de vidas a un peligro social debido a una legislación intolerante. ¿No eran los nazis los intransigentes? Está visto que a los aliados todavía le quedaba mucho camino por recorrer en favor de los derechos civiles. Al menos, Turing fue exonerado de todo cargo casi 60 años después de su muerte. Nunca es tarde si la dicha es buena pero para Turing los reconocimientos llegaron demasiado tarde.

 El director noruego Morten Tyldum (Headhunters) adapta de forma más que correcta la historia de Turing. Su película está contada al estilo clásico de acuerdo con la época que retrata. Tiene un gran ritmo y una historia apasionante. Me gustó el hecho de no retratar a Turing como un gran tipo, era un genio pero también podía ser un tipo insoportable. Incluso el recurso del montaje paralelo (que no me suele convencer) está  muy conseguido, no confunde nunca al espectador  y sirve para darle más emoción a la trama. A pesar de su clasicismo formal presenta bastantes cuestiones que la convierten en una refrescante reflexión sobre las libertades y los sacrificios necesarios para conseguirlas. Incluso, a pesar de saber lo que iba a ocurrir, a mí me emocionó el final.
 Debo destacar el trabajo de Alexandre Desplat, quien realiza aquí una partitura excelente que acompaña a las imágenes y las enriquece logrando que muchas escenas ganen en intensidad gracias a su trabajo. Se supone que para eso está la música en las películas ¿no?.


Benedict Cumberbatch sigue bordando esos genios arrogantes y aislados del resto del mundo (Sherlock, El quinto poder). Estos tipos raros que tan buenos resultados le están dando, espero que este gran actor no acabe encasillándose. Aquí nos da otra lección de contención interpretativa, nada de gesticulaciones excesivas ni molestos tics. Otra que está también muy bien, como todo el reparto, es Keira Knightley, la verdad es que entre ambos actores hay bastante química. también me gustó el personaje de Matthew Goode y su ambigua relación con Turing.

 The imitation game es una buena película a la que no puedo poner ninguna objeción. Quizás no sea tan innovadora como Boyhood o Birdman, es un retorno al cine clásico y a las historias contadas de forma pausada. Un clasicismo que nunca pasa de moda.

7

P.d. La muerte de Turing a causa de un mordisco dado a una manzana con cianuro fue interpretado por muchos como un suicidio. Otros piensan que pudo ser un descuido ya que en su casa tenía cianuro para sus experimentos. Incluso hay quien piensa que el antiguo logo de Apple de la manzana con los colores del arcoiris podría ser un homenaje a Turing, parecer ser que nunca ha sido confirmado por los de Apple.

  Lo dicho, por fin se hace justicia a Alan Turing con una buena película.

viernes, 23 de enero de 2015

Boyhood (Momentos de una vida)


 Siempre me ha molestado el hecho de que en las películas se usen distintos actores para interpretar al mismo personaje en las diferentes etapas de su vida. Me molestan los cambios de actor casi tanto como esos maquillajes (muchas veces cochambrosos) que intentan simular el paso del tiempo.

 Richard Linklater ha buscado una solución a este molesto problema: rodar una película con los mismos actores durante el periodo de tiempo que abarca la trama. Sus actores maduran a la vez que los personajes, logrando una enorme veracidad. Linklater ya ha hecho algo parecido con su trilogía de Antes del amanecer, rodando tres películas que narran la evolución de una pareja con 10 años de distancia entre cada una de ellas. Para Boyhood, Linklater ha dedicado 39 días de rodaje a lo largo de 12 años.




 Linklater mima sus películas y se toma su tiempo, sus proyectos involucran tanto a los actores como a su director durante varios años. Podríamos hablar de un cine cocinado a fuego lento, meditado y consciente de lo que quiere contar y cómo contarlo. Su historia es simple y está contada de una forma también muy simple. Nada de recursos como flashbacks o molestas voces en off ni moderneces como montajes desordenados. Linklater va directo a su historia.

