jueves, 19 de febrero de 2015

Dos días, una noche (Deux jours, une nuit)


 Los hermanos belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne ( Rosetta, L'enfant) siempre han tenido un marcado carácter social en su cine. Dos días, una noche no es la excepción, sino más bien la sublimación de una forma de entender el cine.

 Sandra es una trabajadora que tiene un fin de semana para mantener su empleo si convence a sus compañeros de trabajo de que renuncien a unas primas . Esta simple premisa le sirve a los Dardene para realizar una fiel radiografía de la sociedad actual.


 En su desesperado periplo, Sandra deberá superar su vergüenza para luchar por mantener su trabajo. El film se podría ver no sólo como cine social, sino también como una peculiar road movie: hay un viaje físico en coche y un viaje interior de los personajes. O incluso se podría decir que tiene estructura de thriller: la protagonista que debe conseguir un objetivo (mantener su empleo sería el McGuffin) antes de que acabe una cuenta atrás. Incluso tiene reminiscencias clásicas. Es toda una epopeya emocional. Una gesta épica narrada dese la humildad y la cercanía.


 El cine de los hermanos Dardenne no tiene artificios ni recursos estilísticos. Aquí lo que importa es la historia. Una buena historia contada la mayor simpleza y economía de medios posibles. No hay música ni grandes títulos de crédito. Tampoco complejas planificaciones de escenas ni travellings asombrosos. Estamos ante una película estupenda simplemente por su gran guión y una actriz en estado de gracia que nos pone los pelos de punta y un nudo en la garganta varias veces durante el metraje. Son esos sentimientos a flor de piel los que hacen grande a esta película. Estamos casi ante un cinema verité, un cine que no busca evadirnos de la realidad sino mostrarnos una realidad que nos negamos a ver. Estamos ante un film social casi propio del mejor Ken Loach. Me gustó mucho la verosimilitud de cada una de las situaciones y la espontaneidad de cada actuación.
 
Dos día, una noche es un tenso drama sobre una mujer desesperada envuelta  en una contrarreloj por salvar su trabajo y su dignidad. Su travesía será un reflejo de los males de esta Europa en la que tener un trabajo es un privilegio. Sandra se encontrará con la indiferencia, el egoísmo, la lástima, la culpabilidad, la agresividad, etc. Los males de una Europa a la que le cuesta tanto ponerse en el lugar del otro. Una Europa a la que le preocupa más su jardín que el bienestar de una familia. ¿Pretende ser el film una metáfora de la pasividad y egoísmo del primer mundo respecto al tercero? Saque cada espectador sus propias conclusiones.


  Sandra es una heroína de carne y hueso. Una mujer real, nada de heroínas prefabricadas de cartón piedra o super-mujeres de una pieza propias de blockbuters. Sandra es una mujer débil pero obstinada, que pasa vergüenza pero se niega a dar lástima, que suplica pero sin perder la dignidad. Una mujer hecha y derecha (con un par, vamos) a la que se le acaban el tiempo y la esperanza. Una trabajadora sometida a un stress terrible en una cruel contrarreloj. Por cierto, me gusto mucho la delicadeza con la que se trata la relación con su marido.


 Marion Cotillard está inmensa una vez más en un personaje que sufre pero no se rinde. Otra vez nos da una lección de interpretación veraz y creíble. Ocurre que personaje y actriz se funden de tal manera que es imposible saber dónde acaba el personaje y empieza la actriz. Esos gestos de agobio o esa forma de llorar parece imposible que puedan ser impostados. Cotillard transmite y emociona con esos enormes ojos, sus gestos y sus silencios. Esta señora lleva la naturalidad por bandera, algo que muy pocas estrellas (que ella sí lo es) pueden decir. Bravo por la Cotillard y su capacidad para alternar grandes espectáculos Hollywoodienses con proyectos mucho más personales y modestos.

 Recomendable para todos aquellos que todavía tienen un trabajo.

7

1 comentario:

Anónimo dijo...

intenso drama de una mujer en una situación extrema como es hoy día perder el puesto de trabajo. Buen cine sobre la crisis económica y la crisis de valores de la sociedad actual