jueves, 26 de febrero de 2015

Big Business (1929)


Aquí os dejo esta joya de Laurel y Hardy, por estos lares conocidos como El gordo y el flaco. Esta vez la pareja de cómicos más famosa del cine se meten a vendedores. La cosa no puede acabar bien.

viernes, 20 de febrero de 2015

El francotirador (American sniper)


 La guerra de Irak sigue dando sus frutos en forma de película. Ya hemos visto unas cuantas sobre la guerra contra el terror originada tras el 11-S, así a bote pronto me vienen a la cabeza En tierra hostil y Zero dark thirty (ambas de Kathryn Bigelow). Como buen americano que es, Clint Eastwood debía dar su particular visión.

 No se puede decir que la historia de Chris Kyle carezca de interés pero sí podemos afirmar que el bueno de Clint Eastwood debería retirarse, sus más de 80 años y 5 décadas de carrera son más que suficientes. Ya no tiene nada que aportar y sólo puede estropear un legado casi intachable. Vale que el cine de Eastwood siempre ha estado unido a la violencia, pero ahora su violencia no pretende entretener sino más bien aleccionar. Ya desde la primera escena Eastwood coloca al espectador ante un dilema moral. El terrorismo, ese enemigo invisible, puede esconderse debajo del ropaje cualquier ciudadano y los defensores de la democracia no pueden permitirse dudar ni un segundo que puede resultar fatal. Sin embargo, los Navy Seals destinados en Irak no son vistos como libertadores sino como invasores, sólo queda ir casa por casa en busca del enemigo. Es la guerra moderna, nada de batallas a campo abierto ni heroicidades. En este nuevo escenario bélico es donde la figura de Chris Kyle se convirtió en leyenda entre sus compañeros por sus extraordinarias dotes como francotirador.


Pero, ¿quién era realmente Chris Kyle? Pues un vaquero sin oficio ni beneficio que cuando ve que su país es atacado decide dejarlo todo (tampoco tenía tanto) para defender su patria. Un patriota, vamos. En el ejército encontrará un sentido a su existencia y desarrollará su talento innato para disparar. Kyle se convertirá en leyenda, pero cuando regrese a casa se sentirá vacío y su vida carecerá de sentido. No debe ser fácil dejar de ser una leyenda que salva a diario las vidas de sus compañeros para pasar a llevar una anodina existencia. Ir al supermercado a buscar pañales es mucho menos adrenalítico y estresante que una emboscada. Eastwood acierta al no glorificar a su protagonista ni subirlo a los altares. No es un héroe, más bien se nos presenta como un inadaptado a la tranquilidad de la vida familiar.  Por mucho que en casa le esté esperando la bella Sienna Miller (¿realmente era necesaria esa escena en ropa interior?) el personaje de Bradley Cooper siente que su lugar está en el frente.

 Ocurre que Eastwood simplifica demasiado las cosas. Parece dividir a las personas en buenos, malos y víctimas. No hay medias tintas. Como dice el severo padre del protagonista, las personas se dividen en corderos, lobos y perros pastores. Está claro que Eastwood no quiere profundizar en el problema del terrorismo yihadista ni los talibanes. A Eastwood sólo le preocupa el drama de un perro pastor que cuando está alejado de las ovejas no puede dejar de pensar en ellas. Yo me esperaba algo más de complejidad. Parece que esta película busca contentar a los excombatientes y rendirles un tributo (no digo yo que no se lo merezcan) pero no consigue conectar con el resto de espectadores.  Ni Kyle ni Eastwood se plantean qué demonios pintan los norteamericanos tan lejos de su casa ni si la guerra se puede ganar. Sí lo hace el personaje de un compañero de Kyle pero no parece que las tesis del film vayan por ese camino.



 El film se ve con interés pero se va desinflando por momentos debido a su repetitiva estructura (casa-Irak-casa-Irak-casa). Estamos ante una narración irregular que no deslumbra ni atrapa especialmente al espectador. Al menos, Eastwood no usa saltos temporales ni desordena los acontecimientos. Quizás de lo mejor del film sea la escena inicial, que luego Eastwood retoma ya dentro de su contexto. El duelo con el tirador del bando enemigo me recordó al de Enemigo a las puertas aunque me pareció que estaba peor resuelto. Otro problema de American sniper reside en su abrupto final. Eastwood ofrece un final demasiado abierto que deja al espectador con cara de idiota. No me gustó su forma de rematar la película.

No es una mala película pero me supo a poco. Vamos que tampoco se merece, en mi opinión, ganar el Oscar a mejor película.