 El film se ve con agrado, se pasa rápido a pesar de sus casi 3 horas. El paso de la infancia a la madurez está muy bien plasmado, no sólo por los cambios físicos de los actores sino por lo perfectamente elegidos que están los momentos mostrados. No son momentos especialmente trascendentes ni traumáticos, son fragmentos de una vida que casi parecen elegidos al azar para plasmar la evolución de los personajes pero no son especialmente dramáticos.
 Linklater va dejando huellas en las que muchos espectadores se verán reflejados, igual que en Antes del anochecer, busca mostrar pedazos de nuestra vida y situaciones en las que no es difícil reconocernos. Más que emocionar, busca que nos veamos reflejados en su film.

 En Boyhood asistimos a los piques entre hermanos, un padre ausente, una madre trabajadora, abuela sobre protectora, los matones del colegio, los primeros amores, etc. En definitiva, el paso de la ilusión de la infancia a la rebeldía de la adolescencia. La desorientación y la desilusión del paso del tempo. Todo ello mostrado sin grandes dramas ni tragedias, dentro de lo cotidiano. Como bien dice el título en castellano, momentos de una vida pero sin ahondar en lo trágico. La cámara podría haberse detenido en cualquiera de los elementos antes citados y habernos invitado a reflexionar sobre lo visionado, pero Linklater continua con un ritmo inexorable su narración. Nada de sentimentalismos, quizás todo eso venga en sucesivas películas.
 Boyhood  fluye como buena película-río que es, pero no parece querer llegar a ningún sitio. Hay una gran presentación de personajes y un desarrollo pero no hay un desenlace ni una catarsis. Algo que puede que decepcione a muchos espectadores. Sin ir más lejos, a mí el final me dejó con cara de idiota. Si no llega ser por la canción de Arcade fire pillo un rebote importante.


 Boyhood es una gran fotografía de nuestro tiempo y un reflejo de cómo la tecnología ha cambiado en la última década nuestra forma de relacionarnos. Boyhood es igualmente un retrato de la sociedad americana de los últimos 12 años: hechos como la guerra de Irak o la llegada de Obama a la Casa Blanca se ven reflejados. A su vez muestra elementos muy arraigados en la cultura norteamericana como el alcohol, el baseball, los continuos cambios de domicilio y esa inquietante unión entre armas y religión.
 Sutilmente Linklater viene a decirnos que cuando uno está en la plenitud de su vida no parece darse cuenta y sólo cuando ve que ha pasado lo mejor es consciente de ello. Parece una maldición del ser humano. De niños deseamos ser adolescentes y de adolescentes deseamos ser adultos para lograr una independencia que, una vez lograda, nos damos cuenta que no era para tanto y añoramos nuestra infancia. Es un mensaje quizás poco edificante para el espectador pero nunca está demás recordar aquello de disfruta el momento.

Debo destacar la importancia de la música pop/rock durante todo el film, no sólo como acompañamiento de las escenas sino como catalizador de la familia. Linklater no usa música original compuesta especialmente para el film, así evita dar énfasis a ciertos momentos (que es para lo que sirve la música en el cine) ni le dice al espectador cómo debe sentirse ante lo mostrado en cada escena. Boyhood se sirve de canciones de Coldplay, The flamming lips, The black keysGnarls Barkley y Gotye (entrte otros) para ir ambientando cada escena en un momento concreto.

De los actores cabe decir que están todos más que correctos. Hasta Ethan Hawke y Patricia Arquette están muy convincentes como padres divorciados aunque yo me quedo con la pareja de hermanos formada por Ellar Coltrane y Lorelei Linklater.

 A mí Boyhood me gustó, no la considero ninguna maravilla, más bien un film honesto que huye del drama y la la lágrima fácil para hacer pensar al espectador.

6,5

lunes, 19 de enero de 2015

Birdman (o La inesperada virtud de la ignorancia)



 Cuenta la leyenda que Johnny Weissmüller murió creyéndose Tarzán y que Bela Lugosi se creía realmente un vampiro hacia el final de sus días (las drogas son muy malas, amigos). A veces se produce una identificación tal del actor con su personaje que es realmente difícil distinguirlos. Esperemos que tal cosa no le acabe ocurriendo a Michael Keaton y su Birdman.

 La identificación de Keaton con su personaje no puede ser mayor. Keaton fue el Batman de Tim Burton en sus dos películas sobre el personaje. Nunca me gustó Keaton como Batman, sólo a Burton se le ocurriría hacer un Batman canijo y un Joker gordo. Pero Keaton no supo aprovechar la fama que le dio el hombre murciélago y su carrera se hundió. Igualmente su personaje en Birdman, Rigan Thompson, rechazó seguir interpretando al superhéroe Birdman y su carrera se fue al traste. Ambos (Keaton y Thomson) acabaron siendo adictos al alcohol y a los peluquines. Ahora Michael Keaton/Riggan Thomson intenta demostrar que no están acabado. Así pues, ambos (actor y personaje) se lo juegan todo a una carta que los situará en la cresta de la ola o los sepultará definitivamente en el olvido. No voy a contaros lo que ocurre con Riggan Thomson pero Keaton está magnífico en su última oportunidad.

 No olvidemos que los actores de cine comercial son despreciados por sus compañeros del teatro. Generan millones de dólares pero no tienen prestigio, prostituyen su talento (en el hipotético e improbable caso de tenerlo) por unos efímeros fama y dinero. Es por ello que estrellas del cine comercial se refugian en el cine independiente o el teatro en busca de reconocimiento y prestigio. Parece ser que, ironías del destino, la jugada le ha salido bien a Michael Keaton, está en el mejor personaje de su carera y ya le ha valido el globo de oro. Incluso Birdman es firme candidata a los Oscars de este año con nueve nominaciones.  Ya sabemos lo que les gusta a los de Hollywood mirarse el ombligo y divagar sobre sí mismos. Les fascina ver el mundillo del cine y el teatro retratados en la pantalla, da igual que los pongan a parir. Casi les gusta tanto como relanzar las carreras de actores olvidados. Sirva como ejemplo Michael Keaton.


 ¿Qué ha movido al director mejicano Alejandro Gonzáles Iñárritu a escribir y dirigir Birdman?  ¿Estaba cansado de ver cómo películas infames son las más taquilleras y cómo penosos actores son considerados estrellas? Yo diría que sí. El cine es (o debería ser) un arte además de una industria.
  Iñárritu ha sido valiente (osado más bien) y ha hecho un film visceral que se nota que le ha salido de las tripas (o más abajo), ha cargado contra todo aquello que le ha dado la gana: actores, críticos, industria, público, etc. Bravo por él, necesitamos más directores así. Se ha quedado tan ancho y encima parece que su película está gustando mucho a la crítica (contra la que lanza unas cuantas puyas) y los académicos. Por primera vez Iñárritu introduce la ironía y el humor negro en su cine, algo que le era muy necesario a su mortecina filmografía. Al menos, nadie puede negarle a Iñárritu que no haya intentado ser original y romper su propio estilo. Birdman es una negrísima autoparodia del mundo del espectáculo.

 Iñarritu arremete violentamente contra el cine comercial, personificado en Spider-man y Transformers. Ya sabemos que Hollywood es una industria que vomita siempre la misma basura para un público idiotizado a cambio de grandes beneficios. Todo pasa tan rápido hoy en día que dejas de ser una estrella cuando aún eres joven, imposible mantenerse siendo (casi) imposible volver a reflotar tu carrera. Cuando dejas de ser trending topic eres olvidado. Los quince minutos de fama de Warhol nos parecen mucho hoy en día.


  Birdman está lleno personajes que parlotean sin parar en ese microuniverso de camerinos y pasillos del teatro. Al espectador le cuesta entrar en la película, una vez que entras la cosa mejora y se disfruta pero AVISO: no es un cine para todo tipo de paladares. Que nadie piense que va a reírse con esta ácida comedia o que va a ver un film de superhéroes al uso.
Birdman adolece de demasiada cháchara y algunos bajones de ritmo. Tampoco esa especie de realismo mágico creo que sea del agrado de muchos espectadores. Yo pasé un buen rato pero acabé algo aturdido, se me hizo algo dura por momentos, sus dos horas de intensos diálogos me dejaron casi exhausto. Por cierto, yo acabé harto de la percusión de Antonio Sánchez, menudo peñazo de música. Quizás la intención era que el espectador se sintiera tan aturdido y confuso como el personaje principal, en ese caso es un éxito. La fotografía de Lubezki me pareció muy acertada a pesar de la complejidad que representaba la forma de rodar las escenas.