El gran hotel Budapest


 Wes Anderson es ese director que se cree muy original y muy gracioso pero que yo hace tiempo que no le veo la gracia. Sus primeras películas tenían un pase gracias a que su humor absurdo me resultaba novedoso pero de eso hace ya 15 años. En este tiempo su cine ha evolucionado hacia lo estúpido (aún más si cabe) y a mí me ha dejado de hacer gracia.

 Cierto es que estamos ante un film preciosista: los maquillajes, los peinados, los decorados, los vestuarios, la fotografía, los encuadres o la dirección artística son simplemente asombrosos. Se puede decir que la excelente música de Alexandre Desplat es lo que da da algo de unidad a este crisol de situaciones absurdas, siendo lo más recomendable del film. Lástima que el guión no conectara con el espectador que escribe estas líneas. No me reí en ningún momento, como mucho esbocé alguna sonrisa esporádica, nada del otro mundo. ¿La película pretende ser un homenaje al cine de otras épocas o pretende reírse del espectador? Yo me inclino más por lo segundo. No entré en este peculiar universo de Wes Anderson.
Típico del cine de Wes Anderson: mucho envoltorio para unos personajes que no dicen nada.
 El gran hotel Budapest es un magnífico envoltorio para un vacío inmenso. Un film que es una tomadura de pelo. Me gustan los directores que tienen su propio universo y no se dejan arrastrar por la corriente, pero ser fiel al propio estilo puede ser una maldición como bien sabe Tim Burton.
 Ya no sé si Wes Anderson se ríe de sus personajes o de sus espectadores. Todo es tan naif y artificioso en esta película (por no llamarle chorrada) que me resultó exasperante. Pasada la media hora perdí el hilo y me empecé a aburrir sobremanera. Lo malo es que la cosa ya no remonta. Tiene algún gag (por llamarlo de alguna manera) curioso y algún momento en el que parece que la cosa se pone interesante, pero es un espejismo. Los aciertos son tan pocos y tan dispersos que no hay sensación de unidad ni de querer ir a ningún sitio. Esta película es un sinsentido tras otro, un quiero ser diferente y no puedo. Qué bonita y ensoñadora visión de la Europa de entreguerras y qué aburrida.

 Como agravante cabe señalar que estamos ante uno de los repartos más espectaculares de los últimos años. Lamentablemente, muchos actores se dedican a sobreactuar bajo toneladas de maquillaje. Un reparto estelar que incluye nombres de la talla de Adrien Brody, Bill Murray, Edward Norton, Harvey Keitel, Jeff Goldblum, Jude Law, Léa Seydoux, Mathieu Amalric, Ralph Fiennes, Saoirse Ronan, Tilda Swinton, Tom Wilkinson,  o Willem Dafoe. Todos ellos totalmente desaprovechado en un guión coral que no permite el lucimiento de casi ninguno de ellos. Especialmente sangrante me pareció el caso de Tilda Swinton, quien corre el peligro de caer en la auto parodia constante.

Una película diferente, sí, pero totalmente absurda.

4,5

 P.d.: sería realmente un crimen que esta broma de dudoso gusto ganara el Oscar a mejor película. Es muy probable que sí gane cualquiera de las otras categorías técnicas a las que opta ya que todo el apartado técnico está sobresaliente.

jueves, 19 de febrero de 2015

Sia: Chandelier


 La calidad del pop comercial está cayendo en picado en los últimos años. El hecho de que la hortera Katy Perry esté triunfado a nivel mundial no es un buen síntoma. Tampoco es buena señal que Madonna siga haciendo canciones para adolescentes cuando casi les cuatriplica la edad. La verdad es que hace mucho que no me gustaba una canción que hubiera sido un éxito en las radioformulas. Sin embargo, debo admitir que este tema me tiene fascinado.


 Reconozco que Chandelier (que significa lámpara con forma de araña) me ganó poco a poco. La primera vez que la escuché pensé que era de Rihanna o alguna de esas cantantes petardas que tanto proliferan hoy en día. Pero no. Gracias a Shazam descubrí que era de la compositora y cantante australiana llamada Sia.  
 La confusión con Rihanna pudo deberse a que tienen un timbre de voz parecido (sobretodo al inicio del tema) y que Sia ha escrito canciones para artistas como la citada Rihanna, Beyoncé, Christina Aguliera, Jennifer López o Britney Spears. Incluso a puesto voz a algún éxito de David Guetta, ese tipo que se repite constantemente.
 Sia es el típico ejemplo de artista en la sombra. Tras 4 discos sin demasiado éxito Sia ha logrado el reconocimiento mundial gracias a esta canción autobiográfica que habla de su pasado como partygirl y sus problemas con el alcohol (la frase del puente 1,2,3, 1,2,3, drink no deja lugar a dudas).