 En el irregular y caótico guión casi todos los actores tienes momentos en los que te ponen los pelos de punta. A parte de Michael Keaton, están sobresalientes Emma Stone (Amazing Spider-man), Naomi Watts (King Kong) y Edward Norton (El increíble Hulk). Como vemos, todos ellos tienen culpas que expiar por haber participado en el cine comercial y de súper héroes. Una vez más, Birdman nos ofrece una identificación entre actores y sus personajes.

 La forma de Birdman va unida de forma indivisible con lo narrado. Esta historia no tendría sentido de no estar contada en un único (y falso) plano secuencia. Ya en 1948 Alfred Hitchcock intentó rodar La soga en un único plano secuencia, como si de una obra de teatro se tratara. Las limitaciones técnicas se lo impidieron, parece ser que los rollos de las cámaras no duraban más de 10 minutos, por lo que La soga tiene varios cortes hábilmente disimulados por el mago del suspense. Casi 70 años después Iñárritu lo vuelve a intentar con un falso plano secuencia lleno de trucos digitales. Su plano secuencia tiene momentos realmente sublimes y escenas que se hacen demasiado largas, estupendos momentos de gran intensidad que contrastan con salidas de tono del tamaño del Empire State.
 Viendo Birdman no sólo me acordé de La soga, también me vinieron a la mente películas de grandes maestros como John Cassavetes (Opening night), Peter Bogdanovich (¡Qué ruina de función!), Woody Allen (Balas sobre Broadway) o Bob Fosse (All that jazz). En todas ellas asistimos a los miedos, miserias y dudas de los actores antes de una función. Así pues, la propuesta de Iñárritu no es totalmente novedosa ni en su temática ni en su forma de narrarla. Su innegable mérito reside en su mala leche y en su valentía.

 Iñárritu ha cuadrado el círculo, ha atacado al sistema y a éste le ha encantado. Sólo por ello vale la pena echarle un vistazo a Birdman.

7



sábado, 17 de enero de 2015

La teoría del todo (The theory of everything)


Stephen Hawking es el físico más célebre de nuestro tiempo. Él opina que su fama es inmerecida y se debe únicamente a una exageración de los medios de comunicación ya que sus aportaciones son mucho menos relevantes para la ciencia que las de Newton o Einstein. Tenga razón o no, su figura está instaurada desde hace años en nuestro imaginario colectivo, así lo corroboran sus apariciones en Los Simpson o The big bang theory.

 Tras deslumbrarnos con el fascinante documental Man on wire, el director James Marsh se atreve con la adaptación del libro autobiográfico de Jane Wilde, primera esposa del científico Stephen Hawking. Podemos olvidarnos de grandes disertaciones sobre el tiempo y el espacio. Sí hay algo de ello pero no estamos ante un film de aspiraciones didácticas sino más bien ante el biopic de una pareja. El hecho de que Hawking sea un conocido científico y esté postrado en una silla de ruedas por una terrible enfermedad no hace sino reforzar el sentimiento de ternura que destila la película.
 El film se centra en la fuerza de voluntad y el esfuerzo por vencer a las adversidades más que en los estragos de la enfermedad. La teoría del todo es principalmente una historia de superación. Superación no sólo contra una enfermedad degenerativa incurable (a Hawking le dieron 2 años de vida hace más de 40) sino también contra el reto de encontrar una teoría que explique el origen del universo a la vez que intenta llevar una vida lo más normal posible.


 Por suerte para nosotros, Marsh no se centra únicamente en la enfermedad como tampoco lo hace en las complejas teorías de Hawking, a Marsh le importa más la realidad de una mujer que decide dejar su carrera profesional por cuidar a su marido y su agotador día a día. Al estar basada en el libro escrito por Jane, el film se centra en ella permitiendo al espectador entender su frustración y sus deseos de vivir así como su sentimiento de culpa. Obviamente la degeneración física de Hawking y los continuos cuidados que precisa se llevan parte del metraje pero Marsh nunca busca la lágrima fácil. Un equilibrio realmente complicado que esta película consigue. Marsh no busca héroes ni villanos en esta historia ni culpa a nadie, sólo expone una historia de la forma más neutral posible aunque paradójicamente lo hace con bastante delicadeza. La historia de esta pareja es el eje central del film, una pareja que es azotada en su mejor momento por una enfermedad terrible que postrará a Hawking para siempre en una silla de ruedas y le privará del habla. Pero no sólo Hawking sufrirá su enfermedad, su esposa fue esa gran mujer en la sombra que hay siempre detrás de todo hombre.

  La historia avanza de forma fluida, sin parones ni bajadas de ritmo. Lo que hace que el visionado del film, a pesar de la dureza del drama que narra, se haga de lo más ameno. Me gustó especialmente como el guión contrasta la mente científica de Hawking (socialista, ateo y republicano) con las fuertes creencias católicas y el carácter conservador de Jane. Para Hawking la idea de Dios es incompatible con la ciencia mientras para Jane Dios es el origen de todo. Puede parecer imposible que dos personas tan opuestas pudieran llegar a enamorarse y formar una familia, pero así fue.

 Quizás lo que destaque sobre todo los demás aspectos del film sea la transformación física de Eddie Redmayne (Los miserables), un actor que nunca me había llamado la atención, la verdad, me parecía bastante insulso. Sin embrago, es increíble la capacidad de mimetización que ha logrado este actor con su personaje. Además, con apenas una mirada consigue una enorme empatía con el espectador. Un trabajo sobresaliente que a buen seguro le valdrá una nominación al Oscar y probablemente lo gane. Ya sabemos lo que les gusta a los de Hollywood premiar a actores por interpretar a personajes reales con discapacidades. Pero si Eddie Redmayne sorprende gratamente, no menos sobresaliente está Felicity Jones en el papel de abnegada esposa del famoso científico.
Imagen real de la familia Hawking-Wilde.
 No estamos ante un biopic convencional no sólo por el hecho de que Hawking no sea una persona convencional sino por la delicadeza con la que está tratada su historia.

6'5


jueves, 15 de enero de 2015

Orígenes (I Origins)


 Me gustan las películas que le hacen cuestionarse al espectador su forma de entender la existencia. No voy a ponerme metafísico pero me parece estimulante intentar ir más allá del mero divertimento (contra el que no tengo nada en contra siempre que se haga con cierta dignidad).


 Dentro de los directores que buscan hacernos pensar hay de todo, desde soporíferos en extremo a locos fascinantes. El bueno de Mike Cahill es un nuevo valor a tener en cuenta. I Origins es una historia bastante atractiva que tiene los suficientes puntos de interés como para que su visionado se haga de lo más ameno. No es ninguna maravilla pero tiene unos cuantos giros de guión que te mantienen atento durante todo el metraje.

 El film plantea el siempre interesante debate entre la ciencia y la superstición. La motivación del personaje principal, un científico interpretado por Michael Pitt,  parece ser refutar la idea de Dios a base de datos objetivos. Sin embargo, sus propias experiencias le harán dudar de sus convicciones. Una vez más estamos ante el mundo espiritual enfrentado a la razón. Cahill nos propone que consideremos el ojo humano como espejo del alma o como signo de la evolución de las especies. ¿Algo tan complejo como un ojo puede ser resultado de la evolución o debe haber sido creado por algo divino? Vayamos más allá: ¿Es el amor simplemente un conjunto de sensaciones del cerebro destinadas a la reproducción y supervivencia de la especie? ¿O es algo más? Todo ello me pareció de lo más estimulante. Me gustó cómo se muestra el dilema de una mente científica que se enfrenta a algo totalmente inverosímil. Cahill parece incidir en cómo la mente humana se niega a cambiar sus creencias (ya sean en la ciencia o en la superstición) incluso teniendo evidencias más que suficientes para ello.

 El problema es que Cahill tiene muy claro por qué opción se decanta y no deja ningún resquicio a la duda razonable. El espectador se ve subyugado por el misterio que plantea pero sus conclusiones me parecieron algo maniqueas. Cahill reviste su historia de una solemnidad y una trascendencia que puede hacernos olvidar que estamos ante una película, nada más. Y una bastante tramposa, algo que no es malo si buscas divertir al personal (El sexto sentido sería un buen ejemplo de ello) pero que resulta irritante si se busca convencer al espectador de algo.
 Avanzada la trama Cahill nos presenta como evidente lo indemostrable y ahí radica su trampa. Me gustó la anécdota sobre el Dalai Lama que se narra en el film pero la forma en la que se le da la vuelta me resultó bastante demagoga.