 Sin embargo, tras colaborar con todas las estrella antes citadas, Sia parece haber desarrollado un cierto temor a la fama y no se deja fotografiar ni muestra su cara en actuaciones ni entrevistas. Aquí va un ejemplo y aquí otro. Dice que no quiere ser juzgada por su edad ni por no ser una mujer diez. Parece que es una forma de protestar contra una sociedad que exige que las mujeres sean explosivas bombas sexuales que deben mostrar sus encantos para triunfar como si no pudiera ser juzgadas sólo por sus talento. Que le pregunten a Jennifer López o Nicki Minaj, que menean mucho el trasero en los videos pero sus canciones son un horror. Sus vídeos ganan cuando los ves sin música.

 El éxito de la canción Chandelier ha sido enorme gracias en parte a un efectivo vídeo en el que es protagonista absoluta la bailarina de 11 años Maddie Ziegler (salida de uno de esos infectos reality shows). Tal ha sido el impacto de video que ha generado múltiples parodias. Yo me quedo con la desternillante parodia del genial Jim Carrey en esa joya de programa que es Saturday Night Live.


 Al final, de entre el pop facilón prefabricado, señoras meneando el culo y reality shows ha salido algo que vale la pena. Alabado sea el señor, quizás aún haya esperanza.

Dos días, una noche (Deux jours, une nuit)


 Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne ( Rosetta, L'enfant) siempre han tenido un marcado carácter social en su cine. Dos días, una noche no es la excepción, sino más bien la sublimación de una forma de entender el cine.

 Sandra es una trabajadora que tiene un fin de semana para mantener su empleo si convence a sus compañeros de trabajo de que renuncien a unas primas . Esta simple premisa le sirve a los Dardene para realizar una fiel radiografía de la sociedad actual.


 En su desesperado periplo, Sandra deberá superar su vergüenza para luchar por mantener su trabajo. El film se podría ver no sólo como cine social, sino también como una peculiar road movie: hay un viaje físico en coche y un viaje interior de los personajes. O incluso se podría decir que tiene estructura de thriller: la protagonista que debe conseguir un objetivo (mantener su empleo sería el McGuffin) antes de que acabe una cuenta atrás. Incluso tiene reminiscencias clásicas. Es toda una epopeya emocional. Una gesta épica narrada dese la humildad y la cercanía.


 El cine de los hermanos Dardenne no tiene artificios ni recursos estilísticos. Aquí lo que importa es la historia. Una buena historia contada la mayor simpleza y economía de medios posibles. No hay música ni grandes títulos de crédito. Tampoco complejas planificaciones de escenas ni travellings asombrosos. Estamos ante una película estupenda simplemente por su gran guión y una actriz en estado de gracia que nos pone los pelos de punta y un nudo en la garganta varias veces durante el metraje. Son esos sentimientos a flor de piel los que hacen grande a esta película. Estamos casi ante un cinema verité, un cine que no busca evadirnos de la realidad sino mostrarnos una realidad que nos negamos a ver. Estamos ante un film social casi propio del mejor Ken Loach. Me gustó mucho la verosimilitud de cada una de las situaciones y la espontaneidad de cada actuación.
 
Dos día, una noche es un tenso drama sobre una mujer desesperada envuelta  en una contrarreloj por salvar su trabajo y su dignidad. Su travesía será un reflejo de los males de esta Europa en la que tener un trabajo es un privilegio. Sandra se encontrará con la indiferencia, el egoísmo, la lástima, la culpabilidad, la agresividad, etc. Los males de una Europa a la que le cuesta tanto ponerse en el lugar del otro. Una Europa a la que le preocupa más su jardín que el bienestar de una familia. ¿Pretende ser el film una metáfora de la pasividad y egoísmo del primer mundo respecto al tercero? Saque cada espectador sus propias conclusiones.


  Sandra es una heroína de carne y hueso. Una mujer real, nada de heroínas prefabricadas de cartón piedra o super-mujeres de una pieza propias de blockbuters. Sandra es una mujer débil pero obstinada, que pasa vergüenza pero se niega a dar lástima, que suplica pero sin perder la dignidad. Una mujer hecha y derecha (con un par, vamos) a la que se le acaban el tiempo y la esperanza. Una trabajadora sometida a un stress terrible en una cruel contrarreloj. Por cierto, me gusto mucho la delicadeza con la que se trata la relación con su marido.