 Personalmente, no sé si existe ese mundo espiritual (nada me hace pensar tal cosa) ni me acabo de creer lo de la reencarnación. Me creo más a los científicos que a cualquier parapsicólogo/charlatán del tres al cuarto. Vamos, que a mí esta película no me ha hecho creer en lo paranormal como parece ser que era la intención del amigo Cahill. Tampoco me ha hecho creer en fantasmas ninguna película de fantasmas de las miles que he visto, ni George A. Romero con todas sus pelis sobre zombies me ha convencido de la existencia de estos. La diferencia es que Romero sólo pretendía divertirnos con sus entrañables seres en busca de carne fresca y Cahill parece querer convencernos de la existencia de lo sobrenatural.

 Una consideración final. ¿Qué significa el número romano del título? ¿Inicia este film una trilogía? Puede ser, hay algunos cabos que quedan sueltos (como el señor del ascensor) que nos hacen pensar que estamos ante un proyecto que se va a extender más allá de este film. Puede que Cahill crea que es un iluminado divino y necesite más películas para convertir a toda la raza humana en creyentes de su nueva fe. Cosas más raras hemos visto (qué le pregunten a Tom Cruise y John Travolta).

  Un film tramposo y tendencioso pero se ve con interés. Recomendable para los fans de Iker Jiménez.


5,5

P.d. Os dejo con esta curiosa canción incluida en I Origins que resume bastante bien el espíritu del film.


martes, 13 de enero de 2015

Ida


Polonia, 1960. Hace 15 años que acabó la Segunda Guerra Mundial, una novicia emprende un viaje junto con su tía para encontrar los restos de sus padres asesinados en la guerra.

 Ida se podría definir como una Road movie polaca sobre una novicia y su tía comunista en busca de los restos mortales de sus familiares. Si el tema te parece poco atractivo mejor ni te acerques a esta película. Si buscas algo distinto a lo habitual o una rara joya de cine europeo, Ida es tu película.




 El director Pawel Pawlikowski tiene algo que contar y le concede tanta importancia a la forma como al contenido. Un difícil equilibrio en el que ambos se combinan de forma magistral, siendo el uno el complemento idóneo para el otro. Por una vez forma y contenido se fusionan de manera indivisible. Su historia de dos mujeres totalmente opuestas unidas por una tragedia familiar es un duro drama pero desprende un sutil mensaje encerrado en sus imágenes.

Vayamos por partes. Lo primero que nos seducirá de esta película serán sus imágenes. Ya desde el primer plano Pawlikowski nos atrapa la mirada con esa espectacular fotografía en blanco y negro. Pawlikowski hace un uso asombroso de los planos fijos y no mueve la cámara en casi ningún momento. Su cine es un cine de ritmo lento, contemplativo, que invita a la reflexión mientras admiramos la belleza de sus imágenes. Tampoco hay travellings ni zooms. No hacen falta. Cada plano fijo tiene una composición tan estudiada como perfecta. Cada mirada, cada encuadre tiene un sentido. Los peculiares encuadres dejan ver la luz y el aire que rodea a los personajes. Como si fueran mucho más de lo que aparentan, como si algo intangible rodeara continuamente a los personajes. Pawlikowski parece decirnos que somos mucho más que carne y hueso, somos luz y aire. Algunos lo llamarán alma.