 Marion Cotillard está inmensa una vez más en un personaje que sufre pero no se rinde. Otra vez nos da una lección de interpretación veraz y creíble. Ocurre que personaje y actriz se funden de tal manera que es imposible saber dónde acaba el personaje y empieza la actriz. Esos gestos de agobio o esa forma de llorar parece imposible que puedan ser impostados. Cotillard transmite y emociona con esos enormes ojos, sus gestos y sus silencios. Esta señora lleva la naturalidad por bandera, algo que muy pocas estrellas (que ella sí lo es) pueden decir. Bravo por la Cotillard y su capacidad para alternar grandes espectáculos Hollywoodienses con proyectos mucho más personales y modestos.

 Recomendable para todos aquellos que todavía tienen un trabajo.

7

martes, 17 de febrero de 2015

Leviatán (Leviathan)


 El director ruso Andrei Zvyagintsev forma parte de ese grupo de directores cuyo cine dice cosas muy interesantes pero sus películas pueden ser auténticos ladrillos. Vamos, que el tipo es de la escuela de su compatriota Andrèi Tarkovski y el húngaro Béla Tarr.

 Andrei Zvyagintsev no se pierde en lo poético o lo onírico, su cine está muy apegado a la realidad de su país. Está más cercano al cine social de Ken Loach que a los (aburridos) poemas visuales de Tarkovski. Su cine se centra en los dramas siciales y familiares de la Rusia actual, emparentando con maestros rusos de la tragedia como Tolstói o Dostoyevski. Hoy en día sigue habiendo desigualdades sociales y abusos, la lucha de clases sigue vigente y los pobres siguen luchando contra la opresión de los poderosos que usan al estado como instrumento.


  Zvyagintsev inicia su film con unos bellos planos de la naturaleza para pronto ponerla en contraste con la implacable burocracia de un estado corrupto. Una jerga judicial ininteligible que aplasta al protagonista que simplemente lucha contra los atropellos de los poderosos. 

 Es un ciudadano expropiado por un estado inmisericorde y corrupto. Todo está perdido. Los poderes económico, político y religioso están perfectamente sincronizados para explotar al débil. El Leviatán bíblico es un monstruo invencible capaz de acabar con la raza humana. El leviatán del título es un sistema corrupto, un monstruo invisible con tentáculos en todos los ámbitos.  El retrato del protagonista es realmente acertado, sentimos su frustración y su rabia al ver cómo le arrebatan su sueño por el que tanto ha luchado. Igualmente ve cómo su familia se va desintegrando sin que él puede hacer nada por evitarlo. Por mucho que lo intente, no tiene ninguna posibilidad pero luchará hasta el final. Es un Don Quijote moderno que lucha contra gigantes invisibles pero de efectos devastadores.
 El resto de personajes están bien definidos y la película es un estimable ejercicio de simbolismos y retrato costumbrista de la sociedad actual rusa. Sirvan como ejemplo el tratamiento de lacras como el alcohol y las armas en la sociedad rusa.   Igualmente el abrupto paisaje es un protagonista más del film, sólo la casa del protagonista es un remanso de paz y belleza en un entorno frío y hostil. ¿Es el esqueleto de la ballena una alegoría? Se podría interpretar que la ballena muerta es lo que quedaba del pueblo ruso. ¿Es el alcalde una metáfora del presidente Putin? Andrei Zvyagintsev se inclina por las elipsis de ciertos hechos y nos muestra sus consecuencias, dejando al espectador la tarea de sacar sus propias conclusiones. Buena parte del film queda suspendido, libre a la interpretación del espectador. Se inclina por las elipsis de los hechos más fundamentales y nos muestra sus consecuencias.

  Lamentablemente todos los innegables logros de Leviatán se ven lastrados por una duración excesiva y un ritmo demasiado lento.  Ahí es cuando se ve la influencia de Tarkovski: una narración poco hágil que hunde el film en diálogos muy naturales que no llevan a ningún sitio. Leviatán es un necesario film de denuncia basado en la observación. Pero también es una película que se puede hacer demasiado lenta y dispersa. Es un fiel reflejo de la actual sociedad rusa pero poco condescendiente con el espectador. El film camina por el filo del aburrimiento durante demasiados minutos. Sus 141 minutos son demasiados para este film de denuncia que no deja resquicio para la esperaza.
Obviamente, la película no ha gustado a las autoridades rusas. Consideran que el film les insulta al tildar al sistema de corrupto y que una película financiada en un 30% por el estado no debería insultar a las instituciones del mismo. Yo opino que el cine no debe servir únicamente para entretener sino que también debe denunciar situaciones injustas, lo financie quien lo financie. En caso contrario caeríamos en el adoctrinamiento.

 Leviatán es un film que te deja hundido y sin ningún sentimiento de esperanza respecto a la raza humana. Avisados estáis.

P.d.: Sinceramente, respecto al Oscar a mejor película extranjera, yo apuesto por Ida.

viernes, 13 de febrero de 2015

The babadook


 No nos dejemos llevar por las apariencias, Babadook va de una madre sola con un hijo con problemas que entra en contacto con un ente malvado que les hará la vida imposible pero no es una película de terror al uso. Es más, estamos una vez más en una casa grande con suelo de madera, ruidos nocturnos, puertas, sótanos, etc pero no estamos ante una película de terror convencional.

La debutante Jennifer Kent escribe y dirige esta película. Se nota que hay una mujer tras la cámara, creo que ya era hora que las mujeres aporten su propia visión al cine de terror. Su film se centra más en la madre que en el niño, lo que le da un refrescante enfoque al film. Es la madre la que tira de la película, un personaje que no ha superado una gran pérdida y que intenta rehacer su vida sin lograrlo. Una mujer real, de carne y hueso, que se esconde bajo las sábanas en vez de enfrentarse al peligro. No es una heroína al uso, es sólo una madre superada por el stress y frustración. No hay en este film una figura masculina que represente al héroe que viene a salvar a la desvalida damisela (algo que está ya muy visto) o algo mucho menos prosaico como ayudarla de las tareas domésticas.

 Al igual que en Tenemos que hablar de Kevin, Babadook viene a decirnos que no hay nada más terrorífico que la rutina diaria al cuidado de los hijos. Olvidaros de fantasmas y pariciones varias. No hay mayor maldición que las cargas familiares. El verdadero monstruo está dentro de nosotros mismos. Si perdemos el control es cuando ese monstruo interior se apodera de nosotros haciendo que cometamos las mayores locuras. El villano de Babadook es mucho más terrible que un fantasma o un ser de otra dimensión, está en nuestro interior nosotros  y no podemos acabar definitivamente con él. En ese aspecto me recordó a Intruders aunque con resultados bastante mejores.

  Más allá de los manidos sustos y efectos de sonido que tanto abundan en el cine de terror de los últimos 30 años, Babadook crea una insana atmósfera que se va haciendo asfixiante conforme avanza la trama.


 Me resultaron estimulantes ciertas referencias sexuales, algunas casi subliminales (la grieta en la pared tiene una forma peculiar) así como el original uso de las sombras. Me gustó mucho la expresionista imagen del villano, casi sacado de El gabinete del doctor Caligari. Como buena principiante, Kent rinde tributo a sus influencias. En este caso rinde homenaje al cine mudo de Tod Browning, Georges Méliès y el aragonés Segundo de Chomón.

 Sin embargo, pasada la hora de metraje Kent parece no saber hacia donde dirigirse y pasa a centrarse en lo directamente terrorífico. Deja de lado el terror psicológico para caer en cierto efectismo cercano al cine de James Wan (Saw, Insidious, El expediente Warren). La peli pierde algo de originalidad y fuelle pero el final vuelve a dignificar todo el conjunto.

 Debo destacar la genial pareja de esforzados actores que interpretan a la madre y el hijo. Essie Davis que plasma magistralmente la degradación psíquica y física de su personaje. Por su parte el niño Daniel Henshall compone uno de los niños más perturbadores del cine de terror desde El sexto sentido. La escena en el coche es estremecedora únicamente por su mirada.

Una interesante opera prima de terror.


5'5

5 motivos por los que no voy a ver 50 sombras de Grey


Ya sé que no es lo habitual hablar de una película sin haberla visto, pero debido al incesante bombardeo que está precediendo al estreno de la adaptación cinematográfica de 50 sombras de Grey, no me he podido resistir. Ocurre que no me apetece nada ver esta película, vayamos por partes:

1.- No he leído el libro 50 sombras de Grey.
  No he conseguido pasar de las 50 primeras páginas. Me pareció un horror escrito de forma chapucera y burda. Es más, lo he retomado un par de veces y en las dos ocasiones he sido incapaz de ir más allá. El libro de E. L. James está tan mal escrito que hasta me provocaba vergüenza ajena. Lo dejé antes de llegar a lo bueno, es decir antes de las escenas sexuales del libro. Igual la cosa mejoraba pero me sentí tan insultado que decidí dejar de leer. De las secuelas no puedo ddecir nada pero dudo mucho que la cosa mejore.
A mí este estilo literario al que se ha catalogado como porno para amas de casa me parece tan aburrido como cualquier folletín para amas de casa. No tengo nada en contra de las amas de casa, todo lo contrario, creo que se merecen algo mucho mejor escrito. Me ocurre lo mismo con la saga Crepúsculo, me parece que muestra bastante poco respeto por los adolescentes, su público natural.