 Ambas mujeres influyen una en la otra. La tía es promiscua, fumadora, bebedora y miembro del partido comunista polaco. Su sobrina Ida es una novicia que nunca ha salido del convento. Como en toda road movie el viaje geográfico será un viaje también interior, ambas aprenderán la una de la otra y sus vidas nunca volverán a ser iguales. Del rechazo e incomprensión iniciales irán pasando a una cierta admiración mutua. Ida conocerá el amor, las ganas de vivir y experimentar. Por su parte, su tía descubrirá que existe otra forma de ver la vida de la cual se apiadará en un pricipio principio pero irá cambiando de parecer. El vacío existencial al que parece abocada la tía dentro del sistema comunista no le permite realizarse como persona ni expulsar a sus demonios interiores. Su vida disoluta no es más que una vía de escape para huir de sí misma.
  Ida tiene dudas antes de tomar sus votos. Siente que hay todo un mundo ahí fuera que ella no conoce, siente cosas que no es capaz de explicar. Sin embargo el vanal mundo exterior tampoco la seducirá en un principio. Ambas mujeres parecen condenadas a sufrir por los crímenes del pasado y son incapaces de encontrar su camino en las realidades que les han tocado vivir. Tía y sobrina están abocadas a la frustración pero Ida tiene fuertes creencias religiosas, algo de lo que su tía carece. Ida encuentra en la religión un significado a tanto dolor. Su tía no tiene ese consuelo, una vez creyó en el comunismo pero ahora ya no cree en nada. Pawlikowski contrasta la fe y lo material usando a estas dos mujeres como metáfora.

 El film trata acertadamente el asunto de la Memoria histórica. Lo cual me lleva a plantearme: ¿se podría haber hecho un film así en nuestro país ? Ya sabemos la polémica que se suscitó. En mi opinión, la verdad deber ser sacada a la luz, por mucho dolor que genere puede ser la única manera de cerrar definitivamente ciertas heridas. Los familiares de las víctimas tienen derecho a saber qué pasó realmente. Deben ser ellos los que decidan hasta dónde quieren saber, ningún gobierno debe negarles el derecho a saber donde están sus parientes o qué fue de ellos. Todo el mundo merece un entierro justo y que se sepa la verdad por mucho dolor que ésta genere. Los familiares de las víctimas tienen derecho a saber qué ocurrió con sus familiares y a darles una sepultura justa. No se trata de buscar venganza ni hacer justicia (ya es muy tarde para ello). Creo que ésta es la tesis por la que aboga el film.


 Nada de lo escrito anteriormente tendría sentido sin el trabajo de dos grandes actrices que hacen suyos los personajes de forma asombrosa. Tanto Agata Trebuchowska como Agata Kulesza transmiten magistralmente todas las contradicciones y el dolor de sus personajes.

 El viaje de Ida sembrará más dudas que certezas en el espectador pero vale la pena. Si no le temes a los planos fijos, dale una oportunidad a esta gran película.

7,5

lunes, 12 de enero de 2015

Je suis Charlie


 Esta vieja y acomodada Europa nuestra se enfrenta una vez más a una encrucijada. Como tantas otras veces en nuestra historia, los que se niegan al progreso y se enrocan en posturas de siglos anteriores se oponen por la fuerza al avance de las libertades. Unas libertades de las que Europa, y en especial Francia, ha sido adalid en los últimos siglos. Nuestras viejas y maltrechas democracias son evidentemente mejorables pero suponen una innegable mejora respecto a otras formas de gobierno.


 Otra vez la misma historia. Cuando parece que el mundo avanza lenta pero inexorablemente hacia la tolerancia y la convivencia tienen que venir los retrógados e intolerantes a aguarnos la fiesta. Da igual el credo tras el que se escondan, no son más que unos intolerantes que sólo aceptan su propia visión de la realidad, juzgando como peligrosa cualquier otra forma de pensar distinta a la suya. Da igual que fueran la inquisición, los nazis o los yihadistas (por poner sólo tres ejemplos evidentes).

 Una vez más Europa debe dar ejemplo de Libertad. Ahí reside la fortaleza de esta vieja Europa. Puede que la LIBERTAD sólo sea un término abstracto que nunca se materialice del todo y nos quede mucho camino por recorrer, pero estamos en el buen camino y no nos vamos a apartar por miedo a las represalias. Si lo hiciéramos nos estaríamos dejando intimidar por el miedo y retrocederíamos varios siglos. Nos han costado muchos siglos y millones de muertos lograr la libertad de expresión como para que ahora vengan cuatro radicales a intentar imponer por la fuerza su retrógrada forma de pensar. No nos vamos a dejar intimidar ahora. Lo tenían muy claro en Charlie Hebdo y han pagado un alto precio por defender aquello en lo que creían.