2.- 50 sombras de Grey es un hype en toda regla.
 Es decir, un producto de escasa calidad que ha sido inflado por los medios. A base de darle publicidad (buena o mala) está en boca de todos y se crea un inmerecido interés en el producto. Otra vez me viene a la mente la saga Crepúsculo, otro hype de dudosa calidad que ha sido un gran éxito de público (no así de crítica). Ha sido el marketing el responsable de su éxito, no la supuesta calidad del producto. Que nadie dude que la película va a ser un éxito de público, ya sólo con la preventa de entradas han recuperado la inversión antes de estrenar la película. Antes del estreno yo ya estoy hasta el gorro de las 50 sombras de las narices.

3.- Ni siquiera parece que han sido valientes al hacer la adaptación a la gran pantalla.
 Se ha rebajado bastante la carga sexual de las escenas. Nada de desnudos frontales ni imágenes explícitas ni detalles escabrosos. Quita, quita. Todo para llegar a un público más numeroso. Ya sabemos que actualmente las amas de casa van poco al cine, siendo los adolescentes el sector de público que más acude a las salas de cine. Una clasificación X hubiera sido mortal para la taquilla del film.
 Mucho me temo que estamos ante una adaptación bastante light que sólo escandalizará a los más puritanos. Que nadie espere un Emmanuelle, El último tango en París o un Instinto básico. Películas eróticas que triunfaron por ser transgresoras para su época, por ir un poquito más allá. Hoy con tanto porno en la red queda muy poco margen por recorrer pero, como demostró el año pasado La vida de Adele, aún es posible hacer buen cine en el que el sexo sea una parte importante de la trama. No olvidemos que con 50 sombras de Grey estamos ante un blockbuster diseñado hasta el último detalle para hacer caja. Las emociones y los sentimientos han tenido muy poco que ver con la gestación de este producto.

 Todo huele tan a prefabricado y perfectamente calculado (incluida la fecha del estreno) que no hay riesgo por ningún sitio. Ni siquiera la actriz protagonista enseña todo lo que nos quieren hacer creer. No es nada novedoso, dobles de cuerpo se han usado desde que existe el cine pero lo preocupante es que muchos sigan viendo como inmoral un vello púbico en pantalla.

4.- No me gusta la pareja protagonista.
 No veo química entre Dakota Johnson (Hija de Melanie Griffith y Don Johnson) y Jamie Dornan (elegido a última hora tras renunciar el primer muchachote elegido para el papel). Hay tanta tensión sexual entre ellos como entre una hormiga y una grapadora. La verdad es que esta pareja no tiene ni por asomo el carisma de la formada entre Mickey Rourke y Kim Basinger en Nueve semanas y media hace casi la friolera de 30 años. A mí me recuerdan a otra pareja reciente con bastante poca sangre en las venas.


5.- Es el inicio de otra maldita saga.
 Esto del cine es un negocio, ya lo era en su nacimiento, pero casos como 50 sombras de Grey evidencian que ahora el cine sólo es un negocio.  Una trilogía se les quedará pequeña. Seguro que de 3 libros hacen un mínimo de 4 películas al más puro estilo de El Hobbit, Harry Potter o (una vez más) Crepúsculo. Todo por la pasta.

Oye, me he quedado tan ancho.

jueves, 12 de febrero de 2015

Whiplash


¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar por ser un gran músico? ¿Sacrificarías todo lo demás por la música? Por suerte (o desgracia más bien) para mí, soy un negado como músico y nunca tendré que responder a estas preguntas. Whiplash nos plantea la interesante premisa de cómo un don se puede convertir en una maldición cuando entra en juego la obsesión.

 Damien Chazelle escribe y dirige esta historia que ya plasmó en un corto que ahora expande hasta dejarlo en un soberbio largometraje. Chazelle nos ofrece un film vibrante y lleno de pasión por la música.
 Seamos claros, no todos estamos llamados para la música ni tenemos un talento natural. Tenemos que afrontarlo y aprender a vivir con la frustración. Mozart sólo hubo uno. Pero no pensemos que la música es sólo un don divino, hacen falta disciplina y cientos de horas de ensayo para llegar a ser realmente un gran músico. Si te piensas que la música es sólo talento natural estás equivocado. La música es un trabajo en equipo que requiere una perfecta sincronización. Whiplash se centra en las horas de trabajo de los esforzados músicos mientras rezuma Jazz por los cuatro costados.


 Whiplash se centra en la enorme presión que un joven de 19 años deberá soportar para cumplir su sueño. La presión hará mella en la salud mental del joven protagonista.  Whiplash tiene evidentes similitudes con Cisne negro de Darren Aronosky pero Whiplash tiene una marcada personalidad propia. No se trata de cambiar la danza por la música, Whiplash busca matices en otra dirección distinta a la de el film de Aronosky con resultados diametralmente opuestos pero igualmente fascinantes.

 Chazelle introduce una estimulante reflexión sobre la relación entre profesor y alumno. ¿Un profesor debe limitarse a transmitir conocimientos o debe intentar que el alumno llegué hasta el límite de sus posibilidades? ¿Debe un profesor empujar a los alumnos más allá de lo que ellos mismos creen que son capaces? ¿Cualquier precio es válido para llegar a la perfección? ¿Vale la pena llegar hasta los límites de la resistencia humana por un sueño?. El profesor encarnado por J.K. Simmons no un profesor modélico, sus métodos son poco ortodoxos pero no se puede negar que consigue sacar lo mejor de cada uno de sus alumnos. El nivel de exigencia es tal que muchos no podrán soportar la presión. Como decían en Fama: La fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar..." La extraña relación de admiración y odio que se establece entre profesor y alumno es realmente el motor del film. Ambos llevarán su relación más allá de lo profesional ya que para ellos la música no es sólo un medio de vida, es algo más. Profesor y alumno se necesitan mutuamente para perfeccionar su habilidades pero esta singular simbiosis puede resultar letal.


 Se nota que tras la cámara se ha puesto tanta pasión como la que destilan los personajes del film. Whiplash es un film hecho con mucho esmero y cariño, cuidando cada detalle en busca de una perfección que, como en cualquier arte es, prácticamente inalcanzable. No estamos ante un film perfecto pero sí ante una gran película en la que cada aspecto deja ver las cientos de horas que ha habido detrás. Debo destacar los sobresalientes montaje y sonido del film como elementos fundamentales sin los cuales esta película no sería lo mismo.

 Esta historia necesitaba un gran trabajo actoral. Por suerte, el film se beneficia de la imponente presencia de un  J.K. Simmons fuera de órbita y un joven Miles Teller que le da la réplica en todo momento. Un tour de force formidable que llega a su clímax en un inolvidable duelo final.

Un film vibrante, tenso y apasionante. Imprescindible para los aficionados a la música y/o el buen cine.

7,5

miércoles, 4 de febrero de 2015

Cold in July


  El director Jim Mickle (Stake land) es un tipo cuya carrera merece atención, aún no ha logrado una película redonda pero con Cold in July se va acercando.

 Sin perder el tono oscuro característico de su filmografía,  Mickle elabora un drama más que digno que consigue clavarnos en el asiento.  La principal baza de Cold in July es un estimulante guión con los suficientes giros que configura una historia que sorprende y atrapa al espectador. Es más, Cold in july consigue descolocar al espectador cada pocos minutos. Cuando crees que vas a ver un drama familiar, se convierte en un film de venganzas que pronto mutará a otra cosa bien distinta. Puede que a algunos espectadores les descoloque tanta mezcla de géneros pero a mí me resultó de lo mas estimulante.


 Mickle ambienta su película a finales de los años 80 sirviéndose de música a base de sintetizadores y planos ralentizados.  En ese sentido me recordó a la estilizada Drive. Incluso la presencia de Don Johnson (Miami vice) es otro elemento que nos retrotrae a la década dorada de los cardados y las hombreras. Puede que nos resulte un poco sorprendente este revival de los años 80 que estamos viviendo pero cualquier cosa sirve para demostrar que los años 80 no fueron tan terribles.

 Cold in July se beneficia de unas interpretaciones más que dignas. Un excelente Sam Shepard, un Michael C. Hall diametralmente alejado de su personaje en Dexter y un recuperado Don Johnson configuran un trío protagonista de lo mas dispar y estimulante. Sus personajes evolucionan con cada giro de tuerca, algo no tan habitual en este tipo de películas.