   Se ve que a los violentos les molestan las viñetas y el humor. La sátira de Charlie Hebdo te puede parecer más o menos acertada, te puede gustar o no pero nunca será correcto usar la violencia para imponer tu punto de vista ni tus creencias. Todo eso está más que superado en esta dolorida Europa y no va a volver jamás.

 Matarnos es muy fácil hoy en día pero jamás van a lograr doblegar a esta vieja insolente llamada Europa.  Sin saberlo, los terroristas han hecho más fuerte nuestra fe en la Libertad.

viernes, 9 de enero de 2015

Corazones de acero (Fury)


Antes de perder el rumbo, Steven Spielberg nos regaló la que para muchos (yo incluido) es la película definitiva sobre la Segunda Guerra Mundial: Salvar al soldado Ryan. Con este film Spielberg recuperó del olvido el cine bélico. Si La lista de Schindler es la película definitiva sobre el holocausto, Salvar al soldado Ryan es la película definitiva sobre la guerra. El mismo año Terrence Malick presentó La delgada línea roja, otra gran película bélica. Ambas obras son diametralmente opuestas pero igualmente geniales, si bien yo me quedo con la de Spielberg.

 Casi 20 años después David Ayer se atreve a volver sobre la Segunda Guerra Mundial con Fury (aquí titulada Corazones de acero). Ayer escribe y dirige esta historia sobre un grupo de tripulantes de un tanque en los meses finales de la guerra, justo antes de la caída del Tercer Reich.

 La sombra de Salvar al soldado Ryan planea sobre Corazones de acero en más de una ocasión. Ayer no es Spielberg pero lo emula francamente bien en las escenas de combate. Fury funciona perfectamente como film bélico, sus escenas de batallas son sobresalientes y te clavan al siento como hacía mucho que no me ocurría. Ayer apasiona con sus batallas aplicando la forma de plasmar los combates en los submarinos a los tanques. Sin resultar excesivamente moderno o estridente Ayer logra un gran ritmo gracias a un endiablado montaje. El film resulta angustioso y claustrofóbico mientras narra la terrible epopeya de estos soldados norteamericanos que avanzan por una Alemania agonizante.

 El problema de esta película proviene de un guión bastante irregular. Me gustó la forma de definir a los soldados del tanque a pesar de que asistimos una vez más al típico joven inexperto que sufrirá el inevitable duro aprendizaje. De todos los personajes yo me quedo con Biblia interpretado por Shia LaBeouf en su mejor papel hasta la fecha. El resto de tripulantes tampoco se quedan cortos en carisma. Brad Pitt está aceptando el paso del tiempo de forma envidiable, adaptando poco a poco los personajes que elige a su edad.

 Lamentablemente, algunas situaciones no acaban de resultar verosímiles y algunas escenas no están del todo bien resueltas. A mí me sigue sin parecer lógico que una chica joven se esconda de forma tan ridícula y vestida con un vestido tan corto (casi dos décadas antes del nacimiento de la minifalda). Todo ello en una ciudad a punto de ser invadida por unas tropas que pueden llevar meses sin ver a una mujer. Ya sabemos que la carne es débil y hay vándalos y malnacidos en todos los bandos. La verdad es que todo el pasaje de la casa me pareció un tanto forzado, sirve para definir relación entre los tripulantes del tanque pero me resultó poco verosímil. ¿Era necesario un plano del torso desnudo de Brad Pitt? Vale que el tipo sigue teniendo un físico envidiable a sus 50 tacos pero lo vi un tanto fuera de lugar. Tampoco la cena como tal me pareció bien resuelta ni la escena entre los dos jóvenes me resultó verosímil. Creo que toda este pasaje debería haberse cuidado más. Todo ello estropea bastante el conjunto haciendo que el film no llegue a clásico del género aunque sí será acogido con agrado por los amantes del género y el público en general.

 La verdad es que el minutaje del film se eleva hasta los 144 minutos, casi demasiado. Tampoco me gustaron los títulos de crédito finales, me resultaron demasiado modernos, por suerte los colocaron al final y no al principio.

 A pesar de algunos importantes detalles, Fury es un film totalmente disfrutable por el aficionado al cine bélico.

6'5