  No puedo contar nada más para no destriparos la trama. En mi opinión, Cold in July es uno de los mejores thrillers de 2014 junto con The drop.

6'5

lunes, 2 de febrero de 2015

Big eyes


 No nos engañemos, el arte es un negocio. El cine es un claro ejemplo de ello. El público desea compulsivamente ver una y otra vez las mismas historias. Cuando cualquier creación artística tiene éxito el público exige a su creador que se copie a sí mismo una y otra vez.

 Por lo tanto, podemos considerar el estilo como un auto plagio. Para muchos artistas es casi una maldición tener que estar presos de su estilo, lo que concierte a su obra en algo fácilmente etiquetable y, lo que es peor, más fácilmente vendible. Hoy el arte es un producto de consumo. Seguro que algo de todo esto ha sentido en su carrera Tim Burton. Un tipo raro que acabo siendo asimilado por la industria y cuya capacidad para evolucionar era ya ciertamente preocupante.

 Big eyes no sólo trata sobre la maldición del estilo y la dictadura que el público ejerce sobre el artista, también nos presenta la reproducción masiva como un paradigma del capitalismo y la producción en masa. A la vez esta historia nos sirve también para darnos cuenta de la falsedad del arte y de cómo el marketing de un producto es tan importante o más que el producto en sí. Algo en lo que Andy Warhol (un pésimo artista pero un gran vendedor) fue el máximo exponente en el siglo pasado. No es casual que el film se inicie con una cita de Warhol ni que en una escena la protagonista coja una lata de sopa Campbel justo antes de descubrir un stand con reproducciones de sus cuadros. Las reproducciones han abaratado el arte y lo han acercado al público masivo, pero también lo han vulgarizado. Desde que Duchamp acabó con la sana tradición de que para hacer una obra de arte hiciera falta talento, cualquier estupidez es arte. ¿Ya he dicho que el arte moderno es muchas veces una gran estafa? Personalmente, los dibujos de Keane me parecen un auténtico horror. Muy chulis para postales pero insufribles por su inmovilismo.


 Hablando de estilo. Es difícil, casi imposible, reconocer la mano de Tim Burton tras la cámara en esta película. Sólo la idílica urbanización del principio y su gusto por la década de los años 60 nos pueden dar una velada pista de quien se esconde tras las cámaras. Por suerte, Burton se ha dado cuenta que urgía un cambio en su carrera. Nunca es tarde si la dicha es buena. El mérito se debe a la pareja de guionistas formada por Scott Alexander y Larry Karaszewski, quienes ya convencieron a Burton hace años para que rodara su guión sobre Ed Wood. Esta pareja de escritores son también los responsables de biopics tan estimulantes como Man on the moon o El pueblo contra Larry Flint. Parece que tienen un gusto exquisito a la hora de elegir personajes reales que representan lo mejor y lo peor de la sociedad norteamericana. La familia Keane no es una excepción.

  Reconozco que me gustó la historia y cómo está contada. Burton no se revela aquí como un gran director pero al menos no da risa con esos estrafalarios personajes suyos interpretados por un gesticulante Johnny Depp totalmente fuera de control. En Big eyes, Burton adapta su estilo a la historia y no al revés. Burton nos habla de personajes atrapados en estereotipos que no les permiten cambiar. Quizás Burton se vea identificado con la protagonista del film. Puede que a él no le haya resultado nada fácil escapar de su propio universo de fantasía.
 Por suerte el tándem de actores formado por Christoph Waltz y Amy Adams nos ofrece una interpretaciones a la altura de lo esperado. De Waltz ya sabíamos que el tipo era un gran actor pero la que sorprende gratamente es una Amy Adams en la mejor interpretación de su carrera. Y todo ello sin kilos de maquillaje ni disfraces imposibles.

  También el compositor Danny Elfman ha buscado nuevas vías de expresión. El score de Elfman huye de su estilo habitual y se adentra en nuevos territorios con resultados más que satisfactorios. Nada de coros infantiles, cascabeles o leit motifs fácilmente identificables. Elfman ha evolucionado huyendo de repetirse a sí mismo, intentando no ser predecible. Sinceramente, todo artista debería ser capaz de reinventarse e innovar sin importar la repercusión comercial de su obra.

  Si el estilo es una maldición, con Big Eyes Burton se libra de ella. Burton diluye su personalidad en la historia ofreciéndonos su mejor película de no animación desde Ed Wood.

6,